martes, 28 de septiembre de 2010

Capítulo 33

He de reconocer que no sé cómo lo hace pero, como siempre, Josh consigue lo que se propone. Adrienne y Billie llegaron unas horas antes que Jake y yo. La casa estaba perfecta, como recién pintada, digo más, como recién construida, por supuesto, la bronca fue para Jake y para mí, quienes “salimos irresponsablemente por la noche”. Maldito Joseph.


A las once de la noche los ánimos comienzan a calmarse un poco en la casa. Me encuentro en mi habitación contándole la aventura del finde a Airin, he dejado la puerta abierta: es un día demasiado caluroso y aún no he entendido cómo funciona el aparato del aire acondicionado de mi cuarto.

De repente el Iphone reclama mi atención ruidosamente, contesto tranquilamente a Airin y me levanto dispuesta a atender las necesidades del aparato. Sé que no es Zack porque ahora mismo debe de estar trabajando en directo. Nanosegundos después oigo también los acordes de “Last night on Earth” procedentes del móvil de Jacob y prácticamente al mismo tiempo comienza a sonar “St. Jimy” en el móvil de Joseph. Cojo mi aparato pero no puedo llegar a leer el sms porque un grito procedente de la habitación de Jacob me asusta y hace que se me caiga al suelo.

Oigo a Jake correr a la habitación de su padre. Recojo mi perturbador de la paz y salgo al pasillo alarmada, Joseph parece actuar como yo y asoma la cabeza por el umbral de su puerta.

-¿Va en serio?

Me encojo de hombros, no sé de qué me habla. Por fin destapo el mensaje, es de Billie: “Nos vamos a Hawaii, salimos a las 2pm, quién no esté preparado se queda.”

Papá!- Grita Joseph, camino de la habitación de su padre, le sigo emocionada.- ¡Espero que no sea una broma!

El aspecto de la habitación de Billie despeja las dudas de Joseph: él y Adrienne están deshaciendo las maletas de Miami para rellenarlas con la ropa que viajará Hawaii.

-¡Nos vamos a Hawaii!- Exclama Jacob abrazando a su padre.

-Salimos mañana.-Advierte Billie- podéis quedaros toda la noche agradeciéndomelo o ir a hacer las maletas.

Todos salimos, Jacob bastante reacio, parece que el pequeño de la casa deseaba realmente unas vacaciones familiares, después de la desilusión de Miami, y así lo da a entender:

-¡Oh dios mío! Hacía dos años que no íbamos a Hawaii.

Habla muy rápido y en seguida corre a preparar sus cosas. Joseph y yo, optimistas como nadie e investigadores incansables, no tardamos en encontrar pegas a la situación.

-Uff…- suspira él- haz desayuno para tres, limpia los 250m2 de casa, prepara la maleta para una semana en Hawaii… Menudo día.


-No te quejes, yo acabo de deshacer OCHO maletas y ojalá no lo hubiera hecho…

-Por cierto, hablando de tus maletas. Llegaron ayer por la tarde y no puede evitar probar tu Fender.

Le miro violentamente.

-¡¿Qué?! ¿Pero quién te crees...?

-Está muy bien cuidada…- apunta hábilmente, haciendo con ese comentario que yo me olvide de que estaba a punto de enfadarme con él.

-Lo sé, porque la mimo mucho.


-Demasiado.


-¿Dónde está?


-La dejé en el sótano, temía por tu guitarra, mientras estaban estos en la casa.


-Es perfecta.


-Para ti, sí. Te pega.

No sé muy bien si el hecho de que mi guitarra “me pegue” pueda considerarse algo bueno, por otra parte, segundos antes ha dicho que mi guitarra era bonita. Le dedico una sonrisa de agradecimiento y nos despedimos.

-¡Mañana a las dos! ¡No te olvides!- me recuerda desde el pasillo.

He dejado la conversación con Airin a medias, quien, ajena a la locura vivida hace escasos instantes por un sms, se ha dedicado a rellenar la pantalla con comentarios incoherentes. Le ha dado tiempo a un “voy a hacer pis”, otro “ahora vengo, tengo sed” y un par de “¿estás?, ¿hola?”

Le explico lo ocurrido y conecto el micro. Voy a llamar a Zack y así puede oír la envidia que despertará en su bondadoso ser mi malvado ser.

Hola!- saluda con voz cantarina.

Aaahhh!- le saludo yo, no tan cantarina.

-¿Mel?


-¡Adivina dónde me voy de vacaciones!

-¿Hawaii?- Entrecierro los ojos.

-Muérete.- Suelta una carcajada- Pues sí, listo, a Hawaii.


-Guay, el paraíso surfero. ¿Me llevas?

“Airin dice: si llevas a Zack, a mi también”

-Ojalá pudiera.


-Eso es un no…


-Oigo follón por ahí, Zack ¿sigues en el concierto?


-No, estamos en una fiesta. Gente guay.


-Define guay.


-Borracha.


-Guayyy…


-¿Qué hacías?


-Estaba hablando con Airin, salúdala, nos está oyendo.


-¡Buenas noches!

“Airin dice: Helloooo!

-¡Mal! Zack, allí es por la tarde.


-Perdón.


-Chicos os voy a dejar, aún tengo que preparar la maleta.

Miro con mala leche a las maletas vacías que inundan el suelo de mi cuarto, si no se me hubiera ocurrido deshacerlas…

Ambos responden a la vez “Nooo”. Renunciaría a muchas cosas por hacer eterna esta noche, pero no a Hawaii.

-Os quiero, pero Hawaii me espera.

-Imbécil- esta es la forma en la que Zack se refiere a mí cariñosamente.- Pásalo bien y llámame cuando llegues.

“Airin dice: ¬¬ ok, te quiero”.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Capítulo 32

Es domingo y toda la patrulla de gente invitada por Joseph aún permanece en la casa. No dan señales de vida, al menos, no los dan ahora, porque la noche anterior toda California quedó enterada de que había fiesta en la casa Armstrong. Billie y Adrienne no tardarán en llegar y no puedo evitar tener la sensación de que todos los invitados de Josh han muerto por un escape de gas.


-Es lo que tienen las fiestas- apunta Jacob observador.

-Deberíamos avisarle de que sus padres no tardarán en llegar.

Tardo seis minutos en convencer a Jake de hacer algo para ayudar a su hermano. Ayuda fraternal, allá vamos.

Entramos por la puerta trasera a la cocina. Todo en orden, todo excepto por el hecho de que algunas latas están esparcidas por el suelo. Obviamente expuestas por alguien con muy mala puntería y es que las latas son de cerveza. Avanzamos hasta el pasillo que da a las escaleras. Mi hermano se queda quieto, con los ojos muy abiertos, he tardado en percatarme de que no me seguía, sus ojos reflejan lo que le ha detenido: la entrada en el salón principal de la casa está literalmente de resaca, una decena de personas se encuentran dispersadas por los sofás, mesas e incluso el suelo; acompañados por innumerables cajas de pizza, botellas de refresco, recipientes de Jack Daniel’s y un ligero pero pestilente olor a vómito.

-Cerdos.- Susurra Jacob.

Tiro de él para que suba conmigo, entre los caídos en la batalla de anoche en terreno-comedor no se encontraba Joseph.

Alcanzamos el piso superior. He subido con miedo a encontrarme a algo/alguien indeseado en mi habitación y el hecho de que la puerta esté cerrada cuando yo la había dejado abierta acentúa mi miedo cual sílaba esdrújula. Respiro profundamente antes de decidirme a abrir la puerta, atrás mío se encuentra Jacob, completamente enemigo de sus uñas, aún así, mantiene el dedo índice en contacto con sus dientes. Sujeto la manivela suavemente, como si quemase. Presiono. Noto algo extraño, un olor diferente me golpea al entrar en la habitación, quiere expandirse por una casa que no es la suya. Parece extraño pero me recuerda a España. Efectivamente, todo un ejército de maletas se encuentra repartido por mi habitación. Me invade una emotiva añoranza a la que sustituye rápidamente una infinita pereza: son demasiadas…

No estamos aquí para esto, salgo muy a mi pesar y me reúno con Jacob quien también ha inspeccionado su cuarto y una expresión de alivio recorre su rostro.

La puerta de la habitación de Joseph también permanece cerrada. Jacob me pide con expresión enfada que, por el bien de su hermano, solo entre yo. Así lo hago.

Me encuentro con una escena al más puro estilo “SKINS”, puedo decir que el olor nauseabundo termina por completar el cuadro. Es la primera vez que entro en el cuarto de Joseph, es más oscuro que el del resto de los habitantes de la casa, sus cortinas son más opacas y varios posters decoran las paredes: Green Day, The Ramones, chicas muy bien dotadas…

A excepción de mí, todos los presentes en la habitación permanecen dormidos. Presentes, correcto, hay varios. Para empezar, una chica algo menor que yo está tumbada en el suelo cubierta por una sábana y semidesnuda, otra chica rubia se encuentra en la cama, abrazada a Josh.

-Joseph- susurro.- Joseph… ¡Joseph!

Le cuesta, pero comienza a parpadear hasta abrir un milímetro los ojos. Me mira confuso. No tengo muy claro si se sorprende de verme allí o está intentando relacionar rostro con nombre dentro de la piscina de alcohol que es su cerebro ahora mismo.

-Melanie

Bravo.

-Te parecerá bonito.

No creo que necesite una reprimenda en estos momentos, principalmente porque no sabe por qué la merece. Dejo que se aclare las ideas e intente recordar la noche anterior, aunque, por su aspecto diría que es tarea improbable, que no imposible. Como única respuesta, se inclina sobre la mesita, coge un par de instrumentos con la mano izquierda, sin separar el brazo derecho que abraza a la chica rubia, plácidamente dormida sobre su hombro, y comienza a fumar.

-No sabía que fumaras.

-¿No?- Mira distraídamente el cigarro- Ni yo…

Da otra calada.

-Josh, tus padres no tardarán mucho en llegar. Solo queríamos avisarte.

Entiende en seguida por qué he usado el plural.

-Supongo que no queríais limpiar también.


-Supones bien.


-Bueno… en ese caso…- aspira con ansia lo último que queda del cigarrillo- Me pondré a ello…

Hace ademán de apartar la sábana, pero antes posa su vista en mí, alarmado. Me mira con una de esas miradas evidentes que no merecen palabras. Una pena que no le entienda, le miro interrogante.

-Melanie…- él mira a la puerta, yo le miro a él confundida- estoy desnudo, joder.


-¡Ah! Lo siento.

Salgo a toda velocidad como cualquiera que intenta evitar una situación asquerosamente embarazosa.

Jacob está fuera, apoyado en la pared y con los brazos cruzados; obviamente no le gusta nada esta situación.

-No nos quedamos ¿verdad?- pregunta mosqueado.

-Ni hablar, vamos.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Capítulo 31

Amanece nublado, Billie y Adrienne ya deben de haber salido. Me levanto de muy buen humor, pero con la sensación de que no va a durar demasiado, desgraciadamente, siempre me pasa lo mismo: pienso “hoy nadie me estropea el día” pero de tantas veces que lo acaban estropeando, uno se acostumbra, Jacob opina que ese comentario es demasiado objetivo y débil, como si intentara culpar al resto de habitantes de este cruel y fascinante mundo de mis desgracias, por eso mi hermano siempre dice: “hoy no voy a estropear mi día”.


Comienzo a preparar el desayuno para los tres. Pero mis buenas intenciones no durarán demasiado, soy como un civil en una guerra que no es la suya, caminando por un campo de minas que conectan las bases de los dos bandos enfrentados.

Las minas no tardarán en estallar, Jacob aparece en la cocina y se sienta a mi lado a tomar el desayuno que muy amablemente le he preparado y es que, cuando los jefes de la casa se van nos dejan sin servicio en la vivienda, por seguridad según ellos, aunque no lo tengo muy claro, creo que es algún malvado plan para que aprendamos a valernos por nosotros mismos.

Joseph se presenta en esta misma sala, pacífica hasta el momento, con una simple toalla alrededor de la cintura y el móvil en la mano. Se despide de alguien muy importante en su vida con un “adiós imbécil” muy amistoso. Deposita el móvil en la encimera y nos mira expectantes, da una palmada lo cual indica que nos va a comentar algún plan que su cabeza lleva trazando largo rato.

-Atención.- Levanto la cabeza hacia él, pero Jacob sigue ignorándole y no le muestra ningún tipo de respeto.- He pensado que esta noche voy a hacer una fiesta en casa, así que…

-¡¿Qué?!- Salta Jacob- Ni de coña, eso lo había pensado yo.


-Pues me he adelantado, ya está todo encargado, ahora no lo pienso cancelar.


-Eres idiota, Joseph, ¡te lo dije anoche!


-¿Has preparado algo?- Jacob no consigue responder y desvia su mirada- Pues ya está, se hará MI fiesta, ya tendrás otro día la casa.

El hermano mayor se gira con intención de marcharse, pero parece que recuerda algún dato importante más.

-Por cierto, Jake, no te quiero ver por aquí esta noche, enciérrate en tu habitación, ves al sótano o lo que sea ¿entendido?- Su humor ha cambiado de la más arrogante alegría a la más tétrica amenaza, su mirada se posa en mí.- Tú, sí Melanie, quédate, te gustará…

Iba a responder con una negación por solidaridad con Jacob pero éste hace algo que no me esperaba: arroja su cuenco de cereales contra su hermano, por suerte, Joseph ya había salido de la cocina y el tazón choca aparatosamente contra la puerta, haciéndose añicos, adiós a la dulce porcelana de Bob Esponja, Jacob y yo ya no tendremos los tazones a juego por más tiempo.

Sale furioso de la sala, tras un momento en estado de shock consigo reaccionar, lo único que se me ocurre es mirar a mí alrededor. No, no hay nadie. Llego a la conclusión lógica de que me tocará a mí limpiar los estropicios de la guerra, soy una auténtica civil inocente que no llegó a tomar parte en ningún bando y que, inevitablemente le toca pringar.

-Es como estar limpiando vómito.- Zack me ha llamado en un momento algo inoportuno, pero no pienso desaprovechar la oportunidad para hablar con él.

-Es raro que Jacob se comporte así, el mañaco suele ser Joseph.

-Zack…-Le digo en tono reprobatorio- No me hagas pensar que el peor de todos eres tú.


-Sabes que no puedes.

-Cállate.- Odio que haga eso.- Bueno, ya está, esto huele a rayos pero por lo menos brilla…


-Suena contradictorio ¿no?

-Joseph no quiere que Jacob esté esta noche en la fiesta.- Continúo con el principal problema que me acosa hoy, ignorando los comentarios a mis comentarios.

-Es un poco egoísta…


-No sé si ese es el motivo… Si tú montases una fiesta ¿por qué razón no invitarías a tu hermano?


-No me gustaría que me viese borracho.

-Mmm…- Analizo su frase unos instantes- es un buen motivo.


-El único.

-Si hubiera otro motivo… ¿Me dejarías llevarme a Jacob?- Obviamente le estoy hablando del hecho de “invitar” a mi hermano a casa de Zack, ya que él mismo me dejó sus llaves.

-¿A casa?


-Yeja!


-Mmm… solo a Jacob ¿no?


-Claro.

Acepta pero por su tono deduzco que no es mucha la ilusión que tiene en que nadie invada su casa, es comprensible, pero fue él mismo quien me dejó las llaves. Por otra parte, es precipitada esta decisión, aún no tengo del todo claro los planes de Joseph. Me despido de Zack y acudo al encuentro del hermano mayor o, más bien, él acude a mí.

Termino de limpiar el trapo empleado en tan ardua tarea cuando el chico se asoma por el umbral de la puerta. Le sonrío, no es una sonrisa falsa, es una sonrisa con la cual quiero indicarle que ya no tiene que limpiar nada porque ya lo he hecho yo, además le señalo que no tiene la culpa de lo sucedido, él empezó la guerra, pero Jacob le siguió, cosa que nunca hace.

-Siento lo de antes.

Parece que Joseph no es muy buen lector de sonrisas o quizás yo me tendría que aplicar más.

-Tranquilo, no fue culpa tuya…- Aprovecho la conversación para llevarla al terreno que me interesa tras la charla con Zack- ¿Por qué no quieres que Jacob esté en la fiesta?


-De eso quería hablarte. No me gusta que Jacob entre en este mundo de las fiestas ¿sabes? Es demasiado inocente y quiero protegerlo de algún modo de todo esto, la única manera de hacerlo es evitar cualquier contacto con… esto.


-¿Esto? Josh, él también pensaba hacer una fiesta, no te entiendo.


-Si te quedaras lo entenderías.


-Y Jake estaría solo, no lo veo justo, prefiero quedarme con él.


-Genial, entonces, vigila que no salga y eso…


-No, descuida, nos iremos a casa de Zack, todo tuyo.

Supongo que en el fondo, no tiene una mala excusa, querer proteger a su hermano de “esto” me parece correcto. Entiéndase por esto: amigos hipócritas, amigo crápulas, amigos falsos y todo un catálogo de lo más exquisito de la amistad, sí, no hay otro nombre a emplear: “amistad”; además de ciertos estupefacientes solo vistos en el programa español: “Callejeros”.

Aterrizo en territorio neutral (mi cuarto) con la esperanza de cambiarme y volver para hablar con Jacob, creo que me debe una disculpa. Pero tal y como parece que empieza a ser costumbre en los Armstrong, se adelanta. Mi camiseta iba a salir volando sobre mis hombros justo cuando oí el picaporte. Esa curiosa costumbre que hemos instalado entre nosotros de no llamar antes de entrar va a verse modificada en breves.

-¡Pero bueno! ¿Hoy que es? ¿El día de “vamos a vernos todos desnudos”?- Digo gritando desde mi posición al recordar la vestimenta de Joseph al proclamar su fiesta.

-Lo siento.



Lo siente sí, pero bien que ya está dentro.

-Tranquilo.


-Iba a limpiar lo de antes, pero…- suspira- gracias.


-Espero que no se repita.

Tras esto le relato los planes que tendremos él y yo para evitar entrometernos en los planes de esta noche de Joseph. Jacob acepta, en realidad, se dedica a sentir con la cabeza a todo lo que le digo mirando al suelo, realmente parece arrepentido…

-Jake- le llamo antes de que salga por la puerta- solo has roto una taza, no has quemado la casa, deja de darle vueltas.


-Es que podría haberle dado…


-Bah… se lo hubiera merecido…- bromeo, en realidad no lo pienso, pero de ese modo consigo que él se sienta mejor.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Capítulo 30

La casa está agitada, se oyen muchos ruidos, termino de despertarme con un portazo, me levanto sobresaltada. Salgo lentamente y cruzo una mirada en el pasillo con Josh.


-¿Estamos en guerra?- Le pregunto con voz de moribunda. Él se ríe y responde que Jacob está un poco cabreado por el hecho de que no lo lleven a Miami.

Intento despejarme un poco y acudo en pijama en ayuda del pequeño de la casa. Está mirando por la ventana, de brazos cruzados. Simplemente me siento en su cama y le miro, sin decirle nada, sé que prefiere empezar él sin que le atosiguen.

-Llegó ayer y se va mañana.- Se da la vuelta para mirarme, tiene los ojos llorosos, pero la furia que le corroe no le permite llorar.

-Adrienne también tiene derecho a estar con él, Jacob, no seas egoísta.


-No soy egoísta, Melanie. ¿Por qué no puede estar con toda la familia a la vez?


-Porque Adrienne es su familia, además de su pareja.

Se deja caer cansado a mi lado, sabe que tengo razón, y está buscando las palabras adecuadas para contradecirme. Espero pacientemente, mirándolo con cariño.

-En ese caso, el egoísta es él.


-Solo son dos días, Jacob, podrás sobrevivir dos días sin papá.

-Y sin mamá…- Deja vagar sus pensamientos y su entrecejo se frunce para acabar dibujando una malvada sonrisa. – Bueno, no será tan malo, después de todo.

Abandono su habitación, algún plan maligno se está gestando en su pequeña y dulce mente, plan que está corrompiendo su forma de ser. Exagero, lo sé, pero esa mirada no es propia de Jacob sino de Joseph, sé que es su forma de vengarse de sus padres, hará alguna locura, típica de su hermano mayor, pero nada grave, por eso no intento evitarlo, me basta con que no esté triste, no voy a hacer con él la función de Adrienne. Ha de equivocarse como todos.

Jacob sigue furioso, pero trazar su maquiavélico plan le ha obsesionado hasta el punto en el que no le veo en todo el día, de hecho, comemos por turnos, primero yo con Adrienne y Billie, más tarde baja Joseph y finalmente Jacob sucumbe a la tentación fisiológica. Pero el joven de los Armstrong vuelve a obsequiarme con su presencia por la noche. Se encuentra parado ante la puerta del dormitorio de sus padres, quienes están terminando de preparar todo. Adrienne sale decidida de la habitación y frena bruscamente ante su hijo, se aparta para dejarle entrar y sigue su camino, mi hermano no se mueve.

-¿No vas a entrar?- Le pregunto.

Creo que he hecho mal, al descubrirme observándole, ha dado media vuelta y ha vuelto a entrar en su habitación. Le sigo.

-¿Por qué te comportas así?


-¿Así cómo?


-¡Como un niño, Jake!


-Pues porque lo soy…

Está triste, no responde como debería ante un ataque de furia por mi parte, está demasiado abatido, así que cambio mi tono de voz, no voy más que a hacerle daño si continúo así.

-¿Qué ibas a decirle a papá?


-Que lo siento.


-Pues ves, Jacob, ves porque mañana no estará y te arrepentirás de haberte comportado como un crío y de no haber demostrado ante tu padre que eres alguien maduro.


-Sí, tienes razón…

Cuando volví a atravesar el pasillo, después de dos horas de chat interminable con mis queridos y adorados compañeros de patria, una acogedora imagen me sorprendió en el único cuarto de matrimonio de la casa. Jacob se encontraba en la cama de su padre, dormido a su lado, Billie estaba tumbado con un brazo tras la cabeza y el mando de la televisión en la mano libre, con expresión ausente, lo que me da a entender que han pasado muchas cosas durante estas dos horas. La puerta está abierta, aún así, llamo. Bille me dedica una sonrisa la cual tomo como permiso para entrar.

-¿Cómo ha ido?- Le pregunto mirando a Jacob.

-Mejor de lo que esperaba…- susurra.- ¿Tú lo sabías, no?

Creo saber a qué se refiere, pero, como siempre, me aseguro antes de responder.

-¿El qué?


-Que Jacob es gay.

Asiento y cruzo las piernas sobre la cama al lado de ambos, aunque antes tengo que apartar una caja de pizza, parece que Jacob volvió a sugerir su cena real.

Adrienne entra en el cuarto y desaparece por otra de las dos puertas con las que cuenta la habitación: una da a un pequeño pero acogedor balcón con vistas al jardín trasero mientras que la otra lleva al tercer y único baño privado de la casa. Pronto oigo la ducha que pertenece a esa fantástica habitación, lo que indica qué está haciendo Adrienne, lo prefiero así, siento más intimidad entre mi padre y yo, a pesar de todo el tiempo que he pasado aquí y de que ella misma ha vivido los momentos más duros de mi estancia, aún no me encuentro del todo cómoda ante la presencia de Adrienne.

-Aún no te he dado las gracias por todo.


-Es que no tienes que darlas.


-Me hiciste un favor…


-Discrepo.


-Hiciste algo que no estabas obligado a hacer para ayudar a otra persona, eso en España se llama favor.

-En América, prostitución gratuita.- Bromea quitándole importancia al asunto, es demasiado modesto al respecto y sé que no me dejará agradecérselo, finalmente, opto por no insistir. Tras una larga pausa durante la cual Billie se dedica a mirar fijamente la masacre en algún país oriental que se está anunciando en la CNN, decido volver a hablar.

-Es horrible…- comento.

-También conocido como ser humano.- Suspira y me mira largamente.- Mel, no quiero que hables de ello si no quieres pero ¿qué tal con Zack?

-Genial.- Respondo rápida y mecánicamente, pero tras pensarlo unos instantes me doy cuenta de que en ningún momento le mencioné a Billie mi relación con Zack. Miro a Jacob confusa.

-No, él no ha dicho nada.

No tarda en proyectarse en mi mente el episodio en el que Adrienne nos sorprendió a Zack y a mí en la cocina, probablemente sobraron las palabras.

-Es un buen chico, de hecho, MUY buen chico… creo que te caería bien, el problema es que ahora no está en casa, sino te lo presentaría…

-¿Él quiere conocerme?- Me sorprende su pregunta y le miro extrañada, buscando el verdadero significado de esa cuestión.- Verás, Melanie, aquí en LA es muy fácil encontrarse gente que solo quiere a otra gente en cuestión de los ceros de su cuenta bancaria o de las portadas que su carrera arrastre, no sé si me explico.


-Perfectamente, pero Zack no es de esos.

-No era mi intención prejuzgarle, solo quería hacértelo saber. Confío en tu criterio, pero esta charla la he tenido con todos.- Su mirada se desvía al cuerpo durmiente de Jacob.

-Puedes estar tranquilo… Además ¡es del gremio!


-Vaya, vaya… ¿músico?- Asiento orgullosa.- Será interesante.

Iba a contestarle que se encuentra de gira cuando Joseph entra en la habitación silenciosamente, mira alrededor.

-¿Está mamá?- pregunta muy bajito. Billie y yo señalamos la puerta del baño, tras la cual se oye una alegre voz cantarina.

-No tardará en salir.- Le contesta.

-Quería hablar contigo…- su tono denota urgencia, y le hago un hueco en la cama a mi lado.

-¡Confesiones Billie Joe, S.L! ¿En qué puedo ayudarle?


-Papá, no grites…- le reprendo mirando a Jacob, Joseph me da la razón con la mirada pero su preocupación va más allá de la puerta.

-¿Qué ocurre Josh?


-He suspendido matemáticas…- confiesa él mirando hacia abajo.

-Ya, ya lo sé…


-Quería pedirte ayuda…

-¡Ah vale! Pensaba que ibas a pedirme dinero- se gira hacia mí y explica- siempre que viene así es para pedir dinero.

Sonrío, cómplice de la situación. Pero Joseph simplemente baja aún más la cabeza, Billie lo mira extrañado.

-¡Quieres dinero!- No es una pregunta, Billie afirma un hecho sin más, un hecho que no parece sorprenderle demasiado, algo que indica que, a pesar de las distancias, conoce muy bien a sus hijos.

-Pero, papá, es que si no, no aprobaré en la vida.- Suplica Joseph.

-Tienes una oportunidad dentro de dos meses ¿no?


-¡No! Corrige, tengo otro suspenso seguro dentro de dos meses.


-¿Qué quieres?- dice más calmado, no me puedo creer que haya aceptado.

-Creo con 200 estaría bien…


-No, Josh, me refiero, ¿qué quieres? Si apruebas ¿Qué te haría ilusión?

Joseph abre la boca en seguida para contestar, pero parece arrepentirse ante su petición y se queda pensando un rato, tiempo suficiente para que Adrienne salga de su baño.

-Ya hablaremos de esto.- Termina así Billie Joe sus confesiones del día.- A la cama todos.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Capítulo 29

Entro en el baño algo confusa, no tengo muy claro dónde vamos a cenar, por lo que no sé cómo debería vestirme. Hay gente que piensa que preocuparse por lo que te envuelve es una tontería, bueno quizás lo sea, pero para mí es una forma más de expresar cómo eres por dentro y por eso me esfuerzo siempre en llevar el envoltorio adecuado en cada ocasión, no esencialmente por moda, es una cuestión de pasar desapercibida y sin dar excesivamente la nota.


Conduce Billie, otra hora de viaje, pero esta vez más divertidos. Desempolvó por fin el BMV todoterreno. He de decir que todos van impecablemente vestidos, supongo que “cenar en Los Ángeles” tiene para ellos una traducción más completa que para mí la literal.

Los Ángeles ya parece increíble cuando la ves en las películas o en los documentales, cuando la vives de verdad es simplemente indescriptible. Creo que no puede haber nadie indiferente ante ella, o la adoras o la odias pero no existe término medio, es demasiado espectacular para que simplemente “guste”.

Por mi ventanilla derecha se ve el mar, estamos en una zona portuaria de la ciudad. Billie no tarda en aparcar y todos bajamos. Un desagradable olor a salitre me recibe al pisar el duelo de la ciudad celeste, al parecer albergar ángeles no es sinónimo de olvidarse de los defectos de cualquier otra ciudad.

Sigo a la familia Amstrong y entramos en un restaurante de lujo, pero un restaurante peculiar, de hecho, se encuentra dentro de un barco. Al parecer este paraíso era nuestro destino. Todos parecen encontrarse cómodos, por lo que deduzco que no es su primera visita. Los camareros también parecen atendernos conforme un protocolo invisible impuesto por la rutina. Tras pedir los platos, un leve movimiento en el suelo me indica que hemos arrancado, navegamos por las playas paradisíacas de LA.

La cena transcurre con tranquilidad, demasiado tranquila para ser una cena con toda la familia. Billie parece muy interesado sobretodo en nuestras notas, en mi estancia aquí, en la empresa de Adrienne, apenas habla de él, algo que me gustaría que hiciera, para poder imaginarme así cómo es un proceso de gira tan largo…

Al final, cuando la cena ha terminado, todos los comensales pasamos a la cubierta del barco, hay música relajante (demasiado tranquila) y bebida, mucha bebida. Espero con paciencia a que todos se distribuyan en sus posiciones para actuar conforme se espera de mí. No ataco la mesa de bebidas, algo que sí hacen Billie y Adrienne, además de entregarle también a Joseph un vaso alargado, lleno de magia, por supuesto. Los hermanos se dispersan y sus padres se quedan cerca del borde de la cubierta, muy juntos. Yo me dirijo a uno de los bancos que hay dispuestos de manera que rodean la pista de baile, donde parejas de todas las edades lo están dando todo.

Inconscientemente saco mi Iphone. Simplemente jugueteo con él entre las manos, miro algunas fotos… Me recreo especialmente en las que aparecen recuerdos de España: mis amigos, algunos paisajes y muchos vídeos, es otro de mis hobbys: grabar cada momento, en la mayoría de ellos las protagonistas somos Airin, Mpi y yo. Conciertos, fiestas, simples paseos…

Siento la presencia de alguien sentándose a mi lado y bloqueo rápidamente el aparato. Joseph coloca su copa delante de mí, ofreciéndome.

-Gracias.- Me sale en castellano, inexplicablemente, pero él lo entiende, no en vano da clases de español en el instituto.

-De nada. -No es un buen momento para oír mi idioma, no cuando estaba a punto de volver nadando a mi país natal. -¿Qué tal esta mañana en el aeropuerto?


-Bien, creo que todo salió bien.

-Cuando fui a la habitación de Jacob y la vi vacía, no me lo creí, no os veía capaces.

-Pues ya ves…

Se queda callado un momento, la copa ha ido cambiando de manos conforme hablábamos.

-Estás… ¿triste?

-¿Qué? No, no estoy triste… ¿cómo voy a estarlo?, acaba de llegar papá… Billie- Rectifico rápidamente, solo lo llamo papá delante de Jacob y ante el propio Billie, nunca con Joseph o Adrienne.

-Pero se ha ido Zack.- No solo termina la conversación, sino también el último sorbo. Le miro confusa, sí, tiene razón pero no estoy así por Zack, aún no he tenido tiempo para echarlo de menos. – No sé qué decirte sobre eso, te acabas acostumbrando…


-Vamos a por otra.- Le digo levantándome, le agradezco sus ánimos, pero son para la causa equivocada, así que le sonrío.

Cuando nos hallamos ambos con un contenedor de sueños en las manos, Joseph propone un brindis.

-¿Por qué brindamos?


-¿Por qué quieres brindar?


-¿La paz en el mundo?


-No seas utópica, Melanie.


-¿Por qué brindarías tú?

Él se queda mirando al horizonte fijamente un tiempo y luego fija sus dos océanos que tiene como ojos en mí.

-Hallar la felicidad es un buen motivo ¿no crees?


-El mío era menos egoísta.


-Da igual- se encoge de hombros- ambos son imposibles.

Lo ha dicho sonriendo, pero a esa sonrisa le ha seguido un angustioso y largo trago.

-Te conozco poco, Josh. Además empezamos con muy mal pie.


Niega con la cabeza.


-Empecé.


-Es normal, había invadido tu vida y no tenía ningún derecho para…

-No.- Me corta embelesado.He de confesarte, Melanie, que papá no nos obligó a ir con él, fuimos porque quisimos.

Me sorprende esa declaración, pero si es así ¿Por qué se comportó de una manera tan borde conmigo? “¿Porqué me odiabas?” Estoy tentada de preguntarle.

-Simplemente me frustré porque eras jodidamente buena con todos… Estallé y… soy muy orgulloso para pedir perdón así que no lo haré aunque me arrepienta, espero que lo entiendas.


-No importa Joseph, tampoco lo necesito. No me malinterpretes, ahora estamos bien, sé que nunca tendré contigo la relación que tengo con Jacob, pero no tenemos que darle más vueltas, olvidemos esa pelea.


-Brindemos pues, por ser amigos, ya que nunca seremos hermanos…


-Me parece bien.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Capítulo 28

Esa pregunta me desvela parte de sus intenciones y dirijo mi vista a la pantalla: la imagen de una discreta limusina me ilumina el rostro, al igual que a mi hermano. Pero Pepito Grillo no tarda en aparecer por mi mente, ¿es adecuado gastarnos toda nuestra paga para ir a recoger a nuestro padre? Despido rápidamente a Pepito Grillo, nunca he montado en limusina y la tentación es demasiado grande.


-¿Cuánto necesitamos?


-No lo pone.


-El problema, Jake, es que hará falta un adulto para alquilarla.- Digo con angustia desvaneciendo muchas de nuestras ilusiones.

-Mm, No te creas, no es una anuncio de una empresa seria, más bien de un particular.

Eso es una buena señal y espero que sea un particular fácil de domar, es decir, de sobornar, es curioso, los pequeños Armstrongs siempre utilizan esa palabra… “Domar” es una señal de cómo dominar a los humanos, si a los animales los domestican con comida, a los hombres se les doma con dinero. No hago ningún comentario mientras Jacob mira alternativamente del teléfono a la pantalla, se acerca el aparato a la oreja y emplea sus mejores armas.

Et… voilà! La tenemos, es nuestra, aunque Jacob cree que nos ha costado 300$ más de lo que debería. Nos pusieron algunas pegas con la hora, ya que la necesitaríamos para algo antes de las 7 y a los dueños y señores de la criatura les parecía muy pronto.

Es una maravilla, los asientos son de cuero negro, y, aunque no es demasiado larga, dentro podríamos tumbarnos los dos con facilidad, el conductor nos saluda amablemente y no se sorprende de nuestra juventud, imagino que ya le habrán comentado el detalle de que no viajará ningún adulto porque ningún adulto ha contratado la limusina, Jacob fue muy explícito en ese tema.

Es agradable, y muy confortable, y ni si quiera tenemos la incomodidad de que la gente se gire al pasar por su lado, aquí deben estar acostumbrados. Tardamos poco más de una hora en llegar al aeropuerto de Los Ángeles. Ahora solo nos queda encontrar la terminal por la que saldrá Billie, pero no será difícil, solo tenemos que localizar a una gran muchedumbre enloquecida. Simple.

Nos camuflamos rápidamente con gorras y gafas de sol probablemente no sea necesario, pero debemos prevenir para no llevarnos sorpresas. Confiamos en que Billie nos reconozca rápidamente y, sobretodo, no se enfade.

El vuelo llega puntual, pero él se queda rezagado entre la multitud, al parecer no va a ser tan fácil llegar hasta allí, los fans están muy reacios a hacer un hueco a los últimos en llegar. Parece tarea imposible y Billie comienza a despedirse, tiene un aspecto muy deteriorado y ojeras, está realmente cansado y una ráfaga de cariño me inunda al ver su rostro de nuevo, después de tanto tiempo… Si soy feliz en estos momentos, si no pienso en otra cosa que en contagiar esa paz que me rodea a los que están conmigo es gracias a él y, de repente, siento que estoy en deuda con mi padre, espero poder devolverle el favor que se merece algún día, pero Jacob me saca de mis pensamientos rápidamente.

-¡Qué se va!- Grita mi hermano.

-Vamos.

Lo cojo de la mano y tiro de él bruscamente para intentar, mediante empujones, llegar hasta Billie pero parece algo imposible y la seguridad con la que cuenta su espalda nos lo pone todo mucho más difícil. Finalmente Billie se escabulle por un pasillo, lejos de todos nosotros.

-Mierda.- Susurro, al parecer toda nuestro viaje ha sido en vano, la sorpresa jamás existirá y el gasto de la limusina habrá sido en balde, sin embargo, parece que mi acompañante no está dispuesto a rendirse tan fácilmente como yo. Jacob se desprende de sus gafas y su gorra Nike y comienza a llamar a gritos a Billie, lo llama por su nombre pero no funciona, finalmente grita:

Papá!

Sigue sin oírle pero los fans más cercanos se han girado hacia nosotros, provocando un silencio sepulcral, Jacob repite su operación y, por fin, Billie Joe se gira para mirarnos a los ojos después de tantos meses, especialmente a Jacob. Con un simple gesto todos se apartan y corremos hacia él. Le abrazamos y, (prometo que esto no estaba ensayado) le tatuamos dos besos en la mejilla en perfecta coordinación. Billie parece emocionado, y centra sobre todo su atención en Jacob, es comprensible ya que hace casi un año que no se ven. No nos pide explicaciones y nos lleva directamente hacia su furgoneta.

Allí empieza el interrogatorio, después de los abrazos toca sufrir, así que, allá va otra de mis famosas teorías: después de la calma, siempre pero absolutamente siempre, vuelve la tormenta, lo mejor es no intentar evitarla. Le explicamos que intentábamos darle una sorpresa aunque no parece hacerle mucha gracia, ni siquiera ablandarle un poquito, nos comunica algo brusco que el aeropuerto estaba lleno de prensa y nuestra intervención no habrá pasado desapercibida. Jacob le pide y perdón y yo aprovecho para hacerme responsable del acto.

-No me tenéis que pedir perdón a mí, pedíroslo a vosotros mismos. Sabéis que no deberíais exhibiros así… Jacob, a ti todavía te protege la minoría de edad, pero Melanie, tú pronto tendrás que lidiar con esto y no me estás demostrando que sepas hacerlo responsablemente.

-Tienes razón… Pensé con el alma y no con la razón, es una mala costumbre que tiene un personaje público al que admiro ¿sabes?


-No, Melanie, no intentes hacerme cargar con la culpa, no te funcionará.


-Comprendo mi fallo, papá, y lo acepto, pero no me arrepiento ¿entiendes?

Billie suspira y mira por la ventanilla antes de volver a posar sus ojos en mí, entrecerrándolos.

-Melanie, creo que ese personaje tuyo es una mala influencia.- Termina con una sonrisa cansada.

Una melodía suave y, por qué no decirlo, hortera, nos saca a todos de nuestros pensamientos. Billie extrae un móvil de aspecto antiguo de su bolsillo.

-Genial, es Adrienne, a ver cómo salimos de esta… La próxima vez- dice separando el móvil de su oído cuando estaba a punto de descolgar y señalándonos- que intentéis hacer algo ilegal…- ¿otra reprimenda? Pensaba que con una era suficiente- pedidle consejo a Joseph, él sabe esquivar a Adrienne.

De vuelta en casa, no nos toca lidiar con ninguna reprimenda más. Adrienne está demasiado ocupada recibiendo a Billie y es que, aunque la sorpresa no acabara como tal, Adrienne sigue emocionadísima. Además, a él mismo aún le quedan sorpresas por repartir: para empezar, nos comunica que esta noche vamos a cenar a Los Ángeles y cuando Adrienne le pregunta por sus maletas, explica que las tiene en el garaje (las mías llegarán mañana) y que no se molestará en deshacerlas.

-Es más, cariño, haz las tuyas. Nos vamos a Miami.

Y antes de que Jacob se apresure a saltar como un loco y a gritar, hipócritamente, que ama su vida, Billie especifica que solo irán él y Adrienne.

-Bien, arreglaros si queréis venir a cenar. – Corta Adrienne, sabia conocedora de sus hijos, en vistas de las protestas de Jacob que se avecinaban.