jueves, 19 de mayo de 2011

Capítulo 45


En la habitación no se me ocurre nada que hacer, no creo que ponerme a cotillear sea un buen pasatiempo. Probablemente, si no tuviera tal grado de confianza con Zack y fuera una stalker más, sí que podría haber rebuscado entre sus cajones y buceado en su armario; pero no, me dedico a salir al balcón y contemplar las vistas al mar… mmm sí que es un poco mimado; me apoyo en la barandilla mientras oigo la puerta.
-Estoy aquí.
Él se acerca y, desde la habitación se queda mirándome: pasea su vista a mí alrededor, del cielo a mi rostro, de mi rostro al cielo. Estoy a punto de comentarle lo incómodo de la situación, pero se apresura:
-¡Nononono! ¡No te muevas!
Se acerca a su maleta y saca su profesionalísima cámara de fotos. ¿Más fotos? Me río con su gesto, jamás me había sacado una foto, a pesar de su pasión por esta disciplina artística.
-Mira para allá.- Me señala al cielo.- No, no gires todo el cuerpo.
Finalmente, él mismo entra en el balcón y me coloca en su posición predilecta. Yo me dejo hacer, creo que siempre me he considerado un poco su marioneta, no en el mal sentido de la palabra. El sonido de la máquina inunda el momento, sigo sin moverme tras esto. Oigo como Zack toquetea algunos botones.
-Me encanta…- susurra él. Le sonrío y, muy a mi pesar, se escabulle de mi lado y se dirige a la ducha para cambiarse de ropa.
Durante el tiempo que permanezco ante ese espléndido y “angelical” paisaje, no puedo dejar de pensar… Reflexiono sobre muchas cosas: desde el cambio climático hasta la respuesta de Zack a Cassadee esta mañana, ha dicho “es una amiga” ¿verdad? Igual no lo he oído bien, pero creo que esa ha sido su respuesta ¿soy su amiga? Pensé que habíamos pasado esa fase. Recuerdo patéticamente la primera vez que estuve a su lado cuando se duchaba: fue en su casa, yo estaba en su sofá viendo la Mtv y ahora, bueno ahora ni siquiera me he detenido a prestarle atención al sonido del agua; no quiero decir que me sea indiferente, obviamente, en ningún momento de mi vida me podría resultar indiferente Zack, simplemente está superado, pensaba que no tendría que profesarle más envidia a la ducha, aunque claro, si soy “su amiga” debería…
No tarda en salir de la ducha, va vestido con ropa ancha y cómoda, se dirige hacia mí con gesto cariñoso, se apoya a mi lado, sin apenas rozarme y su ojos se posan en mi, aun estando de perfil puedo sentir como me recorren, empiezan por el pelo, donde se detienen mucho, mucho, demasiado; su siguiente destino es mi boca, relamo mis labios para que no den la impresión de sequedad, finalmente acabo riéndome de mi misma por mi estupidez. Él sonríe también sin apartar la mirada de mí.
-¿Te molesta?
-¿Qué me mires? No, supongo que no… -Recuerdo mis reflexiones- Pero dime una cosa, ¿miras así a todas tus amigas?
Él sonríe más y retira la mirada, de repente sus pies descalzos cobran toda su atención.
-¿Qué ocurre, Mel?
-Es solo por lo que has dicho antes… cuando me presentaste a Cassadee…
-Te presenté como mi amiga, sí…
Bien, parece que él también sabe a qué me refiero ¿y aún me pregunta que qué ocurre? Desde luego Zack no es míster obviedad. Suspiro, no me gusta esta situación, para Zack parece ser una simple conversación más, pero yo no me siento igual en absoluto.
-Bueno… vale, soy tu amiga pero pensaba que…
-Melanie, ves al grano.
-Te quiero, Zack.
Con esa última frase se escapa todo mi aliento, todo mi aire, me olvido de respirar. Él vuelve la mirada en seguida a mí tras oírlo, su expresión ha cambiado totalmente, leo sorpresa, cariño, temor… Dios mío, nunca me imaginé diciéndole algo así a nadie, a nadie como Zack quiero decir, por supuesto antes se lo he dicho a muchos familiares y amigos pero…
Él parece confuso y su inseguridad se ve reflejada en mí rápidamente, me siento desnuda ante él, ya no hay nada que esconder, nada que me pertenezca a mí y a nadie más, ahora Zack ya es consciente de todo, obviamente, antes también lo era, pero el hecho de decirlo en voz alta supone deshacerme de una parte de mí que necesito; no deseo retroceder en el tiempo para tragarme mis palabras, solo deseo que me sean devueltas… de sus labios.
Espero una respuesta que no parece dispuesto a producir. Me derrumbo. Tirarme por el balcón, sí, buena idea, si en tres segundos no ha respondido…
No es necesario ni contar el tiempo, en milésimas imperceptibles tengo su rostro enfrente de mí robándome el escaso aliento que me quedaba después del mal trago. Rodea mi cuello con sus manos y me siento desfallecer, por fin suelto toda la tensión que había acumulado en ese minuto de la mejor manera posible, mis labios se unen a la danza que han provocado los suyos. He ahí mi respuesta.
Vendería todos y cada uno de los sueños que me quedan por soñar solo para no romper el momento, sin embargo, él separa mi rostro del suyo (literalmente) y se queda mirándome mientras se ríe infantilmente.
-¡Qué tonta eres!
-¡Qué romántico y adecuado comentario!
Se separa por completo de mí cortando cualquier tipo de contacto físico.
-Dije lo de amiga a propósito. Pensé que si le dabas importancia a ese hecho era porque realmente te importo, no somos solo amigos ¿no?
-Ya te hice esa pregunta una vez…
-Sí, en un vuelo hacia Nueva York, pero ahora lo pregunto yo ¿qué somos?
Me ha puesto en un compromiso, no seré yo la que lo diga. Le paso los brazos alrededor del cuello y para ello necesito colocarme de puntillas.
-¿Felices?
-No… incorrecto…
-¿Por qué crees que tenemos miedo de decirlo?
-Porque somos idiotas.
-Quizás sea porque… no podemos perder algo que no tenemos…
Parece que mi comentario le hace reflexionar y acaba dándome un sencillo beso otra vez.
-Pues creo que esta vez debemos arriesgarnos a tenerlo.
Pedimos la comida desde la habitación: fideos chinos. Tras nuestra conversación parece que todo va a ser más fácil, parece. Zack opina que le contará lo nuestro a los demás después del concierto. Por supuesto, Jack ya lo sabe, pero es el único y, al parecer, no ha dicho nada.
Tres horas más encerrados aquí y acabamos tumbados de la manera más extraña en la cama: él encuentra cómodo el hecho de estar tumbado a lo ancho de la cama con las piernas flexionadas y, por mi parte, apoyo mis pies en la pared y mi cabeza en la dura almohada que es su abdomen. Compartimos pensamientos prohibidos para el resto de la humanidad, reímos y lloramos multitud de veces. Cada momento en silencio da paso a un nuevo espacio de tiempo en el que me encuentro en plena comunión con él. Pero, desgraciadamente, en este momento no experimento algo así. Ahora tengo miedo, miedo de perder esto y no es un miedo sin fundamento, es un miedo plenamente lógico: esto se va a acabar en breves momentos y probablemente no lo volveremos a vivir en cuatro meses si hay suerte, o quizá nunca, quién sabe.
Tocan a la puerta, Zack resopla molesto, me levanto para dejarle espacio, pero algo en su mirada me ruega que le ruegue que no se mueva y así lo hago, paso mis brazos por su cintura y niego con la cabeza.
-¡¿Qué?!- Grita Zack sin moverse.
-¿Zack? Hay prueba de sonido, hermano.- Contesta una voz masculina que no reconozco.
Zack pone los ojos en blanco y, sin otra opción me levanto y le miro animándole a ir, no necesita que le retenga, necesita ir.
-¡Ahora voy!
Antes de desaparecer por la puerta, se gira hacia mí.
-¡Por cierto, tenemos algo que terminar!- Me dice con gesto pícaro.- Te veo esta noche, Armstrong.
Me río y asiento con la cabeza, cierto, recuerdo el momento de nuestra despedida… sí, definitivamente hay algo que terminar.