viernes, 23 de abril de 2010

Capítulo 8

Solo recuerdo que me dormí con mal sabor de boca y me desperté peor, encima era lunes: no podría compartir con nadie cercano ya que Jacob tenía colegio… pero quizás sí lejano. Al conectarme, mis dos mejores amigos están ahí, deben de ser las siete de la tarde en España. Les cuento lo ocurrido, Airin está asombrada, le parece increíble como he desaprovechado esa oportunidad, Nico opina lo mismo, pero de una manera más directa: “¿No te lo tiraste?” me río, les pregunto qué piensan que debería hacer; sin embargo, jamás llegaré a saber que respondieron, en twitter Jack había escrito: “Gracias Alex, por fastidiar el plan!” . Le pregunto con un comentario si tiene algo que ver con lo ocurrido anoche, espero que lo lea y responda algo explicando su actuación, es más rápido que los paparazis californianos (y más certero), me responde con un privado:
“Zack sabía quién iba a ir… Alex debería habértelo dicho ¬¬, luego tú le dices al pobre chico que llevabas esperando media hora a alguien que no era él. En serio, tal para cual.”

Leo el mensaje, lo vuelvo a leer, y otra vez, (tengo que tener una cara patéticamente graciosa) cuando me he cerciorado con el traductor de google de que realmente lo que he entendido es lo que pone, varias veces, me levanto corriendo, sin ser consciente de que he dejado la conversación con mis amigos a medias.

Salgo de la casa corriendo y voy hasta la puerta del jardín de Zack, está cerrada pero toco insistentemente al timbre, no me percato de que quizás no está o está dormido o haciendo algo y no quieren que le moleste, literalmente: no me importa; lo único que quiero en ese momento es hacerle saber que Alex me había dado unas indicaciones equivocadas el día anterior. Abre mecánicamente desde dentro y, tras atravesar el jardín alcanzo las puertas de su casa y me invita a pasar, lleva unos pantalones de chándal, una sudadera Hurley y va descalzo.
-Buenos días.- Me saluda en un impecable acento castellano, no le presto demasiada atención a ese hecho y comienza mi explicación.
-Alex se equivocó- me mira con el entrecejo fruncido- me dijo que en la playa íbamos a hacer una fiesta de despedida, así que cuando te dije que estaba esperando a Alex, en realidad os esperaba a todos.
No sé si me he explicado bien, creo que con la rapidez en que lo he dicho no me ha comprendido del todo bien, además, no estoy segura, pero creo que he añadido a mi explicación palabras que no existen. ¡Gracias América por este gran impulso que tengo últimamente a la no-racionalidad! De todos modos, no le he podido hacer muy mal, él empieza a reírse.

-¿Tanta urgencia para esto? Pensaba que era algo serio, Melanie.
Sí, mirándolo ahora fríamente: he salido escopetada de mi casa para explicarle que no estaba esperando esencialmente a su amigo, le he asustado tocando el timbre como una histérica y me he abalanzado a su casa rápidamente como un perro en celo. Sí, si lo miras de esta manera puedes entender que se ría, es más, puedes entender tu propia muerte como un regalo para la humanidad.
Me quedo mirándolo mientras pienso todo esto, respirando agitadamente debido a la carrera. Él aún está riéndose, pero puede pronunciar unas amables palabras más:
-¿Quieres un vaso de agua?
-Por favor.

Tras beber y tranquilizarme me vuelve a preguntar si realmente había acudido allí solo para eso, esta vez estoy más calmada y pienso un poco más con la cabeza y no con mi inclinación al ridículo.
-No…- Le tiendo el vaso, él lo deposita en el fregadero y se apoya en la repisa de mármol que rodea su cocina cruzando los brazos, expectante. Mi cerebro busca una escusa rápido, pero no acude, no se me ocurre nada que no pueda sonar estúpido- Zack…
¿Por qué era tan difícil? ¿Por qué no podía simplemente decirle que en realidad estaba allí por eso, que estaba allí por él? ¿O decirle que hubiera esperado por él toda la noche si hubiera hecho falta?
De repente caigo en una escusa perfecta que me ha proporcionado el propio Zack.
-¿Hablas castellano?
-¡Lo intento! He empezado hace poco.
-Si necesitas ayuda…
-Gracias, la necesitaré.

Camino hasta las puertas de la entrada, abro una y salgo al jardín.
-Siento el numerito, Zack.- Creo que es lo primero coherente que digo en toda la mañana.
-No te preocupes, cada vez que vienes la situación es más divertida. Te voy a contratar.-Me alegro de que se lo tome con humor, le dedico una sonrisa avergonzada.- No, ahora en serio, ¿quieres ser mi profesora de español?
-¡Claro!- Rectifico, esto es lo más coherente.- ¿Cuándo quieres que empecemos?
-Cuando a ti te parezca, profesora.

Finalmente quedamos para la tarde siguiente. Vuelvo a casa arrastrada por una nube y empujada por una ráfaga de felicidad.

Al terminar de comer y hacer mi relajada siesta acudo, tal y como es ya rutina a la sala de estudios, Jacob no se encuentra allí, miro mi reloj y es algo temprano a la hora habitual. Me dirijo a su habitación para avisarle pero no se encuentra en ella, sin embargo, tiene el portátil encendido, habrá ido al baño. Me acerco hasta su escritorio, y miro su pequeño Mac…
Me quedo observando la pantalla durante unos largos segundos preguntándome qué no encaja, tiene la ventana de su twitter abierta, pero en la pantalla aparece una búsqueda de imágenes en google: Sterling Knight son las palabras de la ventana. Se me ocurren bastantes razones para explicar esa búsqueda, pero una comienza a saltar sobre todas las demás, como un alumno superdotado que sabe la respuesta en clase y es ignorado por el profesor, pero yo nunca ignoraría a un alumno empollón…
Jacob regresa y me mira sorprendido, un brillo fugaz de temor se asoma en su mirada lo que hace que mire con interés al insistente alumno. Le sonrío y él me devuelve una sonrisa falsa, cerrando el portátil.
-¿Ya estás despierta?
-No, qué va…-
Le contesto ironizando con la intención de que la tensión que se ha apoderado de él desaparezca.
-¿Bajamos, entonces?
-Claro, a eso he venido.

Nunca bajar 33 escalones fue tan molesto y difícil, (sí, me dio tiempo a contarlos) y no lo digo por mí, pero Jacob cargaba con los libros mirando cada escalón como si tuviera miedo de ensuciar sus sandalias de Jymmi Choo con la sangre de algún asesinato a gran escala de partículas de polvo.
Al llegar a la sala, parece que ambos estamos más tranquilos, es patético este sentimiento, ni que hubiéramos cometido un crimen…
-Adivina qué me ha pasado esta mañana…
-No sé qué te ha pasado esta mañana pero más te vale empezar por anoche a las doce, Cenicienta.

Me río, definitivamente, vuelve a ser él. Le narro la historia y como siempre, no intenta ocultar su envidia.
-Jo, Melanie, yo tenía examen de español pasado mañana…
-Yo no sabía nada, Jake… De todos modos, ¿por qué no te vienes?
-¿Con Zack?
-No, las clases eran para su perro… Sí, Jacob, con Zack.
Me mira con cara de mala ostia mal fingida: su rostro angelical no puede expresar otra cosa que no sea dulzura. Durante el resto de la tarde no sacamos el tema de la búsqueda de imágenes, pero mi cabeza sigue interrogándoselo… ¿Jacob es gay? Decido no preguntárselo directamente, si me lo quiere contar lo hará él mismo, de todos modos puedo darle un empujoncito…

jueves, 15 de abril de 2010

Capítulo 7

Tras la ducha me siento mucho mejor, a pesar de la bronca de Adrienne, siento que ayer fue un gran día. Mi optimismo no dura demasiado, al llegar a la cocina me espera Adrienne con un teléfono inalámbrico en la mano y Joseph, con gesto desconfiado, en la mesa observándolo todo.
-¡Aquí está! Te la paso.

Adrienne me tiende el teléfono y siento como la poca seguridad que tenía se arrastra fuera de mí y desapareciera por la puerta. No podía estropear su confianza en mí de otra manera peor: arrastrando a su hijo, perfecto y completamente obediente, hacia el lado oscuro, esa no había sido mi intención, pero ya estaba hecho y él tenía motivos para sentirse decepcionado. Trago saliva y me acerco el teléfono al oído.
-Buenos días, papá…
-¿Está Adrienne ahí?
La pregunta me sorprende pero respondo afirmativamente.
-Muy bien, sal de la habitación como si no te lo estuviera pidiendo, ¡no pongas cara de sorpresa!
Le hago caso a todo excepto a lo último, creo que he fingido mal mi cara de “no-sorpresa”. Me dirijo al salón y cierro la puerta tras de mí.
-A ver, cuéntame qué hicisteis anoche.
Le explico todo, sin excusas, desde la playa hasta el jueguecito, la bronca y finalmente la decepción que ví en los ojos de Adrienne. Al terminar solo oigo su respiración.
-Daddy?
-No te preocupes por Adrienne, Jacob es su debilidad y le jode pensar que puede perderlo. No sale con amigos desde que dejó Oakland, me alegro de que os llevéis bien y joder ¡sí! ¡De que vayáis de fiesta juntos!
-No era una fiesta…
-Tú me entiendes, Melanie. Anímalo, dile que no se preocupe por su madre, pero que la avise antes de nada otro día.
-Ok, gracias papá.
-Nada, oye, ¿tú cómo estás?
-Me encanta esto, creo que nunca he tomado una decisión mejor.
-Me alegro. Cuando vuelva de Asia, pasaré por Europa a recoger todas tus cosas y te las llevo, ¿de acuerdo?
-Gracias papá. ¿La gira bien?
-Perfecta, pero estamos jodidos, acabamos de terminar un concierto en Shangai , son las dos de la mañana.
-Te dejo dormir, entonces.
-Ok, Melanie. Dile eso a Jacob.


Entro en la cocina de nuevo para depositar el teléfono y finjo una cara mejor, como si me hubiera afectado la decepción que se ha llevado mi padre por mi irresponsabilidad. Le cuento todo a Jacob, tal y como Billie me ha pedido y los ojos de Jacob vuelven a brillar aunque tengo la sensación de que no sonreirá de nuevo hasta que le pida perdón a su madre… y se le pase la resaca.

Esa misma tarde recibo una visita muy especial, y con especial me refiero a una palabra sinónima de Alex. Bajo las escaleras corriendo, tras el aviso de Adrienne.
-¡Alex!
-¡Melanie!-
responde imitando mi tono de voz, me río. Por un momento no sé si pedirle que pase, la casa no es mía, al fin y al cabo. Pero él me invita a salir al jardín.
-¿A qué debo este regalo que es tu presencia?
-¡Qué dulce!-
dice riendo.- Verás, mañana nos vamos todos… bueno, Zack no… pero…
-Te entiendo, Alex, entiendo el inglés, no sé si te habías fijado.
-¡Ja, ja! El caso, la despedida es esta noche.

No podía ser tan parecido a una película: los balbuceos, el chico guapo tímido (parece mentira que esté hablando de Alex) y, o bien quiere pedirme dinero, o bien quiere invitarme a la fiesta de despedida y suponiendo que fuera esto último, no tiene sentido dar tantos rodeos, hay gato encerrado…
-¿Dónde es?- pregunto.
-En la playa. A las 0:00. ¿Vendrás?
Sinceramente, no pienso que una noche de botellón en la playa sea la mejor manera de despedirse, pero mi cabeza ya está asintiendo, en parte me la estoy jugando: Adrienne no está por la labor de más fiestas por lo que no le diré nada a Jacob, de todos modos me ha invitado a mí, ¿no?

A las once de la noche ya estoy lista, salgo del baño al terminar con sigilo, algo irracional pero no quiero que nadie se entere de que me voy. Tarde:
-¿Vas a salir?- Me pregunta Adrienne.
-Pues… Si no te importa…
-¿Va Jacob?
-Mmm, no.
-De acuerdo, gracias por avisar.


Noto la ironía de su frase. Salgo, sé que tengo tiempo de sobra pero como no sé en qué punto de la playa hemos quedado exactamente, paseo sin zapatos por la arena, tan fría que llega un momento en el que dejo de sentir mis dedos. Dan las doce y sigue sin aparecer nadie por allí. Miro a mi alrededor y siento un escalofrío, la playa está completamente vacía y oscura y, no me había dado cuenta hasta ahora, pero lo que antes era una simple brisa marina ahora comienza a acuchillar a su paso cada parte de mi cuerpo: tengo frío y Alex me ha mentido, sabía que había gato encerrado pero ¿por qué? ¿qué sentido tiene?
Un coche alumbra con sus luces proyectando mi sombra hasta la orilla, oigo la respiración apagada del motor y suena la bocina estridentemente, se repite el pitido varias veces. Me entra el pánico: siempre he sido un poco paranoica y la oscuridad no ayuda mucho a pensar racionalmente, el dueño del coche podría tratarse de algún paranoico/violador/asesino, aunque también podría ser alguno de la fiesta. Decido no arriesgarme y no me muevo de mi sitio.
La bocina no tarda en parar, pero entonces oigo sonido del cerrar una puerta de un coche. Empiezo a respirar agitadamente y cambio de dirección lentamente, con intención de abandonar la playa pero sin que apenas se pueda percibir mi presencia. Oigo pasos tras de mí, aún están algo lejanos pero aprieto mi paso, los pasos se aceleran y el ritmo de mi corazón a su compás.
-¡Melanie!
Y ese viento cortante que tanto había despreciado por unos momentos me trae su voz de regalo, Zack está detrás de mí y me giro lentamente, me alcanza con unas ligeras zancadas y se queda enfrente mía.
-¿Qué haces aquí?- me pregunta mirando alrededor.
-Había quedado con Alex.
Noto que algo cambia en él, no puedo verle la expresión del rostro, la luna no está por ofrecerme sus favores esta noche, pero percibo como sus hombros han decaído.
-¿Con Alex..?
-Sí.
-Yo con Jack
.-Dice más animado- y hace una media hora, no creo que se presente.-Empiezo a entender un poco la jugarreta de Alex… y de Jack, me río en mi interior.- Creo que nos han tendido una trampa- se ríe.
No sé qué decir y creo que a él le pasa lo mismo, tras un incómodo silencio digo, para no variar y dejar de fastidiar cada momento, lo primero que pienso:
-No hace falta que te quedes…
Voilà! Muy bien, muy pero que muy bien Melanie, me arrepiento, nada más haber abierto la boca ¿para qué me dio Dios el habla? Estaría mejor sin ella, envidio a La Sirenita de Disney.
-Sí, será mejor que me vaya… Hablaré con ellos de esto, tranquila…
Se da la vuelta y comienza a caminar lentamente y con la cabeza gacha, yo me quedó en mi sitio, no me muevo, patéticamente aún espero que dé la vuelta y me diga que ha cambiado de opinión, porque yo, desde luego, lo he hecho. Y, como si del mismísimo Edward Cullen se tratase, se gira como si hubiera buceado en mi angustia leyendo mis pensamientos.
-¿Quieres que te lleve?
Podría ir andando, claro, serían diez minutos, pero también podría atarme una roca al tobillo y bucear con ella lentamente en el mar por rechazar esa oferta.

Caminamos juntos hasta el BMV plateado que ha dejado aparcado y que tanto me había acojonado minutos antes. Entro y me asiento en una elegante nube de cuero blanco, el motor ronronea suavemente a las órdenes de Zack. No tardamos en llegar, las calles de la millonaria urbanización están iluminadas y me proporcionan la seguridad que no me había dado la oscuridad de la playa.
-Gracias, Zack.
-De nada, y siento lo de hoy. La gracia de Alex es difícil de entender….
-Yo creo que ha sido más cosa de Jack…

Nos miramos y sonreímos, pero apartamos la mirada rápidamente, mantengo mi vista en la puerta de la increíble mansión Armstrong, cualquiera pagaría por entrar, de hecho, muchos pagarían solo por verla, sin embargo, yo en estos momentos pagaría para que Zack activase los seguros del coche y eso me impidiese salir.
-Qué locura…- Susurra, supongo que estoy retrasando demasiado el momento de mi despedida, suspiro. ¿Por qué era una locura? No lo era, me hubiera gustado decírselo pero, por primera vez en América, Melanie Fournier no dijo en voz alta lo que pensaba. Bajé del coche sin ganas pero con una falsa sonrisa en los labios.

martes, 13 de abril de 2010

Capítulo 6

Quedamos después de media hora en casa del susodicho, tiempo suficiente. Nos despedimos de Zack al llegar a su puerta y seguimos nuestro camino. Calculamos mal el tiempo: media hora no es suficiente para que sujeto femenino se arregle para cenar con sujeto masculino, sin embargo, cuando solo quedan cinco minutos para la hora supuesta y voy en busca de Jacob no lo encuentro en su cuarto, de hecho, lo oigo en el baño: la ducha está encendida ¿cómo puede estar aún duchándose? Le golpeo en la puerta con mala leche.
-¡Jacob vamos a llegar tarde!
No tarda en salir, con olor a jabón y excesivamente peinado. Me quejo y se excusa diciendo que no sabía que ponerse.
-Por dios Jake, es una cena con tu vecino, no la gala de los Mtv.

Cuando alcanzamos la casa de Zack pasan 15 minutos de la hora prevista, aun así un Rian muy risueño nos abre la puerta. Entramos y otra vez me golpea ese olor a canela tan típico de la casa de Zack. La situación que nos recibe es bastante cómica: Zack está tumbado en unos de sus sofás mientras Jack, de pie, tiene el mando de la tele de plasma en la mano.
-Pasa- dice Zack, tras lo cual Jack cambia de canal.- Pasa.-y vuelve a suceder lo mismo.
-Como abusas de tu suerte.- Intervengo.
Al ver a sus invitados, se levanta rápidamente y se acerca a saludarnos, con un apretón de manos, ¡malditas costumbres americanas! ¿Dónde quedan los dos besos?

En la cocina me encuentro a Alex, atareado y con un pequeño delantal atado a la cintura, nunca me lo imaginé así, ni en mis más extraños sueños. Le saludó sin poder evitar soltar una carcajada, Jacob cada vez está flipándolo más, no podría tratarse de una situación más extraña.

Cuando nos sentamos a cenar son Jack y Zack los que traen los platos, no tengo ni idea de qué es exactamente lo que hay enfrente de mí pero me lo llevo a la boca sin hacerle ascos, Alex no puede ser tan mal cocinero; está bueno, es alguna especie de carne con una salsa algo picante. Mientras Jack y Zack siguen con su trabajo de meseros, abordo a Alex.

-Me parece bien que queráis agradecerle a Zack la hospitalidad pero esto es excesivo¿ no?
-¿Agradecer?-
pregunta Zack sentándose al lado de Jacob quien está a mi derecha-¡ Ja!
-Perdimos una apuesta.- Confiesa Jack, sentándose también enfrente de Jacob, entre Alex y Rian.
-¿Qué apuesta?
Ninguno dice nada pero todos me miran, Zack los mira uno a uno con superioridad y sonríe.
-Apostaron que no conseguiría invitarte a cenar.
Me siento alagada con esa apuesta, me fijo en cada uno de ellos para ver si hay alguna trampa en sus miradas pero todos miran con odio fingido a Zack.
-Habéis sido muy valientes apostando eso.
-¿Por qué?-
pregunta Rian.
-Habría que ser ciego y retrasado para decirle que no a Zack.
Lo reconozco, siempre he tenido un grave problema: digo las cosas que pienso demasiado rápido y sin examinar las consecuencias. Tras mi frase, todo sucede algo deprisa: Jacob estaba bebiendo agua, se atraganta y escupe salpicándole a Jack, lo que le hace cerrar la boca, algo que no hace Rian que sigue con los ojos muy abiertos mirándome; Alex, por su parte, exclama un “wow” y se ríe. Desde la derecha de Jacob veo como Zack me sonríe en señal de agradecimiento y levanta su vaso hacia mí.
-¡Amén!- Exclama.
-Estáis muy poco acostumbrados a la sinceridad en USA.
-Bush hizo estragos en nosotros
.- Comenta Jacob dejando claro ciertos pensamientos paternales. Todos reímos y la cena sigue con tranquilidad, los huéspedes de Zack se irán pasado mañana y Zack parece aliviado y lo disimula bastante mal, pero no m extraña, Jacob, que no conoce el motivo de la alegría/alivio de Zack no tarda en preguntar.
-¡Casi me quedo sin casa! Tengo que llevar a reparar uno de mis ordenadores. Ayer, Rian hizo colada general y la mitad de la ropa se me ha quedado pequeña; además, no encuentro un jarrón que me regaló mi hermana…
-¡Lo robó Melanie!- Saltó Jack rápidamente, le miro sorprendida, no me lo esperaba, menudo traidor.
-¡Y una mierda! ¡Lo rompió Jack ayer mientras te duchabas!- Confieso esperando que Alex se ponga de mi parte, ya que le he librado del marrón por un momento, así lo hace.
-¡Traidora!
-Jack, te has quedado solo. Todos lo vimos. -Dice Alex levantándose para recoger su plato. Zack hace lo mismo y, al pasar detrás de Jack de camino a la cocina, se para y le da un beso en la mejilla.
-Yo te creo compañero.
Todos los que quedamos en la mesa excepto Jack empezamos a reírnos. Cuando está todo recogido surgen las dudas sobre qué hacer a continuación, está la posibilidad de ir de bares, pero la descartamos en seguida: los que merecen la pena están demasiado lejos y no cabemos todos en el coche de Zack. Rian propone hacer algún juego entretenido en la misma casa pero Zack pone mala cara, algo asustado, supongo, por experiencias anteriores.

-¿Qué hacéis en España para divertiros cuando no salís?
-Pides algo extraño, Jack
. Pero hay juegos para entretenerse sin miedo a romper nada.- Termino mirando al dueño de la casa.- ¿Tienes alcohol?
-¡Por supuesto! ¿Qué saco?

Whiskey!- Se apresura a contestar Jack, buena elección. Y Zack coloca una botella en medio de la mesa.- Con que ahí tenía escondido el minibar- oigo que le susurra a Alex.
-Pero saca vasos, muchacho, no vamos a beber a pelo.- Le digo riendo.
-¿Qué vasos?
-Los más pequeños.

Oigo como Jack y Alex resoplan decepcionados. Les explico la dinámica del juego.
-Es el juego de “yo nunca”, llenamos los vasos y empieza uno hablando y dice, por ejemplo: “yo nunca… he robado un banco” y los que sí lo hayan hecho (incluido el que lo dice) beben.
Jack se tragó todo el contenido de su vaso tras mi explicación, Zack volvió a servirle mosqueado.

-Empiezo- me decido antes de que Jack arrase con la botella él solo- Yo nunca he dormido con una persona del sexo contrario.
Todos bebemos, no hay sorpresa pero miro con curiosidad a Jacob quien responde que el otro día habíamos dormido juntos. Cierto. Turno de Alex.
-Yo nunca… no sé… he mentido a mis amigos para quedar bien.
Solo bebemos Rian, Zack y yo. Turno de Jack.
-Yo nunca le he roto un jarrón a un amigo.
Nadie bebe pero todos nos quejamos, no debe de considerarse válido, Jacob tiene la última palabra y lo titula de nulo, le toca repetir.
-Yo nunca… he emborrachado a alguien para acostarme con ella… o él.
Jack y Zack son los únicos que beben esta vez, Alex los mira asombrados.
-¡¿Qué?! ¡¿Cuándo?! ¡¿Zack?! No me esperaba algo así de ti.
He de reconocer que yo tampoco, ¿qué dificultad puede tener alguien como Zack para acostarse con alguien? Ninguno de los dos sincerados suelta prenda sobre su experiencia tras una escasa interrogación por parte de Alex y Rian, así que sigue el juego con el turno de Rian.
-Yo nunca… me he comido un marrón que no me merecía.
Todos menos el santo de Jacob, bebemos, Jack lo desanima diciéndole que habrá una primera vez, Jacob, por su parte, le explica que con nuestro padre es difícil hacer algo que le disguste porque siempre podemos recurrir al hecho de que él también lo hizo de joven. Miro a Zack expectante, a ver con qué nos sorprende.
-Yo nunca… he hecho una locura por amor.
Alex, Rian y Zack beben, no puedo evitarlo y mi mente comienza a divagar qué afortunad@ habrá hecho a Zack perder la cabeza tanto como para qué hiciera una locura, es más ¿qué locura? Nota mental para mí: espero tener la oportunidad de preguntárselo algún día. Miramos a Jacob, no coge su vaso pero dice su frase de un tirón:
-Yo nunca me he enamorado de verdad.
Solo beben Alex y Rian, he de admitir que eso nos corta el rollo a todos un poco, pero Jack, nos saca de la pesadumbre con su habitual estilo.
-Somos patéticos, tíos. –Dice mirando a los tres ocupantes que hay enfrente suya, entre los que me incluyo, sonreímos.
-Somos libres.- Añado, Zack vuelve a levantar el vaso hacia a mí y se bebe su contenido, pero Jacob niega con la cabeza.

El juego duró bastante más, estuvimos con las chorradas hasta que se que acabó la botella, Zack la mira con tristeza y sonrío. Es hora de irse, no sé qué hora es en el mundo terrenal, en el mío: la hora perfecta… tanto vaso al final tenía que hacer efecto, siento un agobio excesivo y puedo notar como mi cara está a temperatura perfecta como para cocinar en ella, sin emabrgo, el aire acondicionado está encendido. Nos despedimos de todos y Zack nos acompaña hasta la puerta del jardín, le agradecemos la cena y seguimos con dirección a casa.

Bueno, llega el momento de mencionar una de mis teorías según las cuales las situaciones jodidas pueden tener un lado bueno allá va: “Hay tres maneras de unirte a una persona: compartir cama, compartir bronca y estar a punto de morir juntos.” Pues bien, según esto, estoy muy, pero que muy unida a Jacob, y es que, al llegar a casa, Adrienne nos espera en la cocina (pienso que sabía que entraríamos por la entrada trasera por culpa de las malas costumbres de nuestro padre, que ayudaron a Adrienne a adiestrarse para un hijo rebelde).
He de admitir que pensé que, por un momento, moriría con Jacob, pero falsa alarma. Nos toca una gran bronca, bueno “nos” está equivocado, sería correcto “le”, a mí no me dice nada, es más, me ignora, pero al pobre Jacob le dice de todo: irresponsable, que no se lo esperaba, que debería haber avisado… En un momento en el que los gritos superan los decibelios permitidos decido intervenir.
-Él no tiene la culpa, Adrienne, nosotros…
-¡No me importa! ¡Melanie, no pienses que te vas a librar! Llamaré a vuestro padre inmediatamente. A dormir.- No me he rendido del todo y abro la boca para intentar disculparnos-¡YA!

Subimos juntos sin decir nada, él se va a su cuarto cabizbajo, creo que Jack tenía razón: ahí tiene su primera vez. Cuando me tumbo miro por fin la hora en mi reloj de pulsera: las 3:30 a.m, me paso las manos por la cara: me escuecen los ojos y aún me siento agobiada. Me levanto otra vez, las sábanas proporcionan demasiado calor, me siento en la repisa de la ventana: la casa de Zack aún tiene las luces encendidas, es la única… Recordando los detalles de la cena, me quedo durmiendo buceando en un mar de pequeños gestos de Zack.

domingo, 11 de abril de 2010

Capítulo 5

-¿Por qué dejaste España?- Empieza él, se había quedado mirándome demasiado tiempo y sabía que tarde o temprano se lo preguntaría, aunque confiaba en que Billie le hubiera dado una razón.
-¿Qué te dijo Billie?
-Pues… Yo no sabía ni que existías, para ser sincero. Fue un poco violento al principio enterarme de que papá tenía otra hija… Podría entender que te sacara de España para pasar más tiempo con él. Pero que te sacara para venir aquí, con desconocidos… Deberías de pasarlo muy mal…

Me encanta, cada vez me gusta más: es asquerosamente listo.
-Sí, lo pasaba mal y necesitaba cortar con esa situación.
-¿Y ahora? ¿Te sientes mejor?
-Creo que paso mucho tiempo sola, aunque no me molesta. Pero echo de menos muchas cosas.
-Salir con amigos, ¿por ejemplo?
-Sí: ir al cine, de fiesta, de compras. No tengo ni idea de cómo moverme por esta ciudad algo que no me extraña si ni siquiera conozco esta casa entera.
Jacob abre la boca para decir algo, pero sigue con sus ecuaciones exponenciales, tragándose algo, me quedo mirándole, no pienso despegar mi vista de él hasta que termine de hablar, es una buena técnica que funciona con todos aquellos que no saben en qué consiste, por supuesto, él es de esos.
-Quería preguntarte si te apetece ir mañana a la playa.
-Me encantaría ir contigo, Jacob. Además, aun no he estrenado esta playa por culpa de tus vecinos.
Me pregunta por esta última frase y le cuento la experiencia con Zack y All Time Low y mientras nos reímos, entra Joseph con cara de malas pulgas, nos mira disgustado. No dice nada, simplemente coge algo de la estantería y sale de la sala. Le comento a Jacob la preocupación en relación a su hermano.
-Intenta entenderlo, es difícil para él hacerse a la idea de que puede no ser el favorito.
-Me gustaría explicarle que no tengo intención de robarle nada, Billie Joe era la única opción que tenía para olvidarme de aquello, pero me iré lo antes posible.
-Melanie, no te preocupes por Joseph, aún así te aconsejaría que no se lo dijeras a la cara.
-Mmm… quizás un e-mail
.-sugiero.

Al final tampoco me apetece decírselo mediante un e-mail, me conecto y actualizo twitter, me fijo en que Jacob acaba de actualizar su twitter con una frase un tanto cursi, no puedo evitar pensar en lo sensible qué es… desde luego muchos genes paternos brillan por su ausencia en él, pero lo adoro de cualquier manera. Desde mi habitación huelo la cena: coles de Bruselas hervidas… no me apetece demasiado, pero me da para una nueva frase: “Se huele a coles de Bruselas, cena Vip para personas Vip…” Al instante veo un nuevo comentario de Jacob dirigido a mí. “yo huelo también, hacemos alternativo plan?” Me río con su intento de castellano y le contesto en inglés: “debes practicar mi idioma, baby, dime sobre alternativo plan”. Finalmente, me responde que vaya a su habitación y así lo hago.

Llamo antes de entrar, es la primera vez que veo su cuarto, no es muy diferente al mío tiene el mismo mobiliario pero con distinta colocación, además su ventana no tiene repisa y sus vistas dan a la piscina con jacuzzi del jardín trasero. Termina de colgar el teléfono y se gira sonriente hacia a mí.
-Acabo de informar a la realeza que nosotros pasamos de cenas Vip.
Me río con el comentario y me siento en su cama, también doble, pero la suya tiene además una diferencia: tiene una tele de plasma la esquina del dosel superior, no es demasiado grande, pero no deja de resultarme snob y me encanta. Me pide que elija una película para nuestro “alternativo plan” y salto sin dudar: ¡Charlie y la fábrica de Chocolate! Se queda un poco impresionado por el ímpetu que he puesto pero le explico mi perdición por el mix: Tim Burton + Jonhy Deep.

Mientras comienzan los créditos iniciales aparece Adrienne con una enorme caja de cartón que solo puede contener una deliciosa y apetitosa pizza.
-Jacob, cariño, ¿me puedes explicar qué es esto?
-Se llama pizza, mamá; la inventaron los italianos en el año…-
Jacob se calla ante la cara de pocos amigos de su madre y le cuenta la verdad:- Melanie y yo tenemos alternativo plan y queríamos cenar en mi habitación…
Adrienne parece sorprendida de verme allí y Jacob le arrebata la caja sin encontrar resistencia, finalmente, la mujer suspira y vuelve a salir cerrando la puerta.

Resulta un auténtico lujo cenar pizza tumbada en la cama de Jacob a su lado mientras vemos una de las mejores pelis de todos los tiempos. Descubro muchas cosas de Jacob durante toda la película: a pesar de la tradición familiar, no le gusta demasiado el punk, prefiere el pop; además no toca ningún instrumento lo que ha despertado en alguna ocasión la decepción de nuestro padre.

Sin poder evitarlo me quedo dormida en la cama de Jacob. Al despertarme él ya no está allí.

Me levanto y voy en busca del camino hacia mi habitación para coger los utensilios de aseo. Tras terminar en el baño, desayunar y tomarme las pastillas me pongo a rebuscar entre todas mis prendas en busca del bikini, pero parece que venía en el siguiente fascículo ya que no lo encuentro y tampoco recuerdo haberlo sacado de ninguna maleta el primer día, conclusión: necesito comprarme un bikini pero me encuentro ante dos obstáculos: no tengo dinero y no tengo medio de transporte para ir a ningún sitio.
Me avergüenza tener que hacerlo, pero voy hasta la sala de estudios donde está Adrienne trabajando y le explico el problema. Me da dinero sin poner ninguna pega, pero me explica que Samy se ha ido a hacer unos recados por lo que no podré ir al centro comercial, me tendré que contentar con los pocos comercios (pocos pero caros) que hay a la salida de la urbanización.

De camino hacia las tiendas, no puedo (ni quiero) evitar pasar por delante de la casa del único vecino con el que he mantenido el contacto. La casa de Zack no parece habitada en este momento, por lo que sigo con mi camino como si esa casa fuera un elemento más acompañando mis pasos.

Al llegar a las diminutas tiendas, me paro y me tomo mi tiempo observando los escaparates, no quiero gastar demasiado dinero, pero no es algo que yo pueda controlar, siempre me ha hecho sentir mejor el gastar dinero, como a cualquier adolescente, supongo.
Me decido por una tienda que tiene los mejores modelos, aunque a simple vista parezcan todas iguales: con el prototipo surfero y dependientes modelados por la mano experta de Dios. No es difícil decidirme, tengo un gusto caro pero fácil. Me dirijo con decisión a la caja tras probármelo rápidamente.

En seguida entran dos tipos cuyos rostros me resultan algo más que conocidos, casi familiares: es imposible olvidar los ojos de caramelo tentador de Alex o la familiar nariz de Jack. Me quedo mirándolos mientras se adentran en la tienda saludando al dependiente con una simple mirada. Por fin Jack repara en que le miro y frunce el entrecejo por unos instantes me pregunto si es que no lleva lentillas o ya se ha olvidado de mí, jamás lo descubriré, en cualquier caso, su compañero sí que me recuerda y me saluda con una amplia sonrisa.

-¡Melanie! ¿Qué estás haciendo?
-Pues gastándome el sueldo de mi padre en menos de un metro de tela
.- Bromeo enseñándole el bikini que el dependiente me acaba de guardar en la bolsa de cartón, una bolsa cuyo precio equivaldría al de una revista de tendencias de Vogue, así como a la cantidad de árboles asesinados. Les pregunto por su visita a la tienda.
-Hemos tenido un problema- comienza Alex mirando con mala cara a Jack.
-¡Empezaste tú! No me mires a mí.
Les miro expectantes a que alguno de los dos decidan explicarse y tras una corta discusión infantil de “no tú, no tú” durante la cual mi cabeza se movió cual espectador de un partido de tenis, se decide Jack:
-Alex, el muy listo, me lanzó un balón de rugby en el salón de Zack y con la mala puntería que tiene, le dio al jarrón que le regaló su hermana de Tokio.
-Jack, te avisé tendrías que haberlo cogido, no me jodas
.
Tranquilidad!-intervengo- eso no explica qué estáis haciendo aquí.
-Queremos compensarle- dice Alex mirando a Jack que le responde con una sonrisa infantil y asintiendo.
-Es que ya es la segunda vez que casi le destrozamos la casa, el otro día tiré agua en su portátil y aún no sabemos si funciona porque no lo ha usado todavía…
-¡Dios mío! ¡Recordadme que no os invite nunca a mi casa!
-Fue sin querer.
-El caso es que ahora queremos regalarle algo que le guste antes de irnos como forma de agradecimiento y, sobretodo, de disculpa.
-¿Una tabla de surf?-
deduzco, Jack me mira preocupado y se dirige a Alex.
-¿¿Una tabla de surf?? ¿No era un bañador nuevo?
-Me gusta la idea de la tabla.- Dice Alex caminando hasta el fondo de la tienda donde se encuentran las tablas.
-Pero Alex, con el precio de una de esas podemos comprarle un ordenador nuevo o cinco jarrones chinos de esos.
-Pero Jack, tío, se lo debemos…


Finalmente, Jack queda convencido y ambos comienzan a mirar aconsejados por el dependiente. Antes de abandonar la tienda, Alex pide mi opinión, me acerco hasta ellos, es realmente difícil escoger una pero durante mi paseo visual choco con una perfecta: es blanca con motivos decorativos en azul cielo, se la enseño a Alex y Jack y este último da una palmada.
-¡Toma! Gano yo, Alex.
-Sabes que es una de las más caras ¿no?
-No me estropees la victoria, perdedor. ¡Nos la llevamos!


Una vez fuera de la tienda, les entran las prisas.
-A todo esto, cuando fallaste el pase Zack acababa de entrar en la ducha, ya habrá salido.
-¡No jodas!-
Jack mira su i-phone con una mano: lleva la otra ocupada llevando la enorme tabla con Alex.- ¡Voy a distraerlo! Melanie, ayuda tú a Alex.

Mientras Jack sale corriendo a casa de Zack acompaño a un paso más lento a Alex, la tabla pesa mogollón y encima tengo la mano ocupada por la bolsa del bikini. Llegamos vivos pero no coleando hasta la casa y Alex me explica que tienen que guardarla en el jardín trasero y allí la dejamos. Me da las gracias y nos despedimos.

Tras una corta siesta me despierto como nueva, oigo los pasos de Jacob tras la puerta, sé que son suyos por la ligereza y, sobretodo, porque es el único que ha cogido tal confianza conmigo que ni siquiera llama a la puerta. Cuando entra y me ve tumbada me lanza una mirada punzante.
-¿Cómo puedes tener sueño a las cinco p.m?
Le sonrío, aún tengo que malacostumbrarlo a la española. Le comento por encima la costumbre de la siesta mientras preparo las cosas de la playa. En menos de media hora estamos en camino. Mi estómago lanza gritos apocalípticos y es que no he comido, tras la experiencia de la tabla tuve que ir corriendo a contárselo a Airin y cuando me quise dar cuenta me estaba tumbando en la cama y si a todo eso le añadimos un sol de envidia, queda clara la solución: sueño.

Durante el camino le cuento a Jacob la anécdota de la mañana y se queja, tiene envidia de la suerte que estoy teniendo al conocer tan rápido a la gente, me preocupa el tono en el que lo ha dicho y procedo a mi interrogatorio disimulado.
-Te resulta fácil porque no tienes que cargar con el peso del apellido.
-Eso es mentira, tus vecinos lo saben Jake, saben quiénes vivimos en esa casa.
-¿Y no has pensado nunca que, quizás, solo se acercan a tu por eso? ¿Que nunca habrá nadie especial que te busque por lo que eres y no por “de quien” eres?
-Por supuesto que las hay pero si para encontrarlas tienes que utilizar otros métodos… ¿por qué no? Seamos realistas, Jake, no nos podemos quejar por tener este apellido. Obviamente, habrá gente que se acerque por interés, pero mucha otra lo hará por curiosidad y quizás así conozcas a alguien que valga la pena.
-Tú no lo entiendes.

Me da rabia que me conteste así, puede que no le entienda pero esa es mi intención. En cualquier caso, he perdido, acabamos de llegar a la playa y la conversación ha terminado. Buscamos un sitio donde asentarnos y nos tumbamos bañados por un sol bondadoso y cancerígeno a la vez. Tras media hora cual vegetal me siento cansada y excesivamente caliente, se lo hago saber y me dirijo al agua, él, por supuesto, viene conmigo.

Siento las playas californianas diferentes, diferentes para mejor: el agua parece más pura y cristalina además los bañistas están acompañados por surfistas que nos deleitan con las vistas… Surfistas… Mi vista se pasea por todos ellos hasta que da con una tabla blanca decorada con motivos azul cielo. En ese momento no le digo nada a Jacob, no se lo merece, aún me duele que piense que no puedo entenderle.
Decidimos salir del agua cuando el sol nos castiga con su vuelta a casa. No queda mucha gente en la playa, solo algunos bañistas del inserso y los surfistas que aprovechan hasta el final. Mientras Jacob y yo nos secamos, oigo una voz detrás nuestra, solo pronuncia una palabra, la cual no podría ser más inapropiada para la tarde de playa con Jacob tras nuestra conversación sobre apellidos.
-Hey Armstrong!- Me giro y miro al dueño de la voz.
-Mr. Merrick…
Por supuesto, lleva la tabla nueva que contrasta con el traje reglamentario de surfista negro, se pasa la mano por el pelo, sacudiéndose el agua. Puede que acabe de cometer una gran metedura de pata (no tan grave como la mía, en su día) pero en ese estado se le perdona todo.
-Me alegro de que te gustara el regalo- le digo mirando la tabla.
-¿Qué regalo?-pregunta él siguiendo la dirección de mi vista.- ¿Esta? Me la compré ayer en la tienda de surf…- En ese momento palidezco mortalmente ¿cuántas veces la voy a cagar delante suya?- ¡¡Es broma!! Me encanta… ¿Te encuentras bien?
En ese momento viene una palabra a mi mente “hijo de puta”, por desgracia, en el colegio no me enseñan ese tipo de vocabulario, así que me conformo con un simple idiota y una retirada de la mirada. Él sigue sonriendo y Jacob, el muy traidor, se le suma. Zack no tarda en presentarse a mi acompañante ante mi evidente falta de iniciativa.
-¿Qué ibais a hacer?
-Supongo que volver a casa para la cena
.- Responde Jacob.
-Mmm ¡veniros a cenar! ¡Hoy tengo chachos gratis!- Le miro de nuevo para intentar descifrar si lo que estoy pensando es realmente cierto, efectivamente, por su mirada cómplice veo que así es. Al parecer, Alex ha convencido a Jack para llegar mucho más lejos que comprar un regalo.
-Suena bien- digo mirando a Jacob, quien asiente sonriente.

jueves, 8 de abril de 2010

Capítulo 4

Salgo de la habitación, ambos baños están libres, tras la nueva rutina bajo a la cocina, no hay nadie… desayuno rápidamente, friego las cosas que he utilizado y vuelvo a subir a mi habitación para –como mi antigua rutina exigía- tomarme las pastillas. Me visto y arreglo la habitación, sé que cuentan con servicio de limpieza, pero no quiero ser una carga para ellos.

Salgo a la calle, me he propuesto inspeccionar la ciudad antes de encerrarme a estudiar como una obsesa los próximos meses. Me gustaría ver la playa: desde mi habitación he calculado el camino adecuado para llegar y me pongo en camino.

La fortuna –o más bien desgracia- se cruza en mi camino: Zack Merrick y Alex Gaskarth caminan hacia la casa del primero: mi nuevo vecino que probablemente no se haya olvidado aún de mi metedura de pata. Aún quedan unos 50 pasos para cruzarme con ellos y veo como Zack le da un codazo a Alex y le comenta algo, Alex se ríe… ¡genial! Otro más… por un momento intento cambiar de dirección, pero no hay otro camino… además no quiero, aguantaré lo que haga falta. Paso resignada por su lado.
-Aprendiste a leer la hora en tu reloj?- comenta Alex, no sé si lo dice de broma, pero no me giro, sigo adelante mirando al suelo y Zack le da un puñetazo en el brazo a su compañero- oye, era una broma.
Alex me roza suavemente el brazo con intención de que me pare, me giro y le miro avergonzada.
-Siento lo de ayer, pero no quiero vivir estos próximos años con la tontería de haberla cagado… y tampoco quiero esconderme cada vez que te vea pasar…
Alex me mira curioso y Zack sonríe… siempre es una delicia cuando deleita al mundo con una de sus sonrisas, y no es muy a menudo.
-No importa, en serio- dice Zack.- Eres tú la hija de Armstrong?
¿Cómo lo sabe? Según tengo entendido, Billie no lleva mucho tiempo viviendo allí. Pero parece que en California todo va a la velocidad de la luz. No quiero que me pongan la etiqueta de “hija de”… pero tampoco tendría sentido mentirles.
-.
Alex abrió mucho los ojos algo sorprendido.
-Eres la hija de Billie Joe?!
Y en ese momento siento como no debería haberles dicho nada, simplemente he despertado su admiración por el hecho de haber nacido, no tiene mérito, suspiro. Zack parece percatarse.
-Perdona si te molesta, pero nunca te había visto y cómo empezaron los rumores de que Billie Joe se mudaría aquí con su familia y su hija española… No he visto aún a tu padre por aquí.
-Pues ya somos dos- le contesto sonriente.
-¿Ibas a hacer algo?- añade Alex.- ¿Te apetece venirte? Íbamos a repasar algunas demos con el resto y habíamos ido a por bebidas.
Me enseña la bolsa del súper, de papel, por supuesto y sonríe. Alex tiene un problema, bueno, mejor dicho, tiene una ventaja que se convierte en el problema de los demás: cuando sonríe no se le sabe negar nada.
-Claro.
Les sigo, como si no supiera dónde está la casa de Zack, cómo si no supiera que es la siguiente puerta a la izquierda. El dueño abre la puerta de entrada al jardín y nos deja pasar educadamente, Alex entra corriendo.
-Tíos!!! Adivinad qué hemos traído!
Jack y Rian están en bañador, peleando dentro de la piscina y se giran hacia Alex.
-Espero que cervezas como prometisteis- comenta Jack tirándose en plancha. Eso ha debido de dolerle. Ambos miran a sus compañeros como si algo no encajara y, finalmente Jack cae en la cuenta de que soy yo.
-Esta es…- Zack me mira, por fin se fija en qué no sabe ni mi nombre.
-Melanie.- Acudo en su ayuda.
-Tíos, ¿os traéis a una chica que no sabéis ni cómo se llama? Os pierden las caras bonitas.
Le agradezco el cumplido a Jack con una sonrisa.
-Es la nueva vecina de Zack.- Me describe Alex, agradezco que no mencione el tema de mi padre, quizás lo hace para compensar el error anterior, él ya se está quitando la camiseta y se tira con Jack y Rian a la piscina.
Zack saca las cervezas de la bolsa y se las lanza a sus compañeros y luego me ofrece una a mí. Me siento en el borde de la piscina (no llevo bañador).
-¿No se supone que ibais a repasar unas demos?- Pregunto mientras abro mi lata.
-Llevamos toda la tarde con ello- me explica Alex- nos merecemos un descanso, ¿no?
Le contestaría afirmativamente, pero desde detrás suya Rian me hace señas con la cabeza negando lo que Alex ha dicho.
Alex se sienta a mi lado salpicándome.
-¿Qué te ha hecho querer abandonar España?
-Muchas cosas, Alex… De momento me sentiría mejor si nuestra relación siguiera ignorando esos detalles.
-Como prefieras.
-Pero os interesaría saber que en España hay mucha gente rogando para que vayáis.
-Habrá que pasarse
.- Dice Jack tirándole agua Rian.

La tarde transcurre mientras los demás me interrogan sobre mi extraña mudanza, finalmente, les confieso con quién me he mudado y les agradezco haber conocido a alguien, lamentablemente, ellos no se quedarán mucho tiempo: excepto Zack, todos volverán a sus casas en Baltimore.

Llega el momento de ponerse a trabajar y todos se secan antes de pisar la casa de Zack, el chico abre las puertas y me invita a pasar. Su casa me gusta más, es más pequeña y sencilla y no tiene tantos muebles ni tanta decoración pero me gusta. Las paredes son todas blancas y huele a canela. Pasamos a una habitación en la que hay varios ordenadores y están los instrumentos de cada uno en perfecto estado, colocados impecablemente. Localizo la guitarra lila de Jack, la adoro, me acerco a ella.

-Me encanta esta guitarra.-Digo acariciando el mástil.
-¿Tocas la guitarra, Melanie?-Pregunta Zack.
-Sí y lo echo mucho de menos, espero que me la traigan con las demás cosas que me faltan…
-Si quieres suplantarme, por esta tarde te lo permito.- Dice Jack tumbándose en el sofá.
-Levántate, perro.- Le regaña Alex-Si quieres una, róbasela a Zack, tiene tres en la habitación de arriba.
-No…- Me río.- Creo que mi padre tiene el sótano lleno.
Me siento en el sofá, en el reposabrazos, donde Jack ha dejado un hueco.
-Te ha dado tiempo a inspeccionarlo, ¿eh?
-No, lo oí en un video, si te soy sincera.
-Tiene que ser duro…-
comienza Alex golpeando a Jack en el culo para que le haga un hueco- que te enteres de lo que le pasa a tu padre por internet.
-No tanto. A decir verdad, nunca lo he visto como tal, siempre lo he considerado el tito guay que consiente todas las travesuras
.
Tras este comentario todos me miran algo entristecidos ¿lástima?
-¡A mis brazos!- Dice Alex de repente abrazándome desde el sofá. No puedo evitar sentirme como en un sueño. Al separarnos, Zack bromea mencionando a Lisa.

Los días que siguieron a esa maravillosa tarde, no son ni si quiera dignos de contar, me ponía el despertador a las siete de la mañana y mientras oía como los demás inquilinos de la casa comenzaban el día haciendo sus tareas, yo abría la ventana y me sentaba en la repisa con una manta: Zack no tardaba en pasar corriendo tal y como su rutina deportiva le obligaba. Creo que nunca me ve, o eso espero, después de verlo no recuerdo mucho más ya que me vuelvo a quedar dormida. Cuando me despierto, me ducho, desayuno escasamente y me encierro en la habitación a estudiar hasta la hora en la que vuelven Joseph y Jacob del colegio a comer.

Tengo muy buena relación últimamente con Jacob, el pequeño, es demasiado dulce como para que alguien pueda no quererlo. Le ayudo siempre que puedo con los deberes y, a pesar de la diferencia de edad, es bastante maduro y dice que entiende mi situación, de hecho empezamos una conversación interesante, mientras estudiamos juntos en la sala de estudios donde trabaja Adrienne por las mañanas…

Capítulo 3

Me despierto, todo sigue oscuro, son las 4 a.m según el reloj de la mesilla de noche. No se oye ningún ruido, ni dentro, ni fuera de la casa supongo que ya no llueve. Me levanto silenciosamente, ya no tengo sueño: no tiene sentido seguir en la cama. Enciendo la luz de la habitación y comienzo a deshacer las maletas tranquilamente y con mucha delicadeza: no quiero despertar a nadie. Me alivia encontrar mis pastillas en la primera maleta, las deposito en la mesilla y sigo… Tardo más de una hora en colocarlo todo a mi gusto y, tras esto, me vuelvo a conectar a twitter. Airin está conectada le explico todo como puedo mediante privados y ella sigue flipando, no se lo cree.

Son las siete de la madrugada cuando comienzo a oír ruidos en la casa, me despido de Airin y voy en busca de algún baño en aquel pequeño pueblo que es la casa de mi padre, recuerdo haber visto uno cerca de las habitaciones de Joseph y Jacob, lo localizo y me dirijo hacia él con todo mi ejército de aseo. Pero Joseph se me adelanta, entra con rapidez y cierra la puerta tras de sí, Jacob lo ve y se queda mirándome curioso.
-Hay otro baño más, abajo. Ven.
Me acompaña hasta abajo y me enseña el camino. Le doy las gracias y se lo ofrezco por si necesita entrar él primero, al fin y al cabo, yo no tengo que ir al colegio… Me lo agradece pero insiste en que pase yo.
Así lo hago, pero tras la ducha me toca recorrerme toda la casa y subir las escaleras con una diminuta toalla y lo pringo todo de agua, me visto rápidamente y bajo a limpiarlo pero Adrienne ya está allí.
-Lo siento, iba a limpiarlo yo…
-No te preocupes.- Se fija en la toalla que llevo en las manos- ponla a lavar y ves a desayunar.
Obedezco, esta vez, encuentro con facilidad la cocina por el olor a tortitas. Joseph ya está allí y Jacob no tarda en llegar, tras haber podido usar el baño. Les saludo y me siento al lado de Jacob. Me sirvo dos tortitas y un vaso de zumo.
-¿Vas a venir al colegio con nosotros, Melanie?- pregunta Jacob.
-No. He de apuntarme a la universidad.

Me desea suerte (no entiendo por qué) y ambos se despiden, recojo la mesa y friego, mientras tanto, aparece Adrienne en pijama y soñolienta. No sé qué debería hacer mi primer día en California y eso es malo, a pesar del tópico de los buenos resultados que da la improvisación en USA.
-Mmm… ¿Adrienne..?
-Dime.
-¿Necesitas que te ayude en algo hoy o..?
-Melanie, deberías apuntarte a la universidad, tu padre me dijo que te quedarías hasta finalizar tu carrera aquí.

-Sí, es verdad… -primera duda resuelta- pero no sé… ¿podrías decirme cómo llegar?
Se gira hacia mí y da un sorbo de su taza divertida, me sonríe.
-Samy te llevará.
-Gracias.


Me seco las manos y me dirijo a la puerta principal del jardín, allí me espera Samy, el mismo hombre de ayer. Me abre la puerta trasera sonriente. He de decir que todos están siendo muy amables conmigo, pero todo queda ahí: amables y educados pero frívolos, una frialdad difícil de ver en España. Me siento sola, he venido hasta aquí y lo único que he conseguido hasta ahora es más independencia, una independencia que ralla la soledad. Jamás antes he tenido tantas cosas qué hacer por mí misma.
Samy arranca y comienza el paseo…
Algo capta mi atención: dos chicos, uno de ellos en monopatín, me gustan… Disfruto de las vistas traseras hasta que al que iba andando se le ocurre la genial idea de empujar a su compañero de broma, creo, y éste se cae; su compañero empieza a reírse de él, ni si quiera le ayuda a levantarse, pero de repente sale un tercer chico de una de las lujosas casas riendo también y le ayuda a levantarse. Siento un gran interés por éste último, me gustaría acercarme y, por primera vez en California, mis deseos se cumplen, Samy pasa con el coche justo por delante de ellos. Los observo de cerca y mi respiración se corta: el chico que ha salido de una de las lujosas casas de la urbanización en la que yo misma vivo ¡¡es Zack!! Mi más espiado/admirado en twitter y en cualquier sueño, he de reconocer que suena muy patético pero creo que este podría ser un motivo para no quemar la bandera. Por supuesto, ellos no me ven gracias a la ultimísima tecnología de los cristales tintados que tanto le molan a mi padre.

En la universidad me explican que necesito aprobar un examen para poder acceder. La prueba será en julio, aún estamos a mayo, les doy todos los datos que me piden y le agradezco la información, cuando volvemos y Samy me abre la puerta, me dirijo hacia Adrienne para explicarle los funcionamientos de la universidad. Pero ella está trabajando y me corta tajante.
-Melanie, no soy tu madre. No tienes que darme explicaciones de lo que haces o adónde vas, eres libre, si quieres un consejo, haz como hizo tu padre, lo que más te apetezca en el momento que te apetezca. A él le funcionó.
Sonrío, a pesar del corte que me he llevado al principio por su parte, me alegro de que sea así, no necesito a nadie que me prive de mi libertad aunque esto me hace pensar… si algún día no vuelvo a casa porque me han secuestrado o me ocurre algo malo ¿se preocupará por mí? ¿Avisará por lo menos a mi padre?

Salgo a la calle tras depositar los papeles en mi cuarto y actualizar twitter con las novedades del día: así me evitaré que me pregunten cada vez que esté en línea. No puedo evitarlo y mis pasos me llevan otra vez hasta su casa… necesito comprobar que realmente era Zack Merrick a quien había visto aquella mañana. Y como si la mismísima California intentara comprarme allí está… acaba de salir de su casa y camina con tranquilidad, lleva unas simples gafas de sol blancas: sus gafas. Sé que si hubiera estado en España y me encontrara en la misma situación, probablemente no me atrevería ni a mirarlo… pero ¡Estoy es Estados Unidos! No me perdonaría si no le hablara en toda mi estancia aquí. Me dirijo hacia él nerviosa, sintiendo cómo me tendría que haber preparado mejor: no llevo la ropa adecuada, el pelo no me lo he peinado desde esta mañana… y pensando todas estas gilipolleces no me he dado cuenta de un detalle tan simple, que será mi perdición, es decir, mi manera de dejarle un recuerdo en la mente a Zack Merrick.
-Perdona.- Él se gira y me mira, agradezco la presencia de sus gafas de sol, sus ojos se me harían demasiado difíciles de resistir. -Tienes hora?
Me he puesto tan nerviosa que no he tenido tiempo de pensar la pregunta y eso me ha hecho meter la pata hasta el fondo. Él me mira con incredulidad, y luego se fija en mi muñeca izquierda (decorada por un bonito reloj de correa de piel blanca).
-No pero…- coge mi muñeca suavemente y se acerca al reloj- es la una y media según este reloj.
-Gracias. - Contesto sonrojada, él sonríe y se aleja siguiendo su camino. Debería retirarme, esconderme en mi cuarto y no volver a salir, por el bien de la humanidad.
Al día siguiente me despierto con los sonidos típicos de la casa: oigo la ducha, (Joseph debe de haber ocupado otra vez el baño antes que nadie), el aceite de la sartén, sonido de abrir y cerrar de puertas…

No me levanto, me acuerdo de lo que me pasó ayer y lo único que me apetece es volver a dormirme, hundo la cabeza entre las almohadas con un olor exquisito que me recuerda a mis sábanas españolas… Otro día melancólica… ¡Genial! (nótese la ironía). Necesito hablarlo con alguien, obviamente o acabaré otra vez depresiva y no quiero que eso ocurra, no aquí, no ahora…
Me dirijo a mi portátil y encuentro a mi mejor amigo conectado… hace tiempo que no hablo con él: no sabe de todas las novedades ya que ni siquiera va a mi instituto. Pero me equivoco, sí que las sabe supongo que Airin se habrá encargado de informarle de todo. Le relato resumidamente de cómo ha ido el primer día y no tardo en contarle mi experiencia con el mismísimo Zack, se ríe, me lo puedo imaginar en su casa casi caído de la silla y medio llorando… Él, por supuesto, sabe perfectamente quién es Zack, no en vano, doy tanto por culo con el tema… Le digo que me siento fatal y, como siempre, me anima, me anima a pensar que hay que luchar por uno mismo, siempre lo he admirado por su fortaleza.

miércoles, 7 de abril de 2010

Capítulo 2

Estamos aterrizando, trago saliva, una batidora empieza a hacer su papel en mi estómago, siempre me pasa, siempre que me pongo nerviosa mi estómago se hace puré, por eso necesito unas pastillas, recuerdo este detalle… espero que mi madre las pusieras en alguna de las tres maletas…

Llueve. Sí, en California, en plena Hurlington Beach, está lloviendo. Supongo que esa es la forma que tienen los Estados Unidos de América de darme la bienvenida. Bien empezamos…

Salgo del avión y recorro un pasillo interminable hasta alcanzar el auténtico aeropuerto. Allí está Adrienne, como una más, bueno no como una más, tiene la belleza típica de una mujer-Tim Burton. Lleva unas gafas de sol oscuras y va vestida completamente de negro, me acerco a ella y me sonríe, le hace una seña al hombre que iba con ella y me acompañan a recoger mis maletas.

Cuando llegamos al coche, el hombre carga las maletas y nos abre la puerta, ocupa el asiento del conductor y allá vamos. Adrienne no ha dejado de sonreír en ningún momento, me pregunta por el vuelo.
-Muy largo, estoy un poco mareada.- Como si la causa de mis arcadas fueran las turbulencias del aterrizaje.
-Descansa cuando llegues.

No me dice nada más durante todo el viaje, el coche avanza por las lluviosas autopistas rápidamente. Adrienne mira por su ventanilla y yo hago lo propio, es un viaje largo algo más de una hora hasta llegar a la casa durante el cual mis nervios no han cesado.

El hombre, muy educado nos vuelve a abrir la puerta, estamos en una urbanización de lujo y no puedo evitar preguntarme quién vivirá en las demás casas de alrededor. El coche para delante de un chalet enorme que podría ser calificado fácilmente de mansión sin ser discriminado por la RAE. La miro y me siento peor, Adrienne me empuja suavemente para que entre primero, abre la primera puerta que da a un enorme jardín lleno de trastos: casita del perro, bicicletas, un quad… No se privan de lujos. Llegamos hasta la puerta principal, rectifico, “las puertas” son dos, la dueña de la casa abre una y me invita a pasar al mismísimo paraíso terrenal. Nada más el vestíbulo daría envidia a la mismísima Capilla Sixtina. Oigo voces desde una puerta a la derecha ¿el comedor?
Adrienne avisa a sus hijos abriendo la puerta. Vienen los dos rápidamente: Joseph y Jacob, a ellos también los he visto antes en fotos. Joseph me mira intentando disimular la cara de pocos amigos, Jacob parece indiferente ante el hecho de que alguien nuevo haya llegado a su casa, como si sucediera todos los días. He de reconocer que Joseph, de 15 años, me asusta un poco, quiero decir, parece que vaya a echarme patadas de su casa en cualquier momento. Sin embargo, Jacob, de 13, parecía tan cute.

Adrienne me enseña la casa rápidamente, intento almacenarlo todo en mi memoria pero es un gran laberinto de pasillos y no estoy segura de poder encontrar la cocina a la mañana siguiente. Por fin llegamos a mi habitación, es simplemente perfecta, hay una cama doble y un escritorio enfrente con un Apple blanco apagado. El armario también parece enorme, pero está vacío. Mis tres maletas ya están allí. Me quedo embobada con la ventana, es perfecta llega hasta la altura de las rodillas y tiene un pequeño escalón a la misma altura en el cual me puedo sentar y ver desde allí (aparte de la casa de enfrente) la playa… ahora no se ve muy bien por la lluvia, pero eso hará que no eche tanto de menos mi otra vida… Parece que sea una fugitiva de la mafia rusa, por el amor de Dios. Me despido de Adrienne y le doy las gracias por todo. No puedo evitar centrar mi vista en la pared que hay encima de la cama: una gran bandera de los Estados Unidos colgada, con una pequeña tarjetita enganchada con una chincheta. La cojo, es de Billie.

Bienvenida, espero que te guste la habitación. Descuélgala si quieres o quémala, eso sí, dentro de casa o tendrás problemas… Buena suerte!

Enciendo el i-Phone de nuevo, tengo que llamarle, pero antes, descuelgo la bandera: espero que algún día USA me dé un buen motivo para colgarla. En seguida oigo la voz de mi padre.
-Hola! qué tal has llegado?
-Perfectamente, pero estoy cansada creo que voy a dormir un rato.
-Ok, ¿qué tal con los chicos?
-Aún no estoy segura, pero creo que bien.
-Te encantarán.
-Seguramente
- miento.
Nos despedimos, son las cuatro de la tarde, aun así me quedo durmiendo con tan solo el contacto de las sábanas de aquella cama.

martes, 6 de abril de 2010

Capítulo 1


Otra vez aquí, otro día más en esta rutinaria y penosa vida. Ahora mismo estoy en clase, el sol entra por la ventana tentándonos y reflejando un mar delicioso. EL profesor de Historia se pasea alrededor de la clase seguido por su eterno discurso sobre la Revolución de 1917. Mi mente continúa en el reflejo del mar cuando me percato de que mi compañera ha comenzado una conversación en la mesa, le contesto y así damos pie a una nueva historia digna de Terry Prachett. De repente, un hombre llama a la puerta, completamente trajeado, deduzco que no trabaja en el instituto primero porque nunca lo he visto y segundo, porque sus ropas son excesivas para un cargo público creo que si solo subastara su chaqueta en eBay conseguiría suficiente dinero como para sacar de la pobreza a media África.
El hombre entra con seguridad en el aula y se presenta en un inglés impecable al profesor de Historia: ¡error! En España no estamos tan preparados “Welcome to Spain man in black” le susurro a mi compañera que se ríe con complicidad, puedo decir, aun siendo modesta, que somos las únicas de la clase que sabemos algo de inglés y las únicas que hemos entendido al hombre: es un abogado y está buscando a un alumno ya que su padre ha reclamado su custodia y se la acaban de conceder… ¡Genial! Numerito para clase de Historia, la verdad es que hacía falta. Mi compañera y yo le explicamos al profesor lo que el hombre quiere decir, pero el profesor no lo ve adecuado: no puede estar permitido llevarse a un alumno en mitad de una explicación de tal calibre y éste pensamiento lo intenta manifestar en un inglés ridículo al abogado que le empieza a mirar con asco. Finalmente pregunta “Who’s Melanie Fournier?” Segundo error, toda la gente me mira ahora y yo estoy acojonada: ¿cómo puede ser que un hombre que no conozco haya pedido mi custodia y, digo más, que la haya conseguido? Le digo al profesor que yo a ese tío no le conozco de nada y que no me pienso mover y luego se lo traduzco al señor abogado, el hombre suspira, como si no hubiese querido tener que recurrir a eso…
Y entró él… el mismísimo Billie Joe volvía a pisar un instituto por primera vez desde que le expulsaron a los 18 por vender porros. Llevaba tiempo pidiéndole que exigiera mi custodia pero nunca lo dije en serio, sin embargo, ahí estaba: mi padre biológico había venido a buscarme. De repente, durante los escasos segundos que tarda en llegar hasta a mí pienso en tantas cosas… ¿cómo iba a ser mi vida ahora? ¿Podría decirle que, a pesar de haberle hecho venir desde tan lejos, no estaba segura de querer abandonar todo? Pero en el fondo sé por qué le pedí eso en su día: estoy cansada de la vida que estoy llevando, no soporto muchas cosas y estoy triste demasiado tiempo. Esto él lo sabe pero ¿cómo lo había conseguido?
-Daddy- susurro.
Él se acerca y deposita varios folios delante de mí, no me hace falta leer demasiado: en seguida distingo la firma de mi madre en la primera hoja…
-¿Era esto lo que querías?- me pregunta en un inglés muy yanqui.
No puedo evitarlo y las lágrimas acuden a mis ojos ejerciendo una presión difícil de soportar, aun así consigo aguantar lo suficiente para pensar en recoger las cosas, mi padre me mira con tranquilidad, sabe que está despertando gran expectación entre mis compañeros, pero está disfrutando, le encanta, además sabe que ellos son una causa de que yo haya tomado la decisión de recoger la mochila para nunca volver a llevarla a ese mismo lugar y le divierte el hecho de ver la expresión de estupefacción de sus caras.
-¿Dónde vamos? ¿A California?
Billie vive allí los pocos meses -o días- que no está de gira con el grupo. Sin embargo, no obtengo ninguna respuesta, Billie mira al abogado que parece tener cara de pocos amigos y niega con la cabeza.
-No- responde Billie- A Manchester.
Termino de guardar hasta el último boli y me pongo la chaqueta, me despido de mi compañera: la echaré de menos, pero ella sabía todo esto, sabía que me iría tarde o temprano… Me despido con un beso y me dirijo a la puerta sin dirigirle la vista al profesor.
Por fin, tengo la sensación de haber eliminado una gran presión que pesaba demasiado, Billie me pasa el brazo por los hombros y me da un beso en la frente “¿Cómo estás?” me pregunta, le respondo que bien y aprovecho para preguntarle cómo ha conseguido la firma de mi madre, me explica que simplemente le había dicho lo mismo que yo a él y fue suficiente… Me siento mal por ella, fui demasiado cobarde como para confiarle nada y sin embargo, se lo dije a un completo desconocido al que solo había visto tres veces contadas en mi vida –una en concierto- y con el que hablo -con mucha suerte- una vez cada tres meses.
Estamos en el coche de camino al aeropuerto, hay tres maletas mías en el maletero que mi madre ha preparado, esto me hace sentir una angustia insoportable que solo supero con el pensamiento de poder olvidar… Aún quedan cosas en mi casa que necesitaré… pero mi padre dice que me las llevarán con más tiempo.
-Melanie,-dice mirando del abogado a mí y de mí al abogado- no vamos a Manchester, voy a Manchester… tú irás a California con Adrienne y mis hijos…
Trago saliva, no me lo esperaba… creía que empezaría una vida nueva con un desconocido con el que, al fin y al cabo, tenía algo de relación de parentesco; pero en realidad voy a vivir con unos desconocidos que para más inri estoy segura de que no sabían de mi existencia hasta ayer y probablemente me detesten por aparecer así en sus vidas cómo si tuviera algún derecho a hacerlo. Mi padre me mira con preocupación, sabe lo que pienso.
-No te preocupes. Lo saben, no les importa… Cuando llegues al aeropuerto de California te estará esperando Adrienne la reconocerás?
-Sí- le contestó en castellano para dejarle claro mi miedo en esta situación, preferiría enfrentarme a esto con él, es más, pensaba que iría a SU casa, no a la casa de su familia aunque está claro que , para el caso, es muy parecido. Por suerte, he visto antes a su mujer: lo acompaña a todas las entregas de premios.
Llegamos por fin al aeropuerto y me ayuda a descargar las maletas, se cubre la cara con unas oscuras gafas de sol y una gorra y nos adentramos en el enorme espacio con olor a nube, me acompaña hasta el momento en el que me toca embarcar, iré hasta California parando en Nueva York antes, en total, más de doce horas… Nos despedimos con un abrazo y me pide que le llame al llegar, asiento, estoy muy nerviosa trago saliva y pasó el control. Se queda mirándome desde el otro lado y levanta la mano con el pulgar hacia arriba.
Me toca esperar hasta que den paso a los pasajeros de mi vuelo para entrar en el avión. Pongo en sonido mi i-phone, tengo un mensaje desde que salí del instituto con mi padre, mi compañera Airin me pregunta de qué va todo esto le respondo con una smiley y me conecto a internet, entro en twitter, por supuesto, ¿qué sería de mi vida sin ese gran invento? Miro los últimos tweets: ha comentado Alex Gaskarth, en respuesta a un comentario de Zack… me encanta leer sus conversaciones.
Finalmente llaman por última vez a los pasajeros de mi vuelo y me apresuro a actualizar mi estado con alguna frase pesimista con tendencia al suicidio. Nos vemos en unas horas USA!
No estoy segura de cuánto tiempo ha pasado, me he dormido durante el vuelo a Nueva York y mi compañero de asiento de lujo me ha despertado. Cuando entré al avión y vi mi asiento en primera los nervios parecieron, por un instante, algún otro mal invento de la iglesia… Pero luego apareció mi compañero de asiento, un hombre trajeado de una manera muy hortera pero carísima a la vez, obviamente era una persona que había ganado una fortuna en poco tiempo, sino, no se explicaba su falta de costumbre… no encajaba. Y no digo que yo sí… pero aquel hombre era de los que le gustaba la conversación y me despertó en pleno vuelo:
-Perdona,- dice golpeándome en el hombro- ¿sabes cuándo van a servir el almuerzo? ¿o hay que pedirlo? No es que sea urgente ¿sabes?, pero me gustaría…
-Excuse-moi- respondí- je ne parle pas espagnol…
Admito que siempre se me dieron bien los idiomas, el hombre se gira y me mira con cara de decepción. Sigo mirando por la ventana, está oscuro ¿llegaré por la noche? Me gustaría saber qué hora será cuando llegue…
Ya he hecho el transbordo en Nueva York, estoy en el vuelo que me llevará al aeropuerto de Hurlington Beach, donde Billie quiere que viva con su familia. No hemos acordado cuánto tiempo estaré, de hecho, no hemos tocado ese tema, no quiero molestar demasiado a Adrienne y a sus hijos, tampoco quiero ser una molestia quiero quedarme poco tiempo pero ¿cuánto es poco tiempo? Un par de años, quizá más…