miércoles, 23 de febrero de 2011

Capítulo 42


¿Acaso piensa papá investigar a la banda? Miedo me da lo que pueda averiguar, aunque definitivamente, papá era así de joven, o peor…
El domingo por la mañana me levanto descansada y me dirijo con seguridad al sobre de Zack. Lo guardo en uno de los cajones interiores del armario, debajo de un montón de ropa de invierno que aún no he tenido la posibilidad de usar en California. Recojo el sobre y resisto la tentación de volver a leer su carta; junto a ella se encuentra el papel donde en su día me firmó Tom. Me empano  mirándolo hasta que recuerdo el propósito principal del madrugón de este domingo: concierto de All Time Low.
Encuentro las entradas sin problema y voy en busca de mi hermano que sigue en la cama, mala señal, si yo tiendo a la tardanza, él vive prácticamente en ella. Abro las ventanas de su cuarto y grito su nombre varias veces. Él se remueve en su cama.
-Melanie… es domingo.
-Bonita excusa… mira la mía: ¡Concierto, Zack, LA! ¿Recuerdas?
Jake se despierta de golpe y se sienta en la cama.
Mierda!- Me mira preocupado.- Me he dormido ¿a qué hora sale el vuelo?
Le devuelvo la mirada de preocupación.
-¿Vuelo? Yo no he reservado ningún vuelo ¿y tú?
-Pensé que lo habría hecho Zack.
En este momento echo de menos la capacidad de organización de Airin, para ella, esto no supondría un problema; de hecho, probablemente se hubiera despertado ya en Los Ángeles, Airin y su sexto sentido para organizar viajes… Bien… ¿qué haría ella?  Como no tengo muy clara la respuesta abandono a Jake para que comience a arreglarse y me dirijo a mi portátil.
Por el pasillo me choco con Billie, embutido en un chándal Nike de tiempos prehistóricos, papá siempre presumiendo de estatus social de la mejor manera. Me saluda con la mirada y me pregunta qué hago todavía aquí. Entrecierro los ojos ante la ironía de su pregunta.
-¿Qué qué hago aquí? ¿Tú qué crees? Buscar un medio para salir de aquí.
Él pone cara de concentración como si no lo entendiera.
-¿Quieres que te lleve?- Me dice aún confundido.
Y una ducha de alivio cae desde lo más alto del techo de la casa. Se lo agradezco y le meto prisa a Jake, estoy acelerada, ni si quiera desayuno, no tengo otra opción si lo hago vomitaría.
Una vez dentro del coche saco mi Iphone para llamar a Zack e informarle de que ya estamos de camino. Lo que no había pensado y estoy pensando ahora mientras suenan los toques de teléfono es qué hará papá cuándo vea a Zack, qué tensa situación. Oigo su voz contestando mi nombre, suspiro.
-¡Hola! Ya estamos yendo.
-Genial ¿Cuánto os queda? ¿Queréis que vaya a esperaros a algún sitio?
-Pues… ¿dónde estás tú?
-En el hotel.
-¿A sí? ¿En el hotel? Qué bien, “el hotel” voy a poner esa dirección en el GPS a ver dónde aparecemos.
-Me encanta tu voz cuando te pones sarcástica, pierdes el acento.
-No intentes despistarme, o no llegaré al famoso hotel en la vida.
-Llegarás aquí si es aquí a dónde quieres llegar.
-¿Ahora también te pagan por componer letras para la banda?
-Umm otra vez ese tono.- Finge dolor.
-¿Vas en coche?
Mi boca está apunto de disparar otra nota irónica a Zack, “voy en globo aerostático”; pero decido que es mejor la tregua por ahora.
-Sí.
-Bien.- Comienza una serie de explicaciones de autopistas/números/carreteras que no entiendo y me dedico a mirar por la ventanilla esperando que termine. Oigo silencio a través del teléfono.
-Entiendo.- Respondo al fin confiando que su explicación haya terminado.
-Vale bueno, pues cuando estés ahí…
-¿Dónde?
-Argg… ¡Te lo acabo de decir! Eres imposible, cuando te vea recuérdame por qué… bueno mira déjalo… ¿Está Jacob por ahí?
-Yep.
-Pásamelo.
Su voz rendida me hace sentirme culpable, pero la situación sigue siendo divertida; en todo caso, le paso el teléfono a Jake, quien presta más atención y tras colgar le da las indicaciones a papá.
Finalmente, Billie nos despide desde el coche y nosotros desde la acera, no es una despedida muy emotiva, apenas es despedida: un leve asentimiento de cabeza por parte de todos los participantes confirma la ausencia paterna para el día de hoy. Sonrío a Jacob quien me devuelve el presente, pero ampliado y nos encaminamos al hotel.
Hay algunas pocas fans aquí y allá, pululando por la entrada y los alrededores, pero nada preocupante. Hoy es uno de esos pocos días que la banda tiene permitido pernoctar en hotel ¿la razón? Simple: esto es LA, señores.
Bolsa en mando iniciamos lo que será el mejor domingo del mundo terrenal. Vestíbulo del hotel alcanzado. Siento como varias miradas se posan en nosotros, pero no todas son tan especiales como la mirada verdosa y emocionada de Zack, se levanta del sofá y anda (corre) hasta nosotros, tarea que yo también imito.
Nos fundimos en un abrazo que promete el paraíso, no decimos nada, cualquier palabra o frase sonaría banal y demasiado terrenal en este momento. Me pongo de puntillas y encajo mi rostro entre su hombro y su cuello, creo firmemente que ese hueco ha sido prediseñado por Dios y por eso encajamos como un puzle perfecto. No sé cuánto tiempo estamos así, considero que los segundos adecuados, los minutos esperados y el tiempo perfecto.
Finalmente nos separamos, pero no es suficiente para que decida volver a la vida física: paseo por su mirada, nadando en su sonrisa hasta que él coge mi rostro suavemente y me besa cariñosa y castamente.
-Por fin…- susurra él apoyando su frente en la mía.
Ante la falta de aire, solo me acerco a emitir una leve pero emocionada sonrisa.
Busco a Jacob, está detrás nuestro, un tanto incómodo pero sonríe y saluda a Zack con ánimos renovados. Me doy cuenta de que no solo lleva su bolsa, también mi mochila está en sus manos, no sé en qué momento exactamente la dejé caer, la recojo de brazos de mi hermano con una mirada de disculpa.
-Venid.- Zack me coge de la mano y nos guía hasta los ascensores.- Tenemos la décima planta entera solo para nosotros.
Con “nosotros” supongo que se refiere a toda la banda. Pero al llegar al décimo destino descubro que mi hipótesis es errónea: la planta es de toda la banda, sí, sumándole el crew y sumándole las otras bandas, teloneras o no, del tour (mírese: HeyMonday, We The Kings y A Rocket to the Moon)
Aterrizar en el pasillo ya es de por sí una locura: se oyen gritos procedentes de casi todas las habitaciones, también reconozco a algunas caras corriendo de una habitación a otra, veo a Alex salir de su habitación dejando la puerta abierta para ir corriendo hacia otra puerta, llamar e irse corriendo de nuevo a su refugio. Pongo los ojos en blanco, menudo crío. De la puerta sale un Travis muy cabreado: lleva una toalla atada a la cintura y sus pelos serían la envidia de Simba y de toda su estirpe. Va corriendo hasta la habitación de la que ha salido Alex.
-¡Barakat, como te pille estás muerto!
Es Jack quien abre la puerta esta vez para confesarse inocente y delatar a su compañero de cuarto.
Alex!- Grita esta vez y éste se asoma con cara inocente por la puerta.- Nada cariño, tú haz lo que quieras con mi puerta.
-Gracias, Travis, te desposaré en breves.
-De eso nada- interviene Jack- Alex es mío hoy.
Zack suspira a mi lado.
-Y así todos los días…- Me río, parece divertido- aunque pierde la gracia cuando Jack está borracho y se pone a dar volteretas desnudo

viernes, 18 de febrero de 2011

Cpítulo 41

Salgo de su habitación con lágrimas bajando libre y tranquilamente por mis mejillas. Me encierro entre las sábanas de mi cama y por fin abro la carta.


Melanie!


How’s going?


OMG I’m sure you would love all the things that we are visiting, the cities are awesome, Mel! Today we have the gig in Oklahoma City, OK!! Sounds right, doesn’t it? I’m having fun with the guys; they are so fucking crazy… I think Rian needs no to follow Jagk’s example but he does. Jack needs sex, you know, he must stop raping me! And Alex, well Alex misses his mom, he doesn’t realize but we know he needs her and he’s always at the phone… so embarrassing … Well we have been separated till one month, and I have been missing you since that moment. It sounds actually corny, I know… Anyway we’re having a gig in LA on Sunday and I have thought you could come… I send you the tickets w/ the letter (they’re into the packet, look for them!) There are two so you can go w/ Jacob or the other thing that lives with you I don’t remember its name very well (josue? Joshy?) I love you so much little girl and I see you every night in my dreams (corny again?) but it’s true it’s the one way to remind me how you are… blue eyes right? Haha no! Blackish-chocolate-brown eyes!! No more to say, Mel. Call me when you know something about the LA gig ok?


See you tonight!

Ahora lloro más que antes, sí, es cierto que ha sido cursi y muy extraño en él, pero eso lo hace más especial. Maldito Zack, me ha hecho llorar, me limpio los ojos con el dorso de la mano y busco las entradas en el sobre. Los Ángeles, debería ir… pero no entiendo por qué él no me preguntó nada cuando hablamos por teléfono en Hawaii, para esas fechas la carta ya estaba en casa, Joseph me lo ha dicho. Decido salir de dudas, cojo mi iPhone y aún desde debajo de las sábanas le llamo. Hay buena cobertura aquí, California para eso es especial.

-¡Melanie!


-Hola, Zack.


-Tienes voz llorosa.- ¿Voz llorosa? ¿Cómo lo sabe? Maldito Zack. Le dedico una carcajada.

-Acabo de leer tu carta.


-¿En Hawaii?


-No, tonto. Ya hemos vuelto. Tuvimos problemas…


-¿Detuvieron a Joseph?


-No… pero no porque no se lo merezca.


-¿Qué ha pasado?

Le cuento el problema de la carta y además, las aventuras de Hawaii.

-Bueno yo no te pregunté nada cuando te llamé porque pensé que no la habrías leído aún.


-Josh la había escondido.


-Es imbécil.


-De todos modos, tendré que hablar con él.


-Claro… pero al concierto ¿irás con Jake no?


-Por supuesto.


-Oks me tengo que ir, Melanie. ¿Nos vemos el domingo entonces en LA?


-O esta noche en tus sueños.- Me burlo.

Él se ríe.

-Qué cursi eres. Hasta esta noche.

Decido que quiero desconectar por un tiempo de Joseph y de sus problemas mentales. Quizás me venga bien hablar con papá de esto, Jake también es muy buen confesor, pero él no puede ser imparcial en este partido, o más bien en este penalti injusto que Josh acaba de tirar.

Busco a papá por la casa y oigo su voz junto a la de Adrienne, proviene del salón. Entro cautelosamente tras pensármelo dos veces: finalmente decido que no me importa que Adrienne también lo sepa. Lo que yo no sé es que esa conversación cambiará por completo toda mi historia en América.

-Hola.


-Hombre, ¡hola futura universitaria!- Saluda Billie Joe descruzando las piernas y quitándole el brazo de encima de los hombros a Adrienne.

-Hablando de universidades, tendrás que llevar los papeles ya ¿no?- Apunta Adrienne.

-Los enviaremos por correo, tampoco hace falta ir.

Y comienza una conversación de a dos en la que, por supuesto, solo soy una simple espectadora.

-¿Cómo que no hace falta ir? Pero si está aquí al lado, no seas vago.


-¿Aquí al lado? Si con aquí al lado te refieres a siete horas, sí, está aquí al lado.


-¡Solo es media hora de aquí al Golden West College!


-¿Golden West College?

Veo como Billie se incorpora y deja de mirar la tele distraídamente para mirar a los ojos a Adrienne contrariado. Yo tomo asiento, parece que esto va para largo.

-¿Cómo que el Golden College?- Repite mi padre.

-¿Qué le pasa?


-Adrienne…- me mira incómodo y luego baja la voz- dijimos que Melanie tendría las mismas opciones que Joseph y Jacob.

-Pero Billie, pensé que esa universidad era mejor para ella.


-¡Nuestros hijos van a ir a Stanford!


-Cariño, sabes lo que significaría Stanford para ella, quizá ella no esté preparada.

¿Qué significaría Stanford para mí?

-Tonterías, irá a Stanford, la semana que viene iremos a solucionarlo todo.


-No creo que sea lo correcto, Billie.


-Pero es lo justo.


-Quizás debas poner en orden tus prioridades.

Me asusta saber que están subiendo el tono de voz y no ayuda el hecho de que no sé cómo intervenir, si lo hago, tendré que ponerme de parte de alguno de los dos lo que significa: llevarle la contraria al otro. Como una cobarde, sigo escuchando.

-Mira, Adrienne, Melanie tendrá lo que Josh y Jake, pensaba que esto ya había quedado claro cuando lo hablamos, además podemos permitírnoslo, no entiendo por qué te opones.


-¡No estoy hablando de dinero! ¡Por supuesto que podemos permitírnoslo! Estoy hablando de su educación, ¿no has pensado que quizás sea mejor para ella un ambiente sin presión? Piensa que no está acostumbrada a llevar su… su… nivel de vida…- Hace una pausa bajando la mirada avergonzada, me encojo de hombros para intentar darle a entender que no me ha ofendido.

-¿Y por ese motivo no puede ir a una universidad privada?


-Primero, no es solo por eso y lo sabes. Segundo, no es privada.


-Pero no está matriculada como sus hermanos, nos tocará pagar como si lo fuera.


-El Golden College está más cerca de casa, no tendrá necesidad de mudarse.


-Adrienne, ya es mayorcita, no creo que la eches de menos


-¿Por qué? ¿Por qué no es mi hija? ¿Solo puedes decidir tú sobre qué es lo mejor para su educación? Esto no funciona así, Billie, y también lo dejamos claro: no actuaré como su madre a veces y como una desconocida otras.

Han sido unas palabras muy bonitas por parte de Adrienne y me alegra haberlas oído, le sonrío agradecida, pero ella no me mira, sigue contrariando a mi padre. Siento que ya es hora de intervenir, probablemente ellos no se hayan dado cuenta de que estoy ahí, razón de más por la que deben parar.

-Estoy aquí.- Ambos se giran algo avergonzados.

-Esto… Melanie… quizá sea mejor que subas a tu cuarto…- Comenta Billie con un tono de voz tan bajo que nunca pensé que podría llegar a ponerlo después de los gritos de antes.

-O quizá sea mejor que decida qué hacer yo con mi vida.- Remarco el “yo”.

Los dos se miran, al parecer, era una opción que ninguno había contemplado, sé que piensan que, por ser extranjera no sabré elegir, pero están equivocados, para algo tengo un portátil con conexión a internet en mi habitación: para investigar; y para algo tengo conocidos en California que también son recién llegados (Jake o Zack): para informarme.

-Pero, Melanie, tú no conoces bien esto…- Añade Adrienne.

-Ya pero puedo estudiarme qué ofrece cada universidad y decidir… ¿no?


-Será lo mejor.

Bien, Adrienne ya está convencida, ahora queda papá. Él tarda bastante más, busca con el ceño fruncido un motivo con el que contrariarme.

-En cualquier caso, me gustaría que vieras ambas universidades antes de decidirte. El Golden West College ya lo has visto, la semana que viene iremos a Stanford.

Adrienne da un suspiro, como si esa última frase hubiera sido su derrota.

-Jake, ¿vendrás conmigo a Los Ángeles?


-Claro.

Claro, esa es su respuesta. Simple, rápida; me sonríe desde el otro lado de la mesa. Estamos toda la familia comiendo y no he encontrado mejor momento para comunicarles mi viaje a LA para acudir al concierto de All Time Low. Joseph no ha levantado su mirada hacia mí en ningún momento y Jake acaba de bajar de su cuarto, ni siquiera se ha enterado de qué trataba este viaje y ha aceptado sin dudarlo, sin preguntar motivo y sin preocuparse de detalles.

-Tengo ganas de ver a los chicos.- Comento

-¿Cuándo podré… mos conocerle?- Pregunta Billie algo distraído.

-Pues… quizá cuando termine la gira…- Intento retrasar ese momento el máximo posible para que el dolor sea el mínimo.

-¿Cuándo es eso? ¿Al año que viene?


-Papá aún estamos en septiembre, queda mucho para el año que viene.- Por primera vez interviene Joseph en la conversación.- Acaban la gira en diciembre.

-Genial un invitado más en las comidas navideñas.

Nunca me imaginé a Billie preocupándose por su yerno, principalmente porque nunca pensé que llegaría el momento en el que tuviera que enfrentarse a ello. Se llevarán bien, me aseguro a mí misma: dicen que una mentira, repetida muchas veces, se convierte en realidad.

Jake parece divertido con la conversación, Joseph sigue en su mundo, sin preocuparse por nada o quizá demasiado incómodo para ello; la verdad es que yo mezclo los sentimientos de ambos hermanos: me divierte y me incomoda la situación a la vez. Adrienne, por su parte va acorde con Billie en todas las emociones.

-Entonces… All Time Low ¿no?

Esa última pregunta de Billie acaba produciéndome la risa, risa que acabo contagiándole a Jacob y finalmente a Adrienne. Es esta última la que acaba por responder.

-Sí, cariño, sí, All Time Low.

viernes, 11 de febrero de 2011

Inciso

Bueno, he aquí el no-capi xD Ya os dije a ambas, fieles lectoras, que no tiene nada que ver con la historia de Melanie, simplemente salió, fue plasmado y me apetecía enseñároslo. Espero que os guste y no echéis demasiado de menos a Melanie, she'll be back soon! :)



Me despierto y él es lo primero que siento. Mis pestañas rozan suavemente su piel, mi nariz palpa su olor, aspiro el aire por la boca para poder beberme su aroma, gracias. Consigo abrir los ojos después de parpadear salvajemente para que se acostumbren a la claridad de la temprana realidad.


Apoyada en su pecho solo consigo ver las sábanas protectoras del frío y conservadoras de nuestro calor, las cortinas casi transparentes me tientan con un día soleado y lleno de vida, desde esta posición puedo ver el cielo, juraría que sonriendo, gracias.

Me incorporo lentamente para tener una perspectiva de lo realmente bello de esta mañana. Él está dormido todavía, respira muy lentamente, rozando la quietud; tiene la cabeza ligeramente girada hacia la ventana, como ansiando el sol que en estos momentos le ilumina el rostro y amenaza con despertarle. Sus labios entreabiertos suspiran deseos de eternidad que intento atrapar con cada respiración. Tiene el brazo izquierdo bajo de la almohada, en el lugar donde yo he dormido, el otro reposa en su vientre desnudo, bailando al compás de éste. Y luego está su tatuaje, EL tatuaje, lo repaso con mi dedo índice deteniéndome en cada detalle, reviviendo cada curva y escuchando cada letra, está situado justo en el centro de su pecho, bajo el cuello; el mensaje “All you need is love”, en algún momento de la noche hice mi aportación y continué con el tatuaje escribiendo “and all I need is you” con rotulador. Gracias por esta perspectiva de él.

Tras mi detallada observación, decido que todo es correcto y como debe ser en una mañana de domingo, me levanto. Secuestro su vieja camiseta de Superman que lleva abandonada en la silla del escritorio desde tiempos prehistóricos, en realidad desde ayer, pero ayer ya parece tan lejano… Gracias. Resulta una supercamiseta, más que suficiente.

Mi mirada se detiene en el escritorio: una cámara polaroid me devuelve una mirada majestuosa, una de sus pasiones es la fotografía, me extraña la presencia de esta cámara ahí: cuando salimos anoche llevó una simple cámara digital. Localizó a esta última a los pies de la cama.

Me pongo cómoda en el diminuto, pero inspirador sofá que me ofrece sus servicios desde el otro extremo de la habitación. Escucho atentamente la historia que las fotos me narran conforme voy examinándolas: nuestra historia, la historia de nuestra noche de ayer… Todos de gala estábamos guapísimos, la cena fue con sus compañeros de clase, personas realmente divinas, en un restaurante del centro; más tarde tuvimos la fiesta en una sala de los mejores hoteles de la ciudad: una auténtica mansión sufrió nuestros métodos de diversión más extremos, en la fiesta estuvieron sus mejores amigos y agradecí ver caras conocidas entre tanta mirada de superioridad.

Llego de nuevo a la primera foto y, aunque no me importaría revivir las fotos hasta haberlas memorizado, apago la cámara y la deposito en el escritorio, junto a la polaroid.

Salgo de su cuarto y paseo por el apartamento… quizás “paseo” es una palabra demasiado fina para el momento”, más bien ando por el pequeño piso que es su apartamento y que a duras penas puede pagar: su escaso sueldo no le permite lujos. Se gana la vida tocando por las noches en algunos pubs con su grupo (sus mejores amigos). Agradezco que sea así, me encanta que viva por, para y de la música, que alimente su espíritu de acordes y que pierda el sueño con cada canción inacabada.

En apenas tres pasos me sitúo en la cocina. Hay que coordinar las puertas para poder pasar del salón a la cocina, pero una vez conoces el truco lo haces involuntariamente. Abro el refrigerador; la comida sana no hace demasiado acto de presencia, es más, la comida en general brilla por su ausencia. Me hago con el cartón de leche sin pensarlo demasiado y como siguiente paso, abro el armario de los vasos (de toda la vajilla en realidad) cojo su vaso, el vaso en el que él posa sus labios todas las mañanas al desayunar y lo sé porque es el primero que me da los buenos días nada más abrir la puertecita del armario, es el único que ha sido tantas veces fregado que ya tiembla cada vez que es usado y es el único que solo puede tocar él mismo debido a su valor emocional. El vaso pertenece al local donde dieron su primer concierto, además del lugar donde nos conocimos.

Sonrío al recordar la historia, no pude ser más estúpida, pero cada día doy las gracias por mi estupidez. Era la primera vez que mis amigas y yo íbamos a ese pub y su música (y ellos) nos gustaron tanto que decidimos ir a hablarles, simple, la cosa se complicó después cuando le comenté que convencía todas las noches a mis amigas para ir a ese mismo lugar y poder verle tocar, entonces él me dio las gracias por encontrar a su hermano gemelo, y es que no solo nosotras estrenábamos el pub, también era la primera vez que ellos tocaban allí. Como disculpa me ofrecí a llevarles los instrumentos al próximo lugar en el que tocaran, él decidió que aquello compensaba mi metedura de pata. Tras dos largas horas demostrándole que no solo podía fastidiar el momento una vez sino muchas más me dijo que el próximo lugar en el que quería tocar era mi casa. Tuve que llevarme su guitarra, la de su compañero, el bajo y los platillos de la batería a casa, agradecí tener a mis amigas allí para ayudarme. Al día siguiente volvió a recogerlos y desde entonces, hasta hoy.

Acudo al único sillón del apartamento que está en el salón. Me siento con las piernas cruzadas para evitar el contacto de mis pies desnudos con el suelo, mantengo el vaso de leche entre mis manos. Es un cómodo sillón tan desgastado y con un tapizado tan victoriano que pasaría por una pieza de museo y es que, en realidad, todo su salón es una pieza de museo: un mueble estantería preside el cuarto, de madera de roble ya envejecida, los libros se amontonan en ella empolvados y desencuadernados pero magníficos, no hay televisión, la vendió hace algunos meses; sin embargo, aún mantiene lo que probablemente sea el aparato más caro de la casa: el reproductor de discos de vinilo, su más preciado bien después de las guitarras, el reproductor se yergue desde una pequeña mesita al lado del sillón, bien cerca del oído humano, los discos de vinilo se reparten por toda la sala, aparecen allí donde la vista alcanza y donde el mínimo espacio les permite, ni siquiera tiene mp3 en su vida, a veces me pregunto si realmente pertenece a esta época… Gracias por la respuesta negativa. Un cuaderno reclama mi atención, es su cuaderno de canciones, sin poder ni querer evitarlo lo recojo del suelo, paso las hojas y escucho cada sonido, cada canción en el crujir del papel, llegó a la última página, ha escrito en mayúsculas el título de la canción y todos los acordes, pero tan solo aparece la letra del estribillo, el resto está vacío, huecos con un sonido mudo; el título: BABY BLUE EYES, sonrío, obviamente no está inspirada en mí quizás en su madre o en alguna de sus mejores amigas, cojo un bolígrafo y comienzo con lo que mejor se me da: escribir, me inspiro en él, en sus ojos azules y en todo lo que representan para mí. Hago un buen trabajo, lo suficientemente bueno para dejar el cuaderno en la mesa con la esperanza de que lo vea al levantarse.

Tras limpiar el vaso y depositarlo con mucho mimo en su trono me dirijo al baño, al apartar la puerta de la cocina el calendario oscila peligrosamente y acaba ladeado, cierro la puerta y lo coloco con suavidad correctamente. El calendario es un buen resumen de lo que es y será su vida, estudio con curiosidad cada cita, en el día de ayer alguien ha escrito encima, de su puño y letra leo: ”Graduación”; sin embargo, alguno de sus amigos ha puesto: “Nada de drogas, hoy sexo y Rock ‘nd Roll”; creo saber cuál de ellos ha sido; me río con su sentido del humor; he de confesar que fue en su amigo en quien primero me fijé, aun así tengo el mejor criterio del mundo, gracias. Tiene otra nota apuntada para dentro de tres días: “Médico, 12:00”; me entristece, acompaña a su madre al médico cada seis meses para unas revisiones ordinarias, hace tres años le diagnosticaron cáncer; sin embargo, tras la operación todo mejoró. Por mucho que duela, es algo que le ha hecho mucho bien a él: pensaba dejar los estudios y su madre peleaba con él día sí y día también: ayer se graduó; además aprobó el carnet de conducir para poder acompañar a su madre cuando su padre trabajara, incluso se compró un coche que le ayudo a limpiar cada domingo, no falta mucho tiempo para tu ducha, pequeño. Ya que me siento parte de su vida también, decido añadir un pedacito de mí al calendario, levanto las hojas de los meses al azar: octubre, no tiene ninguna nota a excepción de algún cumpleaños, cojo un rotulador y escribo en un día al azar lo primero que me viene a la mente, una vez escrito me separo unos centímetros del calendario para observar mi mensaje, ladeo la cabeza y asiento, comentario aprobado; el texto, una simple palabra pero una dura obligación: SONRÍE =). Por simple curiosidad decido ver cómo ha decorado (si lo ha hecho) el día de mi cumpleaños, paso las hojas hasta encontrar ese pequeño cuadradito del mes de diciembre, está vacío; sin embargo, justo en el hueco de arriba, una semana antes ha escrito: “Buscar regalo” y en el día siguiente: “Comprar regalo”, en el siguiente, él mismo ha vuelto a escribir: “Cambiar regalo por uno mejor”, no puedo evitar soltar una silenciosa carcajada, destapo de nuevo el rotulador y tacho con una equis cada orden que él mismo se ha impuesto y escribo en el hueco de mi nacimiento: “Concierto privado”. En todo el tiempo que llevamos juntos jamás me ha dedicado una nota, ni siquiera una canción cuando estamos solos, me lo debe.

Necesito despeinarme, anoche ni siquiera me quité los adornos del pelo, por lo que sigo excesivamente peinada alboroto mi cabello y divago en la estancia más íntima de la casa. De nuevo un detalle consigue sorprenderme: hay un cepillo de dientes, uno nuevo que se encuentra aún en su envoltorio, tal y como me prometió en su día: ha comprado un cepillo solo para cuando me quedase a dormir y es que no es la primera vez que uso su cama como protección de la realidad, pero sí es la primera vez que él está presente en el refugio, la primera vez que pasé la noche allí me había escapado de casa, no soy una persona problemática: vivo con mis padres, estudio en la universidad, hago deporte, aprendo idiomas y tengo a las mejores personas del mundo a mi alrededor. Gracias. Lo utilizo como si se tratara de oro. Me miro en el espejo y un alegre reflejo me presenta una dulce sonrisa con ojos aún brillantes, gracias.

Vuelvo a su cuarto, él sigue igual que cuando me fui, tiene un increíble don para eso, su tranquilidad promete el descanso eterno. No me atrevo a romper el encanto y me paseo por la habitación en busca de algo que analizar. El cuarto es en sí una obra de arte, podría pasarme horas allí entre recuerdos que flotan en el aire, notas que empapan las paredes y objetos que huelen a belleza.

Creo que el corcho que se alza enfrente del escritorio es la pieza más perfecta, apenas cabe una chincheta más, las fotografías de la polaroid ocupan todo el espacio permisible, cada cual más bonita que la anterior. Todas las fotografías tienen una historia detrás, una digna de novela. Están sus padres, su familia, su yo joven, sus amigos, sus compañeros, su primera guitarra, sus viajes… Una de las fotografías me impresiona, en el sentido más maravilloso de la palabra: soy yo, es la única imagen en la que salgo sola, estoy en su cama, sentada con las piernas cruzadas sobre las sábanas, de perfil a la cámara y mirando por la ventana, una noche apenas estrellada posa en todo su esplendor tras el cristal, en la habitación todo está oscuro salvo por una pequeña lamparita que se encuentra sobre una pila de libros y proyecta mi sombra más allá del cielo. Es preciosa, ni siquiera me di cuenta de cuándo la hizo. Gracias, sé que fue anoche: ahora mismo llevo la misma camiseta y eso explicaría por qué la polaroid se encontraba sobre el escritorio y no en su madriguera. Hay una foto que hice yo: mi hermano pequeño está en sus brazos y él sonríe mientras le saca la lengua, descuelgo la foto con mucho cuidado, los hombres de mi vida deben estar en mi vida ¿no? Así que extiendo la fotografía sobre mis cosas que están en el escritorio.

Le noto cambiar de posición en la cama, hacia mi lado, respondo a esa llamada involuntaria y acudo voluntariamente a la cama de nuevo. El colchón cruje mientras le busco entre las sábanas, al fin mi búsqueda da resultado: beso sus labios suavemente y su respuesta es casi automática. Finalmente reposa su cabeza suavemente sobre mi pecho y rodea mi cintura con los brazos. Cierro los ojos, él los abre. Gracias.