viernes, 17 de diciembre de 2010

Capítulo 38

Es una zona bastante salvaje de la isla de Honolulu, una zona muy verde, apenas profanada por la mano del hombre. Una humilde casita de madera se encuentra al lado del aparcamiento.


Es una pequeña empresa de alquiler de helicópteros, Josh alquila uno para una hora, nos presentan a nuestro piloto y allá vamos.

Es una sensación espectacular la de sobrevolar la isla en helicóptero. El ruido, al cabo de unos minutos, resulta incómodo a pesar de los cascos, aún así, es una experiencia única. Aprovecho para tomar algunas fotografías -nada artísticas- para la prosperidad. Al mismo tiempo, el guía nos iba comentando algunas características de la isla. Es como escapar de todo, desconectar unos instantes para separar mente y cuerpo, dejando que mente sea la única protagonista y cuerpo simplemente preste sus servicios sensoriales. Es como respirar un aire nuevo, un aire jamás respirado y tan puro que ninguna otra persona lo ha experimentado jamás.

Ninguno de los dos hablamos durante el trayecto, tampoco lo hacemos al bajar, solo nos miramos sonrientes, como si acabásemos de haber alcanzado el máximo placer. Veo cómo le brillan los ojos a Joseph y aún respira por la boca, no es típico verlo tan contento, empiezo a pensar que Josh tiene una faceta muy personal que no deja mostrar nunca y ahora lo está haciendo inconscientemente.

De vuelta en el Mini seguimos sin mantener una conversación digna de ese nombre, nos dedicamos a exclamar adjetivos sobre la experiencia, tales como: increíble, maravilloso, orgásmico, único… en un orden pragmático casi perfecto.

Llegamos al hotel cuando ya ha oscurecido, por supuesto, el resto de la familia ya debe estar allí. Entro en la habitación seguida por Joseph que se tumba en el sofá y desconecta el mundo real para sumergirse en la red de Internet con su portátil.

-¿Jake?


-Estoy aquí.- Oigo su voz desde el baño- Pasa.

Me recibe un una estancia mágica repleta de burbujas y perfume de chuches. Mi hermano esta en el jacuzzi cubierto hasta los hombros de espuma, con una sonrisa en los labios y expresión inocente e infantil que se acentúa al verme y que queda potenciada por ese olor en el baño a tienda de golosinas. Me siento en la taza del váter, trono de aquel reino, a la derecha del rey.

-¿Has pasado todo el día con él?


-Así es.


-Y has sobrevivido, increíble.- Dice, pero sin rastro de reproche en su voz, solo burla.

Le pregunto por su día en el parque de agua, me comenta las anécdotas más sonadas como buen rey cotilla y como le han abandonado Billie y Adrienne: en realidad se fueron a cenar y Jacob quería quedarse para darse un largo baño relajante. La verdad es que le envidio. Me invita a participar en su baño, ya que hay sitio para dos, como máximo, pero rechazo la invitación.

-Esta noche hay una fiesta.


-Todas las noches hay fiesta aquí.


-Se trata de ir vestidos de algún color al completo.


-Mmmm… - Aún no me ha terminado de convencer.


-Hay que pagar un suplemento para entrar, pero incluye cóctel, orquesta y lunch.


-¿No será para viejos?


-¡Habrá de todo!- Sigo dudando, mi cuerpo no está hecho para aguantar tanto en un día: gimnasio, clase de surf, helicóptero…- ¿vienes?

Y ahí acaba todo, ahí es cuando termino de derretirme ante la mirada dulce de Jacob y acepto, ni siquiera tiene que insistir, él y su actitud se bastan para que no me atreva a contradecirle, algo parecido me pasa con Joseph pero su actitud es completamente opuesta.

Aviso a Joseph de que vamos a salir, pero cuando queda enterado de que nos dirigimos a una fiesta se apunta también. Procedemos a la táctica de dispersión pre-fiesta, como si lo hubiéramos ensayado, cada uno ocupamos nuestro lugar para arreglarnos, Josh se queda en el dormitorio, Jake tiene el baño y yo voy a la habitación de Billie y Adrienne por la puerta que comunica las habitaciones para invadir su baño ante la falta de espacio en nuestra habitación.

Decido que iré de blanco por completo, es el único vestido apropiado que me he traído para una fiesta, de algodón lo que quizás lo haga un poco ligero para una noche fresca. Una vez vestida, peinada, maquillada, perfumada y emperifollada en general, entro de nuevo en nuestra habitación donde ya no hay nadie. Parece que ambos sujetos masculinos se encontraban demasiado ansiosos por volver a socializar nocturnamente. Bien, bajemos.

Un hombre disfrazado de pingüino me toma los datos muy cordialmente y, después del intercambio de dinero, me permite pasar a la terraza. Tal y como predije, es una noche fresca, el escenario es un campo decorado con sillones de terraza blancos y velas perfumadas por doquier, aunque el olor a césped es difícil de disimular, los camareros también brillan con sus disfraces, moviéndose de un lado para otro con bandejas bien soberbias ofreciéndolas a los participantes de la fiesta, todo muy elegante, cual anuncio de Ferrero Rocher.

No localizo a Jacob por ninguna parte, sin embargo, pronto encuentro a Joseph, lleva una copa en la mano y se dirige a un corrillo de tres chicos de su edad aproximadamente; al verme, me mira de arriba abajo y asiente, como si me estuviese dando permiso para estar en la misma fiesta y no producirle vergüenza ajena, pero no me da la bienvenida ni me ayuda a integrarme. Él viste de negro al completo, por cierto.

No estoy acostumbrada a ir a fiestas sin conocer a nadie, quizá sea un error estar aquí, un camarero joven y muy atractivo pasa por mi lado ofreciéndome sus delicatesen, entiéndase por ello las copas de champagne, me sirvo.

Pronto me encuentro con una cara conocida: Giovanna está cerca de uno de los sillones luminosos, aparentemente sola, ese aparentemente es lo que me hace dudar sobre si acercarme o no, una sonrisa por su parte acaba por darme el empujón. Ella también lleva un vestido, solo que de color rosa palo, muy sencillo a la par que femenino.

-Buenas noches.- Saludo.

-Hola, Melanie ¿qué tal todo?


-Va benne. ¿Estás sola?


-Si lo dices por Tom- las pilla al vuelo, esta chica- sí, estoy sola. Se ha ido hace un momento… trabajo, ya sabes.

Por el tono de cansancio con el que lo ha dicho, sé que esconde mucho más de lo que su simple frase ha dejado entrever. Le propongo sentarnos.

-Las relaciones con un trabajo así de por medio siempre son duras.


-Claro.


-Pero vosotros lo lleváis bien, se os ve felices.- Continuo a riesgo de parecer típica, sé que esto se lo deben decir todos los días.

-Quiero a Tom más incluso que el primer día, pero eso no quita que quiera disfrutar más de él, por más tiempo; -hace una pausa- pero es su trabajo y lo respeto, igual que él respeta el mío.


-Lo sé.- Y lo he vivido, aunque no lo quiera admitir.- Tú y su trabajo le hacéis feliz, es como una amante con la que tienes que aprender a compartirlo.


-Exacto.


-A mi me pasa lo mismo.- Me sorprendo a mi misma confesándome, no entiendo muy bien por qué lo he hecho, pero supongo que necesitaba compartirlo con alguien que siente lo mismo.

-¿Es duro, verdad?


-No sé qué decirte, apenas se ha ido hace un mes…

Compartimos experiencias como dos amigas más con algo en común, pero en ningún momento le desvelo la identidad de Zack y no tengo muy claro el porqué. De repente suena el móvil de Giovanna.

-Es Tom.- Contesta levantándose. Al colgar, se excusa diciendo que tiene que irse.

De nuevo sola. Ni si quiera el champagne me acompaña ya. Pero no por mucho tiempo: Jacob no tarda en aparecer y dejarse caer a mi lado pesadamente, con un mojito en la mano.

-¿Qué tal la noche?


-Mmmm… ese camarero de allí me ha tirado los tejos.- Dice mirando hacia el chico tan guapo que me ha servido al principio de la noche, no estoy muy segura de si es cierto, el chico parece irradiar simpatía por todos los lados, quizás Jake lo haya confundido.

-Al menos está bueno, no te quejes.


-Maldito pederasta.- Lo pronuncia de una manera extraña en él, de una manera que suena a alcohol.

-Jake… ¿estás bien?

-No… -suelta una larga carcajada estúpida e infantil- estoy borracho.

Sí, está borracho, me cuesta admitirlo, pero mi dulce Jake, el que minutos antes se bañaba con gel con olor a piruleta ahora está borracho. Le quito el vaso de las manos y no ofrece resistencia.

-Aishhh, Jake, Jake…


-Melanie…


-¿Qué?


-A veces estoy triste…


-Es normal, Jake, todos lo…


-Prométeme que me llevarás a España.


-¿Cómo?


-Cuándo te vayas, ¿me llevarás contigo?


-Jake, estás bebido, no sabes lo que dices, luego te arrepentirás.


-Por favor Mel…- Unas lágrimas asoman tímidamente y me amenazan con invadir el rostro de Jake en mi presencia, algo que no puedo tolerar, estoy decidida a aceptar su trato a sabiendas de que está ebrio y mañana probablemente no se acuerde, pero él añade algo más:- estoy cansado de los insultos…

Termino de entender muchas cosas, pero especialmente el porqué Jake se siente así, insultos… solo hay un motivo, probablemente el más ilógico de todos, para que algo pudiera molestar a Jacob, ¿acaso se meten con él por lo que siente? Abrazo a mi hermano que queda dormitando sobre mi hombro. Su hermano no tarda en aparecer por allí y toma asiento en el sofá de al lado, a mi izquierda.

-¿Una noche dura?- Pregunta mirando a Jacob.

-Solo está…


-Borracho.

Suspiro, supongo que intentar cubrir a Jake ante su hermano va a ser complicado, sobre todo después de lo que hizo Jake esta mañana entregándole la tarjeta de la habitación a Adrienne.

-La versión oficial para tus padres es cansado ¿de acuerdo?

Él se encoge de hombros.

-Un día es un día.- Admite mirando con algo parecido al cariño a Jake.

-Gracias Josh.


-Qué envidia…- susurra mirándonos.

Y allí apareció la parte más dulce del primogénito: admitiendo que tenía envidia, no podría asegurar exactamente de qué, quizás de ambos, de nuestra relación o quizá de mí por ser capaz de darle un abrazo a Jake con normalidad.

Subir a la habitación fue más difícil de lo que en un principio te puedes llegar a plantear y es que no cuentas con el peso muerto de de tu hermano borracho o semiinconsciente, por supuesto la ayuda de Josh fue más que necesaria, aún así llegamos a nuestra habitación antes de la media noche del día siguiente, pero después del amanecer del día presente.

Al entrar decidimos que Jacob dormirá en la cama individual, de hecho, él así lo pide: a pesar de su estado tiene segundos de lucidez bastante nítidos. ¿Estará de acuerdo Josh con compartir cama esta vez?

-Bien, dejémoslo claro: aquí hay una línea.- Dice Josh con cara de concentración pasando su dedo índice por el centro de la cama doble- Se trata de no sobrepasar, por supuesto, dicha línea.


-No te voy a violar, Josh.- digo sin hacerle mucho caso, lanzando mis zapatos lo más lejos posible de mí, siempre me destrozan, los traidores.

-Mira, mejor, duerme en el sofá.


-Duerme tú en el sofá, no te jode.


-No, no me da la gana. Volvamos al plan inicial.- Le interrogo con la mirada.- ¡La línea, Melanie! ¡La línea!


-La línea, la línea, claro.

Me tumbo al fin en mi lado de la cama, el mismo que he ocupado al dormir con Jake. Josh se lo piensa un poco más, pero también acaba acostándose, estoy demasiado cansada como para pensarlo demasiado, pero juraría que estoy cogiendo confianza con Josh. Buenas noches mundo, sueña con Hawaii.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Capítulo 37

En la habitación, Josh se tumba en la cama de matrimonio tras la comida, le miro con desagrado, quizás para él sea una costumbre, pero yo no pienso desaprovechar toda una tarde durmiendo.


-¿Piensas pasarte toda la tarde tumbado en la cama?

-No…- se pone las manos tras la cabeza- pienso pasarme toda la tarde tumbado en VUESTRA cama.


-Qué planzazo… y yo te hacía divertido…

Consigo provocarle, se levanta y me mira un tanto picado.

-Vale… quieres diversión…- parece concentrarse y comienza a pensar en voz alta- Si fueras un tío te llevaría a un puticlub, pero a las chicas os gustan las cosas bonitas y eso ¿no?

Me encojo de hombros, me da miedo asentir, no sé qué entiende él por “cosas bonitas”. Lo toma por un sí y sale de la habitación, le sigo con un poco de miedo.

Llegamos a la recepción, mira con disimulo a los empleados del hotel que se encuentran tras el mostrador y se sienta en una de las butacas, hago ademán de sentarme a su lado pero me frena bruscamente y señala a la salida. Le interrogo con la mirada, pero Josh ya no me mira, ha concentrado todo su ser a un periódico de ayer y sigue señalando la salida con la cabeza, obedezco, no intento comprenderle, pues entender la teoría del Big Bang explicada por un chimpancé me resultaría más sencillo.

Tras diez minutos me siento en las interminables escaleras que conducen a la entrada del hotel. La gente que entra o sale me mira con cara de desaprobación, como si no me estuviera permitido profanar esas escaleras con mi trasero. Les ignoro, aunque me gustaría poder devolverles la mirada de asco, deberían aprender a hacer conmigo lo que hacen cuando se encuentran con un mendigo en la calle: ignorar.

Suena mi Iphone, es Josh, le maldigo en voz baja antes de saludarle.

-Tienes que ayudarme.- Con esa frase recuerdo la vez que me prometí no volver a ayudarle a riesgo de acabar yo en la cárcel.

-¿A hacer algo ilegal?- Intento cerciorarme.

-El soborno no es ilegal si aceptan.- Cerciorado me he.

-¿Qué quieres?


-Asómate a la entrada- así lo hago- ¿ves a los recepcionistas?- Un chico y una chica de uniforme, los mismo que estaban tras el mostrador cuando bajamos.- Bien, tienes que distraer a la chica.


-¿Por qué a ella?


-Mírala, está demasiado segura de sí misma, no sería fácil que aceptara, además es una histérica-paranoica, si me acercara solo para pedirle una chuchería acabaría en la cárcel acusado de violación.

Me río con la metáfora.

-De acuerdo, ¿y tú qué harás?


-Lo intentaré con el chico, le ha costado conseguir este empleo, no creo que se la juegue por un crío pero puedo intentarlo.


-Como me acusen de cómplice por tu culpa…- Tarde, me ha colgado, le veo levantarse a través del cristal, entro.

Me dirijo con inseguridad hacia la chica, de nombre Evelyn según su tarjeta de identificación, pero antes, y con el fin de sentirme más segura, saco mi tarjeta de crédito y jugueteo con ella hasta que Evelyn me atiende. Mientras, por el rabillo del ojo veo a Joseph hablar con el chico.

-Buenos días ¿en qué puedo ayudarte?


-Buenos días… esto… Evelyn… Me gustaría saber si te queda alguna suite libre.- Me mira con disgusto hasta que se percata de la tarjeta en mis manos, entonces me dedica una educada sonrisa y se apresura a consultar el ordenador.

-En este momento quedan dos.

Joseph ya no sigue hablando con el recepcionista.

-¿Y alguna es mejor que la otra?- Evelyn mira confusa la pantalla del ordenador.

-Pues… la 16 tiene más metros cuadrados pero la 17 tiene vistas al mar.

Hace dos minutos que Josh ha salido, creo que es suficiente.

-¿Sabe qué? Mejor déjelo, muchas gracias por su ayuda.

Me dirijo a la salida sin darle tiempo a Evelyn para replicar. Josh me espera fuera, algo alejado. Me explica que no fue necesario domarlo, le dijo lo que quería saber sin ningún tipo de soborno.

-Ha llamado a la empresa de alquiler de coches del hotel, les ha explicado que el coche es para una chica mayor de 16 años.- Empiezo a comprender, en la mayoría de los estados, la edad mínima para conducir son los 16, aunque cobran un suplemento por ser menor de 18.- Así que… bueno… ¡bienvenida a tu nueva identidad Margaret!


-¡¿Qué?! ¿De verdad es necesario todo esto?- No entiendo porque tengo que fingir que tengo la licencia para conducir cuando no es así.

-No… pero es divertido.


-¡Joseph Armstrong!- me mira divertido, retándome a empezar una pelea. Es superior a mí, me siento vencida antes de empezar.- Háztelo mirar, en serio.

Él se limita a reírse. Al cabo de un cuarto de hora aparee nuestro coche: un Mini Cooper, estoy a punto de saltar de alegría, digo más, de abrazar a Joseph.

-¿Cómo sabías que me encantan los Minis?


-¿Eh? No lo sabía- se dirige al coche- me gustan a mí.- Y abre la puerta del conductor.

-Josh… pensaba que conduciría yo.- Comento entrando en el borde de una depresión.

-¿Tú? ¿Acaso sabes conducir?


-Pues claro.- Contesto con la mayor convicción posible, en realidad no sé, pero con un Mini Cooper aprendo hasta a hacerlo volar.

-Pues bien por ti, sube- señala el asiento de copiloto.

-Ni hablar. Déjame conducir.

Como única respuesta, Joseph abre la puerta de copiloto, ni si quiera me mira, es como si supiera que voy a acabar cediendo, como si el hecho de creer que es tan fantástico y tan superior a cualquier ser humano fuera a hacer que yo también lo pensara, es cierto que envidio su seguridad, pero nada más. Finalmente subo en el asiento de copiloto.

-Josh- decido interrumpir el silencio que llevaba acompañándonos desde la salida del hotel.- ¿Has pensado en dedicarte a la psicología?

Me mira confuso. Me ha impresionado el trabajo que ha hecho con los recepcionistas, los ha entendido con solo mirarlos, Josh tiene cualidades increíbles.

-¿Tienes algún problema que quieras contarme?


-No, lo decía porque…


-Menos mal, tampoco quería escucharte.- Dice muy secamente.

-Eres un borde, ¿sabes?- Comienza a reírse.

-Es broma, Mel. Siempre estás a la defensiva… Respecto a tu pregunta, sí lo he pensado, pero no creo que lo haga.- Traga saliva- no quiero seguir estudiando.


-¿Y eso?


-No se lo digas a papá ni a ma… Adrienne.


-Tranquilo.- Me estoy acostumbrando a guardar secretos entre la familia.- Pero si no sigues estudiando ¿qué harás?

-Me ganaré la vida con la herencia de papá- hago una mueca de desaprobación que vuelve a provocar su risa.- En serio Mel, le quitas la gracia a todas mis bromas. Qué desperdicio de persona…


-Es que no te entiendo, Josh- contesto ofendida- estás hablando de algo como tu futuro y te lo tomas a chiste.


-¿Y tú, Mel?- su sonrisa se suaviza a una expresión muy seria- ¿qué será de tu futuro?- No entiendo a dónde quiere ir a parar, pero por su expresión, deduzco que lo que viene a continuación no me va a gustar, fruto de su sinceridad.- Cuando acabes tu carrera y tengas que volver a España ¿qué pasará entonces? ¿Qué le dirás a Zack, que ha sido tu ligue de vacaciones? Unas vacaciones muy largas ¿no?

No, desde luego, no me ha gustado nada. Jamás había pensado en el final de mi estancia en América, no me gusta mirar hacia el futuro, vivo el hoy, por eso, según Zack, tiendo a llegar tarde a los sitios. Zack… ¿qué le diré entonces? Josh me saca de mis preocupaciones.

-¿Ves? Por eso es mejor tomárselo a chiste.


-No quiero pensar en mi futuro, no ahora.


-Pues no pienses, Mel. Disfruta de esto.

Aparca el coche.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Capítulo 36

-Sí, yo también.



-Cuando me tiro por los toboganes me dan pinchazos en el cerebro- se queda callado un momento, analizando la frase y sonríe para sí.- No hagas la broma, por favor.


-Me lo has puesto demasiado fácil.


-Es que es verdad…


-Yo me agobio en los túneles de agua, siento como si me fuera a quedar atascada.

-The Simpsons- Recuerda él, sonriendo.

-No te rías, es un problema grave- lo que acentúa su risa.- Claro, porque es mucho mejor sentir como te taladran la cabeza mientras…


-¿Vienes a hacer surf?


-¿Lo dices en serio?- Recuerdo la espantosa experiencia con Zack y los moratones post-surf.

-No, era para que te callaras…- le miro con incredulidad, a veces resulta asquerosamente asqueroso- pero si dices que sí, te dejaré venir.


-Lo probé con Zack y no dio muy buenos resultados.


-Con Zack todo debe de dar malos resultados.


-En realidad no, lo que pasó es que…


-Melanie.


-¿Si?


-Cállate un poco.- Dice restregándose la mano por los ojos con expresión fatigada.

-Perdón.

En realidad yo soy una persona muy callada, lo que pasa que él, con su silencio, me incita al habla.

La clase de surf fue más o menos como me esperaba: Joseph me dio las primeras indicaciones hasta que encontró otra distracción mayor que hacer de profesor para su hermanastra, se dirigió él solo al agua con su tabla de surf alquilada. Me limito a observarle, se mueve con seguridad en la tabla, ágil y rápidamente acorde con su complexión: no es demasiado corpulento ni demasiado alto, lo que le permite moverse con mucha libertad en el agua. Mientras le observo me pregunto cómo será ver a Zack surfeando, el antónimo de Joseph. Se ha encendido en mí el “Busca-Zack” y como tal, emite una señal que Zack recibe e inmediatamente me llama. Esto es solo una hipótesis, pero me ha funcionada tres veces con esta, creo que debería ser ya teoría su rango. Contesto la llamada.

-Hola Zack.


-¿Cómo van las vacaciones?


-Oh, me encanta Hawaii, es de película.


-Sí, lo sé, he estado.- Se ríe.

-Cierto…


-Oye… No me llamaste al llegar, menos mal que tu hermano actualizó twitter para decir que se iba contigo a la playa…

Zack, al igual que yo, solo llama hermano a Jacob. Recuerdo haberle dicho que le llamaría al llegar… ¿o fue él?

-Perdona es que… se me olvidó, no hay excusa.


-Sí la hay, es Hawaii.

Se produce un incómodo silencio que llena la distancia durante el cual observo a Joseph dando un giro con la tabla espectacular.

-Zack.


-Dime- parece agradecido de haber roto el silencio.

-¿Cuándo podré verte surfear?


-¿Cómo? Pues… pues… emm… ¿no te llevé ya?

-No.- Él no se apartó de la orilla así que no cuenta.

-En ese caso, cuando pueda.


-Sin presión ni nada- digo al notar la confusión en su voz.

-Es extraño que, con todo este tiempo no me hayas visto surfear aún.


-Bueno, tú no sabías mi edad.


-No me lo recuerdes… Oye te tengo que dejar.

Veo a Joseph dirigirse a la orilla.

-Sí, yo también… Emmm ¿Zack?


-¿Qué?


-Quedan cinco meses.

Josh alcanza la orilla, tabla en mano. Un hombre corpulento y muy tonificado se dirige a él. Es un hombre mayor, de cuarenta y varios, Josh sonríe al verlo y se dan la mano, me dirijo a ellos.

-¿No deberías estar jubilado ya, Matt?- Bromea Josh.

-Muy gracioso- le da una palmada en el hombro- aún me quedan muchos mañacos extranjeros como tú por entrenar.

-Como habrás podido ver, yo ya no necesito entrenamiento.


-Lo haces bien, Joseph, he hecho un buen trabajo contigo.


-Bah, lo llevaba escrito, Matt, no te llevarás todo el mérito.


-Mencióname si te dan algún premio.

Me coloco al lado de Josh para intentar que terminen con a conversación, tengo hambre. Al percatarse de mi presencia, Josh mi presenta:

-Ah, Matt, esta es Melanie, mi nueva alumna.- El hombre le guiña un ojo y luego me saluda dándome la mano.

-Su hermana, en realidad- apunto rápidamente para no dar lugar a especulaciones erróneas e incestuosas.

-Hermanastra- corrige Josh con bastante frialdad. Da por terminada la charla con el hombre y le da también a él la mano como despedida, acercándose a su oído.- Fue un error.

A veces la sinceridad de Joseph puede llegar a ser dolorosamente hiriente, conforme lo conozco, me voy dando cuenta de ello.

-¿Eres un poco imbécil, no?- le espeto cuando nos hemos alejado lo suficiente de Matt, ex profesor de surf de Jospeh. Me mira sorprendido.

-No hablaba de ti, egocéntrica.- Gracias a esa sinceridad sé que ahora está diciendo la verdad, si estuviera hablando de mí, lo habría admitido sin problemas ni remordimientos, como ya hizo en su día- Al final me has acabado cayendo bien. Y, como me caes bien, te voy a dejar que me invites a comer.

Personalmente, odio que me inviten a invitar.

-¿Qué te invite? A correr te voy a invitar, enano.- Digo y es que, a pesar de su personalidad de adolescente arrogante, sigo viendo en él a un crío de 15 años, su hermano es mucho más maduro.

-¿Perdón? Tienes dos años más y te saco una cabeza, no sé si deberías usar tú ese término.


-Son 10cm.


-¿Cómo?


-Son 10cm, no una cabeza.

-Ah- parece aliviado.

Comemos en el restaurante del hotel, el que más a mano se encontraba.

Tom y Giovanna están allí, sentados uno enfrente del otro, Tom de espaldas a nuestra mesa, cuando Giovanna saluda hacia mí con la mano, su novio se gira para ver a quién ha saludado y la imita también. Josh mira a la pareja y luego hacia mí.

-¿De qué los conoces?- Pregunta masticando más bien poco adecuadamente su comida.

-Conocí a Tom en el ascensor esta mañana.- Asiente con la cabeza, como si confirmara alguna de sus teorías.

-Te lo tiraste.


¿Por qué en América se tiende tanto a la afirmación?


-¡¿Qué?! No, por dios.


-¿Te has tirado a Zack?


-¿Cómo?


-¿Es bueno en la cama?


-¡Josh!- Suelto los cubiertos con fuerza en la mesa, presa de la tensión.

-Quiero saber si tiene algún punto débil.


-Ya, claro.


-De acuerdo. ¿Quieres que te hable del tiempo en Hawaii? ¿De lo bien que vives ahora en América? Hablemos de cosas interesantes, por dios, Mel.


-¿¡Y con interesante te refieres a saber cuánto le mide a Zack?!


-¡¿Qué?! ¡No, por dios!- dice Joseph mirando hacia todos los lados- ¡pero! Si crees que puede ser un punto débil para él…

-Por favor, Josh, cambiemos de tema.
Él empieza a reírse, orgulloso de haber provocado tal nivel de incomodidad en mí.

-Me apetece ver a Tre.- Dice mencionando por primera vez al compañero de banda de nuestro padre.

-No sabía que te llevaras bien con él.


-¿Bromeas? ¡Bien es poco! Es mi padrino… y el de Jacob, creo, y es el mejor tío que he conocido en años, mejor incluso que Matt.- Dice señalando hacia atrás.

-Se ve majo…- comento sin saber muy bien qué decir.

-Te quedas corta, ojalá lo conozcas algún día. Y… esto no se lo digas a papá ¿eh? Pero Tre y yo tenemos planeado cierto viaje cuando cumpla os 21.


-¿Las Vegas?


-¿Cómo lo sabes?


-América es asquerosamente predecible.


-¡Oh! Fuera de mi país, pagana.


-Calla, enano.

Ambos empezamos a reír justo cuando Tom pasa por mi lado y se acerca a la mesa.

-¿Te gustó la dedicatoria?

-- consigo decir- Me encantó.


-Estarás contento Tom Fletcher, ¿eres Tom Fletcher, no?- el chico asiente confuso de que Josh se introduzca sin más en la conversación.- Ahora Melanie solo usa el ascensor para bajar. Y estamos en el piso 20…

Tom empieza a reírse y me alegro de que entorne los ojos al reír ya que así no puede ver mi expresión confundida ¿cómo sabe Josh lo del autógrafo?

-Tom, él es Joseph, mi hermano, amante del humor hiriente.


-Corrijo, soy Josh hermanastro de Melanie- dice levantándose y extendiéndole la mano- amante del humor sin gracia.

sábado, 23 de octubre de 2010

Capítulo 35

Me despierta la alarma del móvil de Jake, la noche anterior quedamos para ir temprano al gimnasio. Me despejo un poco y me giro en la cama, Jake está de espaldas a mí, le rozo suavemente, anunciándole que ya es la hora, me responde con un ronroneo, dándome a entender que no va a abandonar su acogedora cama por una dura sesión de gimnasio.


Me levanto, me sorprende que Josh no esté en la cama pequeña, tampoco le veo en el salón ni en la terraza. Por el momento, no me preocupa, sé lo independiente que puede llegar a ser Joseph a veces.

De nuevo, el mapa de este espectacular lugar vuelve a hacer mi más fiel compañero, el gimnasio se encuentra en la tercera planta, no está demasiado oculto y gracias a su poca timidez, no me resulta difícil encontrarlo. Me siento orgullosa de haberlo hecho tan rápidamente, pero me siento aún mejor cuando veo la compañía con la que contaré durante la sesión. Tom está en una de las bicicletas estáticas. Durante unos instantes la atmósfera del recinto se me hace más brumosa y pesada, si cabe… Me coloco en una cinta en una posición estratégica para que mi vista choque inevitablemente con su presencia. Selecciono la marcha 3.

A la media hora ya estoy cansada, no quiero forzarme más o acabaré tirada en el suelo cual botella de cerveza tras pasar por las manos de Joseph. Apago la máquina y voy en busca de las duchas.

Era un buen plan, sí, sí lo era, pero me ha salido mal: no encuentro las duchas y la gente empieza a mirarme extraño… Deambular por el gimnasio no es lo más normal del mundo, Paris Hilton lo hace, por lo tanto, no es normal.

Me dirijo a mi habitación, pero no me parece muy higiénico hacerlo por ascensor, así que las escaleras de emergencia cumplirán su misión hoy; subo con emergencia los 17 pisos exhausta, en parte por el ejercicio, en parte por él.

Sé que no me encontraré con nadie a estas horas por las escaleras: los jubilados habrán madrugado para coger los mejores sitios a orillas de la playa, los padres/madres de familia estarán lidiando con los pequeños, los jóvenes y adolescentes seguirán durmiendo presas de la resaca. Tiendo a la generalización, la culpa es del eterno ascenso hasta mi planta vigésima que me hace pensar cosas que no tienen la mínima importancia, pero con estas mínimas cosas se descubre lo importante de la vida.

Piso 20 al fin, es difícil de creer, pero sigo viva, puedo decir, y digo, que los 17 pisos en escaleras han sido mucho más duros que los treinta minutos de cinta.

En mi habitación no hay nadie, apenas hay rastro de que Joseph haya pasado por aquí ¿debería preocuparme? No, debería ducharme, Josh ya es mayorcito.

Sin embargo, en mitad de mi baño oigo ruidos en la habitación: el cerrar de la puerta; obligo a mi corazón a latir a su ritmo y no delatarme a la vez que fuerzo a mi cerebro a llamar a su compañera la lógica últimamente olvidada: no parece haber sido forzada por la fuerza. Trago saliva, es un hotel de 5 estrellas ¿acaso va a poder entrar cualquiera con tan solo desearlo? Esto no es Neverland, Melanie.

-¿Quién es?- Pregunto con seguridad, pero el miedo queda oculto en el signo de interrogación.

-Yo.- Contesta una voz parecida a la de Josh.

-¿Qué yo?


-No me jodas, Mel.

De acuerdo, es Joseph, su hermano pequeño nunca me hablaría así.

Al salir del baño, Joseph duerme en la cama que horas antes había rechazado, bocabajo y con los labios entreabiertos. Consigo sonsacarle que la familia ha ido a desayunar al completo, o casi, ya que faltamos nosotros.

Tras una ligera consulta al mapa descubro que el restaurante está en la primera planta y allí me dirijo, esta vez por ascensor. Se ilumina el botoncito del 1, pero el muy traidor se para en el 3.

El traidor pasa a amigo en lo que tarda en abrir sus puertas: Tom aparece tras las mismas, él sí parece haber encontrado las duchas, lleva el pelo mojado y ropa limpia. Entra en el ascensor y me dedica una sonrisa, bueno, en realidad se la dedica a todo ser, animado o no, que quiera apreciarla.

-¿Subes?- Dice mirando el panel de los pisos, cuando se da cuenta de que en realidad bajo, exclama un “oh”, se disculpa con la mirada y empieza a retroceder.

-No, no… en realidad subo.- Pulso el número 30, el último piso de todo el hotel.

Mi acompañante parece algo confuso pero vuelve a sonreír y se coloca enfrente mía, con la bolsa de deporte entre sus pies. No ha pulsado ninguno concreto, por lo tanto, él va al 30, genial, a ver cómo improviso ahora. Por suerte, mi experiencia con Zack me dio en su día una valiosa lección y vuelvo a reclamar la presencia de la lógica por segunda vez en el día.

Descarto el tiempo y la hora como temas de conversación, quizás lo más sensato sea actuar como una fan más… 17,18. Una fan más, decidido. 20, 21,22. Pero nada de histerismos. 24,25…

-Tom.- Al oír su nombre, levanta la cabeza y la apoya contra la pared del ascensor, cierra los ojos y sonríe. No sé cómo interpretarlo, pero la verdad es que me deja bastante minada.- Perdón, no quería…

-Tranquila…- naja su mirada hacia mí.- Dime.


-No, en serio…

Empieza a reírse muy dulcemente.

-¿Quieres algo?


-¿Un autógrafo?- aventuro.

-Por supuesto.


-Si no es molestia…- añado rápidamente.

-No te preocupes.

Salimos del ascensor, en la última planta, como en cualquier hotel, se encuentran las suites. Tom va hacia la puerta que se encuentra al final del pasillo. Entra. Espero algo incómoda en el pasillo cuando su voz reclama mi presencia.

Si la habitación compartida con Jake y Josh ya me parecía grande, la suite de Tom es prácticamente enorme. Creo que mi apartamento de verano español podría caber en su ducha. Por supuesto, es muy triste (si no patético) tener una habitación tan grande para una sola persona. Giovanna está allí. La chica se encuentra en el vestíbulo de la habitación, enfrente del espejo, sentada en un taburete mientras se cepilla el pelo. Cuando me oye entrar, se gira hacia mí y esboza una sonrisa sincera. Su novio intenta presentarme vagamente desde algún lugar de la suite.

-Gi, esta es… una amiga… que subía en el ascensor…


-Soy Melanie.


-Encantada.- Dice levantándose para saludarme.

-Ha venido a por un autógrafo… cariño ¿tenemos bolis?


-Hay uno en la mesita, al lado del teléfono.

Giovanna me lleva literalmente hasta el dormitorio. Me siento incómoda, como si invadiera su intimidad y no me gusta. Tom ha encontrado el boli, lo prueba en el papel, pero nada. Parece que los hoteles ponen los bolígrafos caducados a propósito para que no los roben, ni el más pijo de los pijos se libra.

-No funciona.


-No importa… quizá en otro momento- creo que ya he interrumpido bastante.

-Espera- Giovanna desaparece un momento y vuelve con un lápiz de ojos en la mano- sé que no es lo mismo pero…

Le entrega a Tom el lápiz. Garabatea durante unos instantes y luego dobla el papel por la mitad, me lo entrega y devuelve el lápiz a Giovanna.

-Gracias, muchísimas gracias a los dos, siento las molestias.


-Ha sido un placer.- Sonríe Tom.

Lo mismo digo.- Añade Giovanna.

Salgo de la habitación eufórica, pero no es hasta el ascensor cuando desplego la hoja que me firmó Tom, reza así:

“Para Melanie, que nadie te haga subir cuando lo que de verdad quieres es bajar (Ni siquiera Tom Fletcher). Un Saludo.”

XoXo

Tom.

La doblo lentamente de nuevo y sonrío. Bajo al 1.

Llego al restaurante justo cuando el almuerzo familiar viraba su conversación hacia el miembro masculino ausente:

-Creo que no ha dormido en la habitación- comenta Jacob untando un panecillo de mermelada.

-¿Debería llamarle?- pregunta Adrienne mirando a su marido.

-Bah… cuando se le acabe el dinero volverá a dar señales de vida…


-¡Billie, por favor, es tu hijo!


-Estará bien, cariño, tranquila.

-Está durmiendo en la habitación. – digo tomando asiento al lado de Jacob. Billie me señala mirando a Adrienne como si yo fuera el elemento que acaba de responder una duda trascendental de la filosofía, dándole la razón.

-¿Te ha dicho dónde ha estado?- pregunta Billie, niego con la cabeza.

-¡Este hijo tuyo me va a oír!- exclama Adrienne levantándose de la mesa.

Mamá!-La llama Jacob. Por un momento mi ingenua menta pensó que iba a despistar a su Adrienne para ayudar a su hermano. Mente ingenua. Jacob le alcanza la tarjeta de la habitación a su madre. Miro a Jacob con desaprobación, con cara de “eso no se le hace a un hermano”, él se encoge de hombros y sonríe orgulloso de su acción.

Tras un escaso desayuno (durante el cual relato a padre e hijo mi aventura en el ascensor) tenemos diferente planes: podemos ir al spa del hotel, hacer turismo por el pueblecito de la isla, pero el plan más votado por todos es el de ir a un parque acuático.

Creo que no lo he mencionado nunca. Odio los parques acuáticos. Me dan miedo esos toboganes larguísimos y padezco auténtica fobia a los toboganes cerrados. Anuncio a los demás mi negación, Jacob berrea durante un buen rato hasta que su padre lo amenaza con irse sin él.

Acabo en la terraza de la habitación pensando qué hacer. Veo el mar cristalino y la brisa mece toda mi aura, también balancea suavemente la sombrilla. Alejo mi silla unos centímetros. Siento paz.

-Melanie.- La voz pastosa de Joseph me saca de i ensoñación.

-Buenos días al mediodía.- Le saludo contenta, él se sienta cerca de mí.

-Me has traicionado-dice entre triste y confuso, como si no quisiera creérselo. Le pido perdón y le explico que Adrienne estaba preocupada, no era mi intención cargarle un marrón.

-No importa… te perdono- hace una pausa- ¿Me has dicho dónde estaban los demás?

-Aún no… Han ido un parque de agua.- Pone mala cara.

-Odio los parques de agua.

sábado, 2 de octubre de 2010

Capítulo 34

A la una estoy en pie. Ducha, desayuno y me dispongo a bajar la maleta, es bastante grande, suficiente para una semana, aunque va un poco a reventar, solo un poco, si la tocas explota. La deposito con sumo cuidado en el vestíbulo de la casa. Jacob ya está allí, bañador y camiseta hawaianos a juego.


Lleva un sombrero. Es un buen sombrero, tiene una pluma.

Me fijo en su equipaje, tiene dos maletas del mismo tamaño que la mía.

-Vamos una semana ¿no?- pregunto asustada.

-Sí ¿no?

El resto no tarda en bajar. Al parecer, todos tienen algo que decir del atuendo de Jacob.

-Bonito sombrero, hijo.- Comenta Billie.

-Venga, no me jodas ¿qué mariconada es esa?- Añade Joseph.

Jacob no se inmuta y sigue luciendo modelito.

Hawaii es otro mundo, ¿qué digo otro mundo? Pertenece a otra galaxia. Y nuestro hotel, bueno, es como un escenario perfecto para rodar películas de lujo con protagonistas millonarios.

Los problemas comienzan cuando llegamos a las habitaciones, Billie y Adrienne comparten la habitación contigua a la nuestra. Joseph abre la puerta cuando la tarjeta nos lo permite, hicieron falta varios intentos. Es bastante amplia, tiene un pequeño salón con sofá de cuero y un plasma, creo que mis suposiciones sobre lo que hay bajo de la tele han de ser comprobadas ¿es eso el minibar? Solo hay dos camas, una es de matrimonio, he ahí el dilema.

-Esto tiene que ser una broma- dice Joseph malhumorado- bueno, a ver cómo nos apañamos.

-Yo lo veo claro- dice Jacob librándose del sombrero al fin.

-Yo también.- Añado. No puedo pedirles a ambos que compartan cama porque a la mañana siguiente no quedaría nada de ninguno y nos prohibirían la entrada en el hotel: la sangre se lava fatal, por lo que es obvio que Jake y yo compartiríamos cama y la pequeña velaría el sueño de Josh ¿no?

-Siempre que salimos tengo cama de matrimonio, necesito una cama grande, no pienso dormir ahí.

Tenemos un problema.

-¿Qué más da, Joseph? Si no quieres compartir cama, tendrás que aguantarte.


-Me parece humillante, voy a hablar con papá.

Sale de la habitación y da un portazo frustrado.

-Dormirá en la pequeña.- Dice Jake abriendo sus maletas.

Escasos segundos después, Joseph entra de nuevo en la habitación abatido.

-Dormiré en la pequeña.

Adrienne aparece más tarde para darnos unos panfletos, son las diferentes actividades con las que cuenta el hotel, así como un plano de los diferentes lugares en las que estas se localizan. Tenemos gimnasio, spa, playa, discotecas y cada día celebran una fiesta en la terraza del hotel con temática variada.

-Billie y yo nos vamos a la playa ¿queréis venir, chicos?

Vale!- Jacob no pierde el tiempo, ni si quiera a deshecho sus maletas.

Por supuesto, me apunto también, Joseph prefiere quedarse y organizar su causa. Igual intenta ampliar su espacio o ahogar su angustia en alcohol.

-Tengo las botellas del minibar contadas, no hagas ninguna locura- bromeo.

-Me ahogaré en el jacuzzi, no sufras... yo no lo haré.

Le revuelvo el pelo y salimos de la habitación, mapa en mano.

Estamos en el piso 20 de 30 por lo que el descenso en ascensor es bastante largo, nos entrega el tiempo suficiente para trazar una ruta segura y rápida hasta la sección de la playa que pertenece al hotel. Nos apoderamos de cuatro hamacas y corremos al agua, Billie a la cabeza.

Instantes después, Billie y Adrienne nos despedían para pasear por la orilla. Jacob y yo ocupamos nuestros asientos. Empieza a oscurecer, aún así, nos colocamos las gafas de sol. El trabajo de paparazzi es realmente despreciable, pero alguien tiene que hacerlo; Jacob se pone manos a la obra y comienza a comentar el paisaje como un profesional ante la final de la WorldCup.

-A nuestra izquierda está Zac Efron.


-Mmm… bien- aún así, no merece mi atención.

-El de allí lo conozco, es el ojito derecho de Dior.

Una criatura esculpida por el mismísimo Dios se baña a escasos metros de nosotros, sin embargo, su rostro no va acorde con su cuerpo perfecto.

-Bah… le falla la cara…


-Qué exigente eres.


-Compréndeme, después de Zack…


-Ya.

Pero, como algún sabio dijo y si nunca lo dijo, lo digo yo ahora; siempre está uno a tiempo de tragarse sus palabras. Por suerte, yo no tengo nada que tragar ya que no he llegado a acabar la frase, esto me da pie para otra teoría: no la cagas, no tragas. Alguien me roba toda la posesión de mi ser, mi consciencia y una ligera separación de mis labios. Estoy literalmente anonadada. Jacob se asombra también, pero por otro motivo.

-¿Ese? ¿Quién es? ¿Es famoso?


-Es Tom Fletcher.- Digo y con tres palabras respondo sus tres preguntas.

Acaba de salir del agua, recoge sus cosas que se encontraban en una hamaca cercana, lo que indica una única y maravillosa conclusión:

-¡Está en nuestro hotel!


-Tom Fletcher… me suena.

¿Le suena? ¿Cómo que le suena? ¿Cómo se atreve? Le veo alejarse en dirección al hotel y le relato a Jake una compleja y detallada biografía del sujeto.

-McFly…


-Ah… ya… Aún así, Zack es…

Sé lo que quiere decir, pero Jake no lo comprende, no puede entender lo que Tom es para mí. Si Zack era mi más idolatrado ser, Tom es la inspiración que me hace editar mi vida con más brillo y al máximo de saturación.

En la habitación, los chicos planean qué hacer esta noche. Estudian el planning que nos había entregado Adrienne. Hoy toca la fiesta hawaiana.

-Suena bien…- opina Jake.

-¿Qué? Suena a fiesta del orgullo gay, yo paso.


-¿Mel?


-Mmm… la verdad es que no me apetece mucho.

Finalmente todos nos quedamos en la habitación. Asaltamos el cuarto de estar y Josh se apodera del mando a distancia. Mi mente intenta prestar atención pero un 60% de ella todavía sigue en la playa, reviviendo el momento en el que Tom salía del agua una y otra vez, otro 30% se pregunta dónde estará su habitación y un 10% se divierte escuchando los comentarios de los hermanos mientras vemos un programa de tele-tienda de productos eróticos.

martes, 28 de septiembre de 2010

Capítulo 33

He de reconocer que no sé cómo lo hace pero, como siempre, Josh consigue lo que se propone. Adrienne y Billie llegaron unas horas antes que Jake y yo. La casa estaba perfecta, como recién pintada, digo más, como recién construida, por supuesto, la bronca fue para Jake y para mí, quienes “salimos irresponsablemente por la noche”. Maldito Joseph.


A las once de la noche los ánimos comienzan a calmarse un poco en la casa. Me encuentro en mi habitación contándole la aventura del finde a Airin, he dejado la puerta abierta: es un día demasiado caluroso y aún no he entendido cómo funciona el aparato del aire acondicionado de mi cuarto.

De repente el Iphone reclama mi atención ruidosamente, contesto tranquilamente a Airin y me levanto dispuesta a atender las necesidades del aparato. Sé que no es Zack porque ahora mismo debe de estar trabajando en directo. Nanosegundos después oigo también los acordes de “Last night on Earth” procedentes del móvil de Jacob y prácticamente al mismo tiempo comienza a sonar “St. Jimy” en el móvil de Joseph. Cojo mi aparato pero no puedo llegar a leer el sms porque un grito procedente de la habitación de Jacob me asusta y hace que se me caiga al suelo.

Oigo a Jake correr a la habitación de su padre. Recojo mi perturbador de la paz y salgo al pasillo alarmada, Joseph parece actuar como yo y asoma la cabeza por el umbral de su puerta.

-¿Va en serio?

Me encojo de hombros, no sé de qué me habla. Por fin destapo el mensaje, es de Billie: “Nos vamos a Hawaii, salimos a las 2pm, quién no esté preparado se queda.”

Papá!- Grita Joseph, camino de la habitación de su padre, le sigo emocionada.- ¡Espero que no sea una broma!

El aspecto de la habitación de Billie despeja las dudas de Joseph: él y Adrienne están deshaciendo las maletas de Miami para rellenarlas con la ropa que viajará Hawaii.

-¡Nos vamos a Hawaii!- Exclama Jacob abrazando a su padre.

-Salimos mañana.-Advierte Billie- podéis quedaros toda la noche agradeciéndomelo o ir a hacer las maletas.

Todos salimos, Jacob bastante reacio, parece que el pequeño de la casa deseaba realmente unas vacaciones familiares, después de la desilusión de Miami, y así lo da a entender:

-¡Oh dios mío! Hacía dos años que no íbamos a Hawaii.

Habla muy rápido y en seguida corre a preparar sus cosas. Joseph y yo, optimistas como nadie e investigadores incansables, no tardamos en encontrar pegas a la situación.

-Uff…- suspira él- haz desayuno para tres, limpia los 250m2 de casa, prepara la maleta para una semana en Hawaii… Menudo día.


-No te quejes, yo acabo de deshacer OCHO maletas y ojalá no lo hubiera hecho…

-Por cierto, hablando de tus maletas. Llegaron ayer por la tarde y no puede evitar probar tu Fender.

Le miro violentamente.

-¡¿Qué?! ¿Pero quién te crees...?

-Está muy bien cuidada…- apunta hábilmente, haciendo con ese comentario que yo me olvide de que estaba a punto de enfadarme con él.

-Lo sé, porque la mimo mucho.


-Demasiado.


-¿Dónde está?


-La dejé en el sótano, temía por tu guitarra, mientras estaban estos en la casa.


-Es perfecta.


-Para ti, sí. Te pega.

No sé muy bien si el hecho de que mi guitarra “me pegue” pueda considerarse algo bueno, por otra parte, segundos antes ha dicho que mi guitarra era bonita. Le dedico una sonrisa de agradecimiento y nos despedimos.

-¡Mañana a las dos! ¡No te olvides!- me recuerda desde el pasillo.

He dejado la conversación con Airin a medias, quien, ajena a la locura vivida hace escasos instantes por un sms, se ha dedicado a rellenar la pantalla con comentarios incoherentes. Le ha dado tiempo a un “voy a hacer pis”, otro “ahora vengo, tengo sed” y un par de “¿estás?, ¿hola?”

Le explico lo ocurrido y conecto el micro. Voy a llamar a Zack y así puede oír la envidia que despertará en su bondadoso ser mi malvado ser.

Hola!- saluda con voz cantarina.

Aaahhh!- le saludo yo, no tan cantarina.

-¿Mel?


-¡Adivina dónde me voy de vacaciones!

-¿Hawaii?- Entrecierro los ojos.

-Muérete.- Suelta una carcajada- Pues sí, listo, a Hawaii.


-Guay, el paraíso surfero. ¿Me llevas?

“Airin dice: si llevas a Zack, a mi también”

-Ojalá pudiera.


-Eso es un no…


-Oigo follón por ahí, Zack ¿sigues en el concierto?


-No, estamos en una fiesta. Gente guay.


-Define guay.


-Borracha.


-Guayyy…


-¿Qué hacías?


-Estaba hablando con Airin, salúdala, nos está oyendo.


-¡Buenas noches!

“Airin dice: Helloooo!

-¡Mal! Zack, allí es por la tarde.


-Perdón.


-Chicos os voy a dejar, aún tengo que preparar la maleta.

Miro con mala leche a las maletas vacías que inundan el suelo de mi cuarto, si no se me hubiera ocurrido deshacerlas…

Ambos responden a la vez “Nooo”. Renunciaría a muchas cosas por hacer eterna esta noche, pero no a Hawaii.

-Os quiero, pero Hawaii me espera.

-Imbécil- esta es la forma en la que Zack se refiere a mí cariñosamente.- Pásalo bien y llámame cuando llegues.

“Airin dice: ¬¬ ok, te quiero”.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Capítulo 32

Es domingo y toda la patrulla de gente invitada por Joseph aún permanece en la casa. No dan señales de vida, al menos, no los dan ahora, porque la noche anterior toda California quedó enterada de que había fiesta en la casa Armstrong. Billie y Adrienne no tardarán en llegar y no puedo evitar tener la sensación de que todos los invitados de Josh han muerto por un escape de gas.


-Es lo que tienen las fiestas- apunta Jacob observador.

-Deberíamos avisarle de que sus padres no tardarán en llegar.

Tardo seis minutos en convencer a Jake de hacer algo para ayudar a su hermano. Ayuda fraternal, allá vamos.

Entramos por la puerta trasera a la cocina. Todo en orden, todo excepto por el hecho de que algunas latas están esparcidas por el suelo. Obviamente expuestas por alguien con muy mala puntería y es que las latas son de cerveza. Avanzamos hasta el pasillo que da a las escaleras. Mi hermano se queda quieto, con los ojos muy abiertos, he tardado en percatarme de que no me seguía, sus ojos reflejan lo que le ha detenido: la entrada en el salón principal de la casa está literalmente de resaca, una decena de personas se encuentran dispersadas por los sofás, mesas e incluso el suelo; acompañados por innumerables cajas de pizza, botellas de refresco, recipientes de Jack Daniel’s y un ligero pero pestilente olor a vómito.

-Cerdos.- Susurra Jacob.

Tiro de él para que suba conmigo, entre los caídos en la batalla de anoche en terreno-comedor no se encontraba Joseph.

Alcanzamos el piso superior. He subido con miedo a encontrarme a algo/alguien indeseado en mi habitación y el hecho de que la puerta esté cerrada cuando yo la había dejado abierta acentúa mi miedo cual sílaba esdrújula. Respiro profundamente antes de decidirme a abrir la puerta, atrás mío se encuentra Jacob, completamente enemigo de sus uñas, aún así, mantiene el dedo índice en contacto con sus dientes. Sujeto la manivela suavemente, como si quemase. Presiono. Noto algo extraño, un olor diferente me golpea al entrar en la habitación, quiere expandirse por una casa que no es la suya. Parece extraño pero me recuerda a España. Efectivamente, todo un ejército de maletas se encuentra repartido por mi habitación. Me invade una emotiva añoranza a la que sustituye rápidamente una infinita pereza: son demasiadas…

No estamos aquí para esto, salgo muy a mi pesar y me reúno con Jacob quien también ha inspeccionado su cuarto y una expresión de alivio recorre su rostro.

La puerta de la habitación de Joseph también permanece cerrada. Jacob me pide con expresión enfada que, por el bien de su hermano, solo entre yo. Así lo hago.

Me encuentro con una escena al más puro estilo “SKINS”, puedo decir que el olor nauseabundo termina por completar el cuadro. Es la primera vez que entro en el cuarto de Joseph, es más oscuro que el del resto de los habitantes de la casa, sus cortinas son más opacas y varios posters decoran las paredes: Green Day, The Ramones, chicas muy bien dotadas…

A excepción de mí, todos los presentes en la habitación permanecen dormidos. Presentes, correcto, hay varios. Para empezar, una chica algo menor que yo está tumbada en el suelo cubierta por una sábana y semidesnuda, otra chica rubia se encuentra en la cama, abrazada a Josh.

-Joseph- susurro.- Joseph… ¡Joseph!

Le cuesta, pero comienza a parpadear hasta abrir un milímetro los ojos. Me mira confuso. No tengo muy claro si se sorprende de verme allí o está intentando relacionar rostro con nombre dentro de la piscina de alcohol que es su cerebro ahora mismo.

-Melanie

Bravo.

-Te parecerá bonito.

No creo que necesite una reprimenda en estos momentos, principalmente porque no sabe por qué la merece. Dejo que se aclare las ideas e intente recordar la noche anterior, aunque, por su aspecto diría que es tarea improbable, que no imposible. Como única respuesta, se inclina sobre la mesita, coge un par de instrumentos con la mano izquierda, sin separar el brazo derecho que abraza a la chica rubia, plácidamente dormida sobre su hombro, y comienza a fumar.

-No sabía que fumaras.

-¿No?- Mira distraídamente el cigarro- Ni yo…

Da otra calada.

-Josh, tus padres no tardarán mucho en llegar. Solo queríamos avisarte.

Entiende en seguida por qué he usado el plural.

-Supongo que no queríais limpiar también.


-Supones bien.


-Bueno… en ese caso…- aspira con ansia lo último que queda del cigarrillo- Me pondré a ello…

Hace ademán de apartar la sábana, pero antes posa su vista en mí, alarmado. Me mira con una de esas miradas evidentes que no merecen palabras. Una pena que no le entienda, le miro interrogante.

-Melanie…- él mira a la puerta, yo le miro a él confundida- estoy desnudo, joder.


-¡Ah! Lo siento.

Salgo a toda velocidad como cualquiera que intenta evitar una situación asquerosamente embarazosa.

Jacob está fuera, apoyado en la pared y con los brazos cruzados; obviamente no le gusta nada esta situación.

-No nos quedamos ¿verdad?- pregunta mosqueado.

-Ni hablar, vamos.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Capítulo 31

Amanece nublado, Billie y Adrienne ya deben de haber salido. Me levanto de muy buen humor, pero con la sensación de que no va a durar demasiado, desgraciadamente, siempre me pasa lo mismo: pienso “hoy nadie me estropea el día” pero de tantas veces que lo acaban estropeando, uno se acostumbra, Jacob opina que ese comentario es demasiado objetivo y débil, como si intentara culpar al resto de habitantes de este cruel y fascinante mundo de mis desgracias, por eso mi hermano siempre dice: “hoy no voy a estropear mi día”.


Comienzo a preparar el desayuno para los tres. Pero mis buenas intenciones no durarán demasiado, soy como un civil en una guerra que no es la suya, caminando por un campo de minas que conectan las bases de los dos bandos enfrentados.

Las minas no tardarán en estallar, Jacob aparece en la cocina y se sienta a mi lado a tomar el desayuno que muy amablemente le he preparado y es que, cuando los jefes de la casa se van nos dejan sin servicio en la vivienda, por seguridad según ellos, aunque no lo tengo muy claro, creo que es algún malvado plan para que aprendamos a valernos por nosotros mismos.

Joseph se presenta en esta misma sala, pacífica hasta el momento, con una simple toalla alrededor de la cintura y el móvil en la mano. Se despide de alguien muy importante en su vida con un “adiós imbécil” muy amistoso. Deposita el móvil en la encimera y nos mira expectantes, da una palmada lo cual indica que nos va a comentar algún plan que su cabeza lleva trazando largo rato.

-Atención.- Levanto la cabeza hacia él, pero Jacob sigue ignorándole y no le muestra ningún tipo de respeto.- He pensado que esta noche voy a hacer una fiesta en casa, así que…

-¡¿Qué?!- Salta Jacob- Ni de coña, eso lo había pensado yo.


-Pues me he adelantado, ya está todo encargado, ahora no lo pienso cancelar.


-Eres idiota, Joseph, ¡te lo dije anoche!


-¿Has preparado algo?- Jacob no consigue responder y desvia su mirada- Pues ya está, se hará MI fiesta, ya tendrás otro día la casa.

El hermano mayor se gira con intención de marcharse, pero parece que recuerda algún dato importante más.

-Por cierto, Jake, no te quiero ver por aquí esta noche, enciérrate en tu habitación, ves al sótano o lo que sea ¿entendido?- Su humor ha cambiado de la más arrogante alegría a la más tétrica amenaza, su mirada se posa en mí.- Tú, sí Melanie, quédate, te gustará…

Iba a responder con una negación por solidaridad con Jacob pero éste hace algo que no me esperaba: arroja su cuenco de cereales contra su hermano, por suerte, Joseph ya había salido de la cocina y el tazón choca aparatosamente contra la puerta, haciéndose añicos, adiós a la dulce porcelana de Bob Esponja, Jacob y yo ya no tendremos los tazones a juego por más tiempo.

Sale furioso de la sala, tras un momento en estado de shock consigo reaccionar, lo único que se me ocurre es mirar a mí alrededor. No, no hay nadie. Llego a la conclusión lógica de que me tocará a mí limpiar los estropicios de la guerra, soy una auténtica civil inocente que no llegó a tomar parte en ningún bando y que, inevitablemente le toca pringar.

-Es como estar limpiando vómito.- Zack me ha llamado en un momento algo inoportuno, pero no pienso desaprovechar la oportunidad para hablar con él.

-Es raro que Jacob se comporte así, el mañaco suele ser Joseph.

-Zack…-Le digo en tono reprobatorio- No me hagas pensar que el peor de todos eres tú.


-Sabes que no puedes.

-Cállate.- Odio que haga eso.- Bueno, ya está, esto huele a rayos pero por lo menos brilla…


-Suena contradictorio ¿no?

-Joseph no quiere que Jacob esté esta noche en la fiesta.- Continúo con el principal problema que me acosa hoy, ignorando los comentarios a mis comentarios.

-Es un poco egoísta…


-No sé si ese es el motivo… Si tú montases una fiesta ¿por qué razón no invitarías a tu hermano?


-No me gustaría que me viese borracho.

-Mmm…- Analizo su frase unos instantes- es un buen motivo.


-El único.

-Si hubiera otro motivo… ¿Me dejarías llevarme a Jacob?- Obviamente le estoy hablando del hecho de “invitar” a mi hermano a casa de Zack, ya que él mismo me dejó sus llaves.

-¿A casa?


-Yeja!


-Mmm… solo a Jacob ¿no?


-Claro.

Acepta pero por su tono deduzco que no es mucha la ilusión que tiene en que nadie invada su casa, es comprensible, pero fue él mismo quien me dejó las llaves. Por otra parte, es precipitada esta decisión, aún no tengo del todo claro los planes de Joseph. Me despido de Zack y acudo al encuentro del hermano mayor o, más bien, él acude a mí.

Termino de limpiar el trapo empleado en tan ardua tarea cuando el chico se asoma por el umbral de la puerta. Le sonrío, no es una sonrisa falsa, es una sonrisa con la cual quiero indicarle que ya no tiene que limpiar nada porque ya lo he hecho yo, además le señalo que no tiene la culpa de lo sucedido, él empezó la guerra, pero Jacob le siguió, cosa que nunca hace.

-Siento lo de antes.

Parece que Joseph no es muy buen lector de sonrisas o quizás yo me tendría que aplicar más.

-Tranquilo, no fue culpa tuya…- Aprovecho la conversación para llevarla al terreno que me interesa tras la charla con Zack- ¿Por qué no quieres que Jacob esté en la fiesta?


-De eso quería hablarte. No me gusta que Jacob entre en este mundo de las fiestas ¿sabes? Es demasiado inocente y quiero protegerlo de algún modo de todo esto, la única manera de hacerlo es evitar cualquier contacto con… esto.


-¿Esto? Josh, él también pensaba hacer una fiesta, no te entiendo.


-Si te quedaras lo entenderías.


-Y Jake estaría solo, no lo veo justo, prefiero quedarme con él.


-Genial, entonces, vigila que no salga y eso…


-No, descuida, nos iremos a casa de Zack, todo tuyo.

Supongo que en el fondo, no tiene una mala excusa, querer proteger a su hermano de “esto” me parece correcto. Entiéndase por esto: amigos hipócritas, amigo crápulas, amigos falsos y todo un catálogo de lo más exquisito de la amistad, sí, no hay otro nombre a emplear: “amistad”; además de ciertos estupefacientes solo vistos en el programa español: “Callejeros”.

Aterrizo en territorio neutral (mi cuarto) con la esperanza de cambiarme y volver para hablar con Jacob, creo que me debe una disculpa. Pero tal y como parece que empieza a ser costumbre en los Armstrong, se adelanta. Mi camiseta iba a salir volando sobre mis hombros justo cuando oí el picaporte. Esa curiosa costumbre que hemos instalado entre nosotros de no llamar antes de entrar va a verse modificada en breves.

-¡Pero bueno! ¿Hoy que es? ¿El día de “vamos a vernos todos desnudos”?- Digo gritando desde mi posición al recordar la vestimenta de Joseph al proclamar su fiesta.

-Lo siento.



Lo siente sí, pero bien que ya está dentro.

-Tranquilo.


-Iba a limpiar lo de antes, pero…- suspira- gracias.


-Espero que no se repita.

Tras esto le relato los planes que tendremos él y yo para evitar entrometernos en los planes de esta noche de Joseph. Jacob acepta, en realidad, se dedica a sentir con la cabeza a todo lo que le digo mirando al suelo, realmente parece arrepentido…

-Jake- le llamo antes de que salga por la puerta- solo has roto una taza, no has quemado la casa, deja de darle vueltas.


-Es que podría haberle dado…


-Bah… se lo hubiera merecido…- bromeo, en realidad no lo pienso, pero de ese modo consigo que él se sienta mejor.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Capítulo 30

La casa está agitada, se oyen muchos ruidos, termino de despertarme con un portazo, me levanto sobresaltada. Salgo lentamente y cruzo una mirada en el pasillo con Josh.


-¿Estamos en guerra?- Le pregunto con voz de moribunda. Él se ríe y responde que Jacob está un poco cabreado por el hecho de que no lo lleven a Miami.

Intento despejarme un poco y acudo en pijama en ayuda del pequeño de la casa. Está mirando por la ventana, de brazos cruzados. Simplemente me siento en su cama y le miro, sin decirle nada, sé que prefiere empezar él sin que le atosiguen.

-Llegó ayer y se va mañana.- Se da la vuelta para mirarme, tiene los ojos llorosos, pero la furia que le corroe no le permite llorar.

-Adrienne también tiene derecho a estar con él, Jacob, no seas egoísta.


-No soy egoísta, Melanie. ¿Por qué no puede estar con toda la familia a la vez?


-Porque Adrienne es su familia, además de su pareja.

Se deja caer cansado a mi lado, sabe que tengo razón, y está buscando las palabras adecuadas para contradecirme. Espero pacientemente, mirándolo con cariño.

-En ese caso, el egoísta es él.


-Solo son dos días, Jacob, podrás sobrevivir dos días sin papá.

-Y sin mamá…- Deja vagar sus pensamientos y su entrecejo se frunce para acabar dibujando una malvada sonrisa. – Bueno, no será tan malo, después de todo.

Abandono su habitación, algún plan maligno se está gestando en su pequeña y dulce mente, plan que está corrompiendo su forma de ser. Exagero, lo sé, pero esa mirada no es propia de Jacob sino de Joseph, sé que es su forma de vengarse de sus padres, hará alguna locura, típica de su hermano mayor, pero nada grave, por eso no intento evitarlo, me basta con que no esté triste, no voy a hacer con él la función de Adrienne. Ha de equivocarse como todos.

Jacob sigue furioso, pero trazar su maquiavélico plan le ha obsesionado hasta el punto en el que no le veo en todo el día, de hecho, comemos por turnos, primero yo con Adrienne y Billie, más tarde baja Joseph y finalmente Jacob sucumbe a la tentación fisiológica. Pero el joven de los Armstrong vuelve a obsequiarme con su presencia por la noche. Se encuentra parado ante la puerta del dormitorio de sus padres, quienes están terminando de preparar todo. Adrienne sale decidida de la habitación y frena bruscamente ante su hijo, se aparta para dejarle entrar y sigue su camino, mi hermano no se mueve.

-¿No vas a entrar?- Le pregunto.

Creo que he hecho mal, al descubrirme observándole, ha dado media vuelta y ha vuelto a entrar en su habitación. Le sigo.

-¿Por qué te comportas así?


-¿Así cómo?


-¡Como un niño, Jake!


-Pues porque lo soy…

Está triste, no responde como debería ante un ataque de furia por mi parte, está demasiado abatido, así que cambio mi tono de voz, no voy más que a hacerle daño si continúo así.

-¿Qué ibas a decirle a papá?


-Que lo siento.


-Pues ves, Jacob, ves porque mañana no estará y te arrepentirás de haberte comportado como un crío y de no haber demostrado ante tu padre que eres alguien maduro.


-Sí, tienes razón…

Cuando volví a atravesar el pasillo, después de dos horas de chat interminable con mis queridos y adorados compañeros de patria, una acogedora imagen me sorprendió en el único cuarto de matrimonio de la casa. Jacob se encontraba en la cama de su padre, dormido a su lado, Billie estaba tumbado con un brazo tras la cabeza y el mando de la televisión en la mano libre, con expresión ausente, lo que me da a entender que han pasado muchas cosas durante estas dos horas. La puerta está abierta, aún así, llamo. Bille me dedica una sonrisa la cual tomo como permiso para entrar.

-¿Cómo ha ido?- Le pregunto mirando a Jacob.

-Mejor de lo que esperaba…- susurra.- ¿Tú lo sabías, no?

Creo saber a qué se refiere, pero, como siempre, me aseguro antes de responder.

-¿El qué?


-Que Jacob es gay.

Asiento y cruzo las piernas sobre la cama al lado de ambos, aunque antes tengo que apartar una caja de pizza, parece que Jacob volvió a sugerir su cena real.

Adrienne entra en el cuarto y desaparece por otra de las dos puertas con las que cuenta la habitación: una da a un pequeño pero acogedor balcón con vistas al jardín trasero mientras que la otra lleva al tercer y único baño privado de la casa. Pronto oigo la ducha que pertenece a esa fantástica habitación, lo que indica qué está haciendo Adrienne, lo prefiero así, siento más intimidad entre mi padre y yo, a pesar de todo el tiempo que he pasado aquí y de que ella misma ha vivido los momentos más duros de mi estancia, aún no me encuentro del todo cómoda ante la presencia de Adrienne.

-Aún no te he dado las gracias por todo.


-Es que no tienes que darlas.


-Me hiciste un favor…


-Discrepo.


-Hiciste algo que no estabas obligado a hacer para ayudar a otra persona, eso en España se llama favor.

-En América, prostitución gratuita.- Bromea quitándole importancia al asunto, es demasiado modesto al respecto y sé que no me dejará agradecérselo, finalmente, opto por no insistir. Tras una larga pausa durante la cual Billie se dedica a mirar fijamente la masacre en algún país oriental que se está anunciando en la CNN, decido volver a hablar.

-Es horrible…- comento.

-También conocido como ser humano.- Suspira y me mira largamente.- Mel, no quiero que hables de ello si no quieres pero ¿qué tal con Zack?

-Genial.- Respondo rápida y mecánicamente, pero tras pensarlo unos instantes me doy cuenta de que en ningún momento le mencioné a Billie mi relación con Zack. Miro a Jacob confusa.

-No, él no ha dicho nada.

No tarda en proyectarse en mi mente el episodio en el que Adrienne nos sorprendió a Zack y a mí en la cocina, probablemente sobraron las palabras.

-Es un buen chico, de hecho, MUY buen chico… creo que te caería bien, el problema es que ahora no está en casa, sino te lo presentaría…

-¿Él quiere conocerme?- Me sorprende su pregunta y le miro extrañada, buscando el verdadero significado de esa cuestión.- Verás, Melanie, aquí en LA es muy fácil encontrarse gente que solo quiere a otra gente en cuestión de los ceros de su cuenta bancaria o de las portadas que su carrera arrastre, no sé si me explico.


-Perfectamente, pero Zack no es de esos.

-No era mi intención prejuzgarle, solo quería hacértelo saber. Confío en tu criterio, pero esta charla la he tenido con todos.- Su mirada se desvía al cuerpo durmiente de Jacob.

-Puedes estar tranquilo… Además ¡es del gremio!


-Vaya, vaya… ¿músico?- Asiento orgullosa.- Será interesante.

Iba a contestarle que se encuentra de gira cuando Joseph entra en la habitación silenciosamente, mira alrededor.

-¿Está mamá?- pregunta muy bajito. Billie y yo señalamos la puerta del baño, tras la cual se oye una alegre voz cantarina.

-No tardará en salir.- Le contesta.

-Quería hablar contigo…- su tono denota urgencia, y le hago un hueco en la cama a mi lado.

-¡Confesiones Billie Joe, S.L! ¿En qué puedo ayudarle?


-Papá, no grites…- le reprendo mirando a Jacob, Joseph me da la razón con la mirada pero su preocupación va más allá de la puerta.

-¿Qué ocurre Josh?


-He suspendido matemáticas…- confiesa él mirando hacia abajo.

-Ya, ya lo sé…


-Quería pedirte ayuda…

-¡Ah vale! Pensaba que ibas a pedirme dinero- se gira hacia mí y explica- siempre que viene así es para pedir dinero.

Sonrío, cómplice de la situación. Pero Joseph simplemente baja aún más la cabeza, Billie lo mira extrañado.

-¡Quieres dinero!- No es una pregunta, Billie afirma un hecho sin más, un hecho que no parece sorprenderle demasiado, algo que indica que, a pesar de las distancias, conoce muy bien a sus hijos.

-Pero, papá, es que si no, no aprobaré en la vida.- Suplica Joseph.

-Tienes una oportunidad dentro de dos meses ¿no?


-¡No! Corrige, tengo otro suspenso seguro dentro de dos meses.


-¿Qué quieres?- dice más calmado, no me puedo creer que haya aceptado.

-Creo con 200 estaría bien…


-No, Josh, me refiero, ¿qué quieres? Si apruebas ¿Qué te haría ilusión?

Joseph abre la boca en seguida para contestar, pero parece arrepentirse ante su petición y se queda pensando un rato, tiempo suficiente para que Adrienne salga de su baño.

-Ya hablaremos de esto.- Termina así Billie Joe sus confesiones del día.- A la cama todos.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Capítulo 29

Entro en el baño algo confusa, no tengo muy claro dónde vamos a cenar, por lo que no sé cómo debería vestirme. Hay gente que piensa que preocuparse por lo que te envuelve es una tontería, bueno quizás lo sea, pero para mí es una forma más de expresar cómo eres por dentro y por eso me esfuerzo siempre en llevar el envoltorio adecuado en cada ocasión, no esencialmente por moda, es una cuestión de pasar desapercibida y sin dar excesivamente la nota.


Conduce Billie, otra hora de viaje, pero esta vez más divertidos. Desempolvó por fin el BMV todoterreno. He de decir que todos van impecablemente vestidos, supongo que “cenar en Los Ángeles” tiene para ellos una traducción más completa que para mí la literal.

Los Ángeles ya parece increíble cuando la ves en las películas o en los documentales, cuando la vives de verdad es simplemente indescriptible. Creo que no puede haber nadie indiferente ante ella, o la adoras o la odias pero no existe término medio, es demasiado espectacular para que simplemente “guste”.

Por mi ventanilla derecha se ve el mar, estamos en una zona portuaria de la ciudad. Billie no tarda en aparcar y todos bajamos. Un desagradable olor a salitre me recibe al pisar el duelo de la ciudad celeste, al parecer albergar ángeles no es sinónimo de olvidarse de los defectos de cualquier otra ciudad.

Sigo a la familia Amstrong y entramos en un restaurante de lujo, pero un restaurante peculiar, de hecho, se encuentra dentro de un barco. Al parecer este paraíso era nuestro destino. Todos parecen encontrarse cómodos, por lo que deduzco que no es su primera visita. Los camareros también parecen atendernos conforme un protocolo invisible impuesto por la rutina. Tras pedir los platos, un leve movimiento en el suelo me indica que hemos arrancado, navegamos por las playas paradisíacas de LA.

La cena transcurre con tranquilidad, demasiado tranquila para ser una cena con toda la familia. Billie parece muy interesado sobretodo en nuestras notas, en mi estancia aquí, en la empresa de Adrienne, apenas habla de él, algo que me gustaría que hiciera, para poder imaginarme así cómo es un proceso de gira tan largo…

Al final, cuando la cena ha terminado, todos los comensales pasamos a la cubierta del barco, hay música relajante (demasiado tranquila) y bebida, mucha bebida. Espero con paciencia a que todos se distribuyan en sus posiciones para actuar conforme se espera de mí. No ataco la mesa de bebidas, algo que sí hacen Billie y Adrienne, además de entregarle también a Joseph un vaso alargado, lleno de magia, por supuesto. Los hermanos se dispersan y sus padres se quedan cerca del borde de la cubierta, muy juntos. Yo me dirijo a uno de los bancos que hay dispuestos de manera que rodean la pista de baile, donde parejas de todas las edades lo están dando todo.

Inconscientemente saco mi Iphone. Simplemente jugueteo con él entre las manos, miro algunas fotos… Me recreo especialmente en las que aparecen recuerdos de España: mis amigos, algunos paisajes y muchos vídeos, es otro de mis hobbys: grabar cada momento, en la mayoría de ellos las protagonistas somos Airin, Mpi y yo. Conciertos, fiestas, simples paseos…

Siento la presencia de alguien sentándose a mi lado y bloqueo rápidamente el aparato. Joseph coloca su copa delante de mí, ofreciéndome.

-Gracias.- Me sale en castellano, inexplicablemente, pero él lo entiende, no en vano da clases de español en el instituto.

-De nada. -No es un buen momento para oír mi idioma, no cuando estaba a punto de volver nadando a mi país natal. -¿Qué tal esta mañana en el aeropuerto?


-Bien, creo que todo salió bien.

-Cuando fui a la habitación de Jacob y la vi vacía, no me lo creí, no os veía capaces.

-Pues ya ves…

Se queda callado un momento, la copa ha ido cambiando de manos conforme hablábamos.

-Estás… ¿triste?

-¿Qué? No, no estoy triste… ¿cómo voy a estarlo?, acaba de llegar papá… Billie- Rectifico rápidamente, solo lo llamo papá delante de Jacob y ante el propio Billie, nunca con Joseph o Adrienne.

-Pero se ha ido Zack.- No solo termina la conversación, sino también el último sorbo. Le miro confusa, sí, tiene razón pero no estoy así por Zack, aún no he tenido tiempo para echarlo de menos. – No sé qué decirte sobre eso, te acabas acostumbrando…


-Vamos a por otra.- Le digo levantándome, le agradezco sus ánimos, pero son para la causa equivocada, así que le sonrío.

Cuando nos hallamos ambos con un contenedor de sueños en las manos, Joseph propone un brindis.

-¿Por qué brindamos?


-¿Por qué quieres brindar?


-¿La paz en el mundo?


-No seas utópica, Melanie.


-¿Por qué brindarías tú?

Él se queda mirando al horizonte fijamente un tiempo y luego fija sus dos océanos que tiene como ojos en mí.

-Hallar la felicidad es un buen motivo ¿no crees?


-El mío era menos egoísta.


-Da igual- se encoge de hombros- ambos son imposibles.

Lo ha dicho sonriendo, pero a esa sonrisa le ha seguido un angustioso y largo trago.

-Te conozco poco, Josh. Además empezamos con muy mal pie.


Niega con la cabeza.


-Empecé.


-Es normal, había invadido tu vida y no tenía ningún derecho para…

-No.- Me corta embelesado.He de confesarte, Melanie, que papá no nos obligó a ir con él, fuimos porque quisimos.

Me sorprende esa declaración, pero si es así ¿Por qué se comportó de una manera tan borde conmigo? “¿Porqué me odiabas?” Estoy tentada de preguntarle.

-Simplemente me frustré porque eras jodidamente buena con todos… Estallé y… soy muy orgulloso para pedir perdón así que no lo haré aunque me arrepienta, espero que lo entiendas.


-No importa Joseph, tampoco lo necesito. No me malinterpretes, ahora estamos bien, sé que nunca tendré contigo la relación que tengo con Jacob, pero no tenemos que darle más vueltas, olvidemos esa pelea.


-Brindemos pues, por ser amigos, ya que nunca seremos hermanos…


-Me parece bien.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Capítulo 28

Esa pregunta me desvela parte de sus intenciones y dirijo mi vista a la pantalla: la imagen de una discreta limusina me ilumina el rostro, al igual que a mi hermano. Pero Pepito Grillo no tarda en aparecer por mi mente, ¿es adecuado gastarnos toda nuestra paga para ir a recoger a nuestro padre? Despido rápidamente a Pepito Grillo, nunca he montado en limusina y la tentación es demasiado grande.


-¿Cuánto necesitamos?


-No lo pone.


-El problema, Jake, es que hará falta un adulto para alquilarla.- Digo con angustia desvaneciendo muchas de nuestras ilusiones.

-Mm, No te creas, no es una anuncio de una empresa seria, más bien de un particular.

Eso es una buena señal y espero que sea un particular fácil de domar, es decir, de sobornar, es curioso, los pequeños Armstrongs siempre utilizan esa palabra… “Domar” es una señal de cómo dominar a los humanos, si a los animales los domestican con comida, a los hombres se les doma con dinero. No hago ningún comentario mientras Jacob mira alternativamente del teléfono a la pantalla, se acerca el aparato a la oreja y emplea sus mejores armas.

Et… voilà! La tenemos, es nuestra, aunque Jacob cree que nos ha costado 300$ más de lo que debería. Nos pusieron algunas pegas con la hora, ya que la necesitaríamos para algo antes de las 7 y a los dueños y señores de la criatura les parecía muy pronto.

Es una maravilla, los asientos son de cuero negro, y, aunque no es demasiado larga, dentro podríamos tumbarnos los dos con facilidad, el conductor nos saluda amablemente y no se sorprende de nuestra juventud, imagino que ya le habrán comentado el detalle de que no viajará ningún adulto porque ningún adulto ha contratado la limusina, Jacob fue muy explícito en ese tema.

Es agradable, y muy confortable, y ni si quiera tenemos la incomodidad de que la gente se gire al pasar por su lado, aquí deben estar acostumbrados. Tardamos poco más de una hora en llegar al aeropuerto de Los Ángeles. Ahora solo nos queda encontrar la terminal por la que saldrá Billie, pero no será difícil, solo tenemos que localizar a una gran muchedumbre enloquecida. Simple.

Nos camuflamos rápidamente con gorras y gafas de sol probablemente no sea necesario, pero debemos prevenir para no llevarnos sorpresas. Confiamos en que Billie nos reconozca rápidamente y, sobretodo, no se enfade.

El vuelo llega puntual, pero él se queda rezagado entre la multitud, al parecer no va a ser tan fácil llegar hasta allí, los fans están muy reacios a hacer un hueco a los últimos en llegar. Parece tarea imposible y Billie comienza a despedirse, tiene un aspecto muy deteriorado y ojeras, está realmente cansado y una ráfaga de cariño me inunda al ver su rostro de nuevo, después de tanto tiempo… Si soy feliz en estos momentos, si no pienso en otra cosa que en contagiar esa paz que me rodea a los que están conmigo es gracias a él y, de repente, siento que estoy en deuda con mi padre, espero poder devolverle el favor que se merece algún día, pero Jacob me saca de mis pensamientos rápidamente.

-¡Qué se va!- Grita mi hermano.

-Vamos.

Lo cojo de la mano y tiro de él bruscamente para intentar, mediante empujones, llegar hasta Billie pero parece algo imposible y la seguridad con la que cuenta su espalda nos lo pone todo mucho más difícil. Finalmente Billie se escabulle por un pasillo, lejos de todos nosotros.

-Mierda.- Susurro, al parecer toda nuestro viaje ha sido en vano, la sorpresa jamás existirá y el gasto de la limusina habrá sido en balde, sin embargo, parece que mi acompañante no está dispuesto a rendirse tan fácilmente como yo. Jacob se desprende de sus gafas y su gorra Nike y comienza a llamar a gritos a Billie, lo llama por su nombre pero no funciona, finalmente grita:

Papá!

Sigue sin oírle pero los fans más cercanos se han girado hacia nosotros, provocando un silencio sepulcral, Jacob repite su operación y, por fin, Billie Joe se gira para mirarnos a los ojos después de tantos meses, especialmente a Jacob. Con un simple gesto todos se apartan y corremos hacia él. Le abrazamos y, (prometo que esto no estaba ensayado) le tatuamos dos besos en la mejilla en perfecta coordinación. Billie parece emocionado, y centra sobre todo su atención en Jacob, es comprensible ya que hace casi un año que no se ven. No nos pide explicaciones y nos lleva directamente hacia su furgoneta.

Allí empieza el interrogatorio, después de los abrazos toca sufrir, así que, allá va otra de mis famosas teorías: después de la calma, siempre pero absolutamente siempre, vuelve la tormenta, lo mejor es no intentar evitarla. Le explicamos que intentábamos darle una sorpresa aunque no parece hacerle mucha gracia, ni siquiera ablandarle un poquito, nos comunica algo brusco que el aeropuerto estaba lleno de prensa y nuestra intervención no habrá pasado desapercibida. Jacob le pide y perdón y yo aprovecho para hacerme responsable del acto.

-No me tenéis que pedir perdón a mí, pedíroslo a vosotros mismos. Sabéis que no deberíais exhibiros así… Jacob, a ti todavía te protege la minoría de edad, pero Melanie, tú pronto tendrás que lidiar con esto y no me estás demostrando que sepas hacerlo responsablemente.

-Tienes razón… Pensé con el alma y no con la razón, es una mala costumbre que tiene un personaje público al que admiro ¿sabes?


-No, Melanie, no intentes hacerme cargar con la culpa, no te funcionará.


-Comprendo mi fallo, papá, y lo acepto, pero no me arrepiento ¿entiendes?

Billie suspira y mira por la ventanilla antes de volver a posar sus ojos en mí, entrecerrándolos.

-Melanie, creo que ese personaje tuyo es una mala influencia.- Termina con una sonrisa cansada.

Una melodía suave y, por qué no decirlo, hortera, nos saca a todos de nuestros pensamientos. Billie extrae un móvil de aspecto antiguo de su bolsillo.

-Genial, es Adrienne, a ver cómo salimos de esta… La próxima vez- dice separando el móvil de su oído cuando estaba a punto de descolgar y señalándonos- que intentéis hacer algo ilegal…- ¿otra reprimenda? Pensaba que con una era suficiente- pedidle consejo a Joseph, él sabe esquivar a Adrienne.

De vuelta en casa, no nos toca lidiar con ninguna reprimenda más. Adrienne está demasiado ocupada recibiendo a Billie y es que, aunque la sorpresa no acabara como tal, Adrienne sigue emocionadísima. Además, a él mismo aún le quedan sorpresas por repartir: para empezar, nos comunica que esta noche vamos a cenar a Los Ángeles y cuando Adrienne le pregunta por sus maletas, explica que las tiene en el garaje (las mías llegarán mañana) y que no se molestará en deshacerlas.

-Es más, cariño, haz las tuyas. Nos vamos a Miami.

Y antes de que Jacob se apresure a saltar como un loco y a gritar, hipócritamente, que ama su vida, Billie especifica que solo irán él y Adrienne.

-Bien, arreglaros si queréis venir a cenar. – Corta Adrienne, sabia conocedora de sus hijos, en vistas de las protestas de Jacob que se avecinaban.

martes, 31 de agosto de 2010

Capítulo 27

Jacob no tarda en levantarse, bueno sí, sí tarda, pero estuve entretenida hasta entonces. La cocina está especialmente iluminada para nosotros dos: un sol generoso alumbra cada rincón de aquel escenario edificado de mármol y recubierto de soberbia. Le saludo dándole los buenos días.


-¡Cuánto madrugas últimamente!


-Ayer me acosté a la una de la tarde, Jake.

Sonríe y comienza a prepararse el desayuno. No me he olvidado de su día de playa, ni de su compañía, aprovecharé la ocasión ya que estamos solos.

-Ayer… ¿bien?- Mi hermano se encoge de hombros y asiente con una levísima sonrisa- osea que mal.

No!- hace una pausa- No del todo, al menos. Me divertí mucho, apenas pude parar de reír y encima ese acento tan… alemán.

-¿Pero?- él suspira.

-Pero se dedicó a admirar todas y cada una de las tías que iban a surfear.


-Un baboso…

-No, un tío.- Dice bromeando.- Te caería bien.

No se lo niego, al fin y al cabo, procedemos del mismo continente, algo en común debemos de tener: Jacob. Y al igual que con el señorito Müller, aparece el otro chico con el que también tengo en común a Jake.

-Buenos días, Josh.- Saludamos.

-¿Qué hay, familia?


-Qué buen humor traes.- Comenta Jacob.

-Claro, ¿qué queréis? ¡Mañana viene papá!

-¿Mañana?- pregunto confusa- Adrienne dijo la semana que viene.

-Pues yo hablé con él ayer y me dijo que venía mañana. Igual quiere darle una sorpresa.


-¿Y si le damos una sorpresa nosotros a él?

Ambos fijan vista y atención en mí. Jacob lo hace con una pizca de curiosidad, sin embargo Joseph desconfía de mi idea.

-Podríamos ir a esperarle al aeropuerto mañana.

Y ambos hermanos responden a la vez, en perfecta coordinación pero contraria armonía: Jacob lo hace con un exclamativo “yessss” mientras que Joseph pronuncia un rotundo y seco “no”.

-¿Por qué no?- se queja Jacob a su hermano mayor.

-Va a haber demasiada prensa, a papá no le gustaría que fuéramos.

-Yo voy.- Termina Jacob y me mira expectante, creo que Joseph puede tener parte de razón, pero no abandonaré ahora a Jake.

-Yo también.

Pero en el fondo de mí, muy en el fondo, sé que Joseph está actuando correctamente, de hecho, él también lo sabe:

-Es increíble que yo tenga que actuar como hermano mayor aquí.- Dice mirándome con desaprobación.

-Solo eres mayor cuando te conviene ¿no, Josh?- respondo con dureza, recordando con mi mirada el aprieto del que le saqué días atrás, aunque, definitivamente, también le metí… Bueno, él se lo buscó, no tiene sentido sentirme culpable ahora.

Ya que Joseph no parece muy dispuesto a ayudarnos con la sorpresa, Jacob y yo nos ponemos manos a la obra. Decidimos llamarle para averiguar discretamente a qué hora llegará. Discretamente, bueno, eso intenté, pero definitivamente he de aprender a decirlo en el idioma materno de Jake porque parece que no entendió muy bien esa parte… Ponemos mi Iphone en manos libres y llamamos… Contesta al tercer toque.

-Hey! ¿Cómo va?


-Jacob y Melanie al aparato.


-Hola, chicos ¿todo bien?


-¿A qué hora vienes mañana, papá?

Le lanzó una mirada asesina a Jacob, se ha apresurado demasiado y papá pilla las cosas al vuelo. Vamos a redondear su pregunta:

-Es que Joseph nos ha dicho que venías mañana y Adrienne que volvías el sábado que viene, estamos confusos.


-Llegaré mañana sobre las 8 al aeropuerto de Los Ángeles.


-Ni una palabra a mamá ¿no?- Intuye Jacob.

-Exacto.


-Solo queríamos asegurarnos de que Jacob no la cague, ya sabes cómo es…


-Eyyy, que el tonto de la familia es Joseph ¿verdad papá?


-La tontería corre por nuestras venas, chicos.


-Me voy a cambiar de familia, en serio. –Dice Jacob mirándome con los ojos entrecerrados, desaprobando mi carcajada.

Intento alargar la conversación un poco más para que no parezca que ya tenemos lo que queremos. Y por fin, nos ponemos manos a la obra. Obviamente no podemos pedir a Samy que nos lleve, porque Adrienne sospecharía o, al menos, se preocuparía de que su Jacob saliese tan temprano conmigo. Finalmente decidimos alquilar un coche, Jacob surfea por Internet expertamente en busca de alguno adecuado. Le observo desde la cama cuando me percato de un nuevo brillo en sus ojos, señal de que ha encontrado algo.

-¿Lo tienes?


-¿Cuánto dinero te queda en la tarjeta?