sábado, 4 de diciembre de 2010

Capítulo 37

En la habitación, Josh se tumba en la cama de matrimonio tras la comida, le miro con desagrado, quizás para él sea una costumbre, pero yo no pienso desaprovechar toda una tarde durmiendo.


-¿Piensas pasarte toda la tarde tumbado en la cama?

-No…- se pone las manos tras la cabeza- pienso pasarme toda la tarde tumbado en VUESTRA cama.


-Qué planzazo… y yo te hacía divertido…

Consigo provocarle, se levanta y me mira un tanto picado.

-Vale… quieres diversión…- parece concentrarse y comienza a pensar en voz alta- Si fueras un tío te llevaría a un puticlub, pero a las chicas os gustan las cosas bonitas y eso ¿no?

Me encojo de hombros, me da miedo asentir, no sé qué entiende él por “cosas bonitas”. Lo toma por un sí y sale de la habitación, le sigo con un poco de miedo.

Llegamos a la recepción, mira con disimulo a los empleados del hotel que se encuentran tras el mostrador y se sienta en una de las butacas, hago ademán de sentarme a su lado pero me frena bruscamente y señala a la salida. Le interrogo con la mirada, pero Josh ya no me mira, ha concentrado todo su ser a un periódico de ayer y sigue señalando la salida con la cabeza, obedezco, no intento comprenderle, pues entender la teoría del Big Bang explicada por un chimpancé me resultaría más sencillo.

Tras diez minutos me siento en las interminables escaleras que conducen a la entrada del hotel. La gente que entra o sale me mira con cara de desaprobación, como si no me estuviera permitido profanar esas escaleras con mi trasero. Les ignoro, aunque me gustaría poder devolverles la mirada de asco, deberían aprender a hacer conmigo lo que hacen cuando se encuentran con un mendigo en la calle: ignorar.

Suena mi Iphone, es Josh, le maldigo en voz baja antes de saludarle.

-Tienes que ayudarme.- Con esa frase recuerdo la vez que me prometí no volver a ayudarle a riesgo de acabar yo en la cárcel.

-¿A hacer algo ilegal?- Intento cerciorarme.

-El soborno no es ilegal si aceptan.- Cerciorado me he.

-¿Qué quieres?


-Asómate a la entrada- así lo hago- ¿ves a los recepcionistas?- Un chico y una chica de uniforme, los mismo que estaban tras el mostrador cuando bajamos.- Bien, tienes que distraer a la chica.


-¿Por qué a ella?


-Mírala, está demasiado segura de sí misma, no sería fácil que aceptara, además es una histérica-paranoica, si me acercara solo para pedirle una chuchería acabaría en la cárcel acusado de violación.

Me río con la metáfora.

-De acuerdo, ¿y tú qué harás?


-Lo intentaré con el chico, le ha costado conseguir este empleo, no creo que se la juegue por un crío pero puedo intentarlo.


-Como me acusen de cómplice por tu culpa…- Tarde, me ha colgado, le veo levantarse a través del cristal, entro.

Me dirijo con inseguridad hacia la chica, de nombre Evelyn según su tarjeta de identificación, pero antes, y con el fin de sentirme más segura, saco mi tarjeta de crédito y jugueteo con ella hasta que Evelyn me atiende. Mientras, por el rabillo del ojo veo a Joseph hablar con el chico.

-Buenos días ¿en qué puedo ayudarte?


-Buenos días… esto… Evelyn… Me gustaría saber si te queda alguna suite libre.- Me mira con disgusto hasta que se percata de la tarjeta en mis manos, entonces me dedica una educada sonrisa y se apresura a consultar el ordenador.

-En este momento quedan dos.

Joseph ya no sigue hablando con el recepcionista.

-¿Y alguna es mejor que la otra?- Evelyn mira confusa la pantalla del ordenador.

-Pues… la 16 tiene más metros cuadrados pero la 17 tiene vistas al mar.

Hace dos minutos que Josh ha salido, creo que es suficiente.

-¿Sabe qué? Mejor déjelo, muchas gracias por su ayuda.

Me dirijo a la salida sin darle tiempo a Evelyn para replicar. Josh me espera fuera, algo alejado. Me explica que no fue necesario domarlo, le dijo lo que quería saber sin ningún tipo de soborno.

-Ha llamado a la empresa de alquiler de coches del hotel, les ha explicado que el coche es para una chica mayor de 16 años.- Empiezo a comprender, en la mayoría de los estados, la edad mínima para conducir son los 16, aunque cobran un suplemento por ser menor de 18.- Así que… bueno… ¡bienvenida a tu nueva identidad Margaret!


-¡¿Qué?! ¿De verdad es necesario todo esto?- No entiendo porque tengo que fingir que tengo la licencia para conducir cuando no es así.

-No… pero es divertido.


-¡Joseph Armstrong!- me mira divertido, retándome a empezar una pelea. Es superior a mí, me siento vencida antes de empezar.- Háztelo mirar, en serio.

Él se limita a reírse. Al cabo de un cuarto de hora aparee nuestro coche: un Mini Cooper, estoy a punto de saltar de alegría, digo más, de abrazar a Joseph.

-¿Cómo sabías que me encantan los Minis?


-¿Eh? No lo sabía- se dirige al coche- me gustan a mí.- Y abre la puerta del conductor.

-Josh… pensaba que conduciría yo.- Comento entrando en el borde de una depresión.

-¿Tú? ¿Acaso sabes conducir?


-Pues claro.- Contesto con la mayor convicción posible, en realidad no sé, pero con un Mini Cooper aprendo hasta a hacerlo volar.

-Pues bien por ti, sube- señala el asiento de copiloto.

-Ni hablar. Déjame conducir.

Como única respuesta, Joseph abre la puerta de copiloto, ni si quiera me mira, es como si supiera que voy a acabar cediendo, como si el hecho de creer que es tan fantástico y tan superior a cualquier ser humano fuera a hacer que yo también lo pensara, es cierto que envidio su seguridad, pero nada más. Finalmente subo en el asiento de copiloto.

-Josh- decido interrumpir el silencio que llevaba acompañándonos desde la salida del hotel.- ¿Has pensado en dedicarte a la psicología?

Me mira confuso. Me ha impresionado el trabajo que ha hecho con los recepcionistas, los ha entendido con solo mirarlos, Josh tiene cualidades increíbles.

-¿Tienes algún problema que quieras contarme?


-No, lo decía porque…


-Menos mal, tampoco quería escucharte.- Dice muy secamente.

-Eres un borde, ¿sabes?- Comienza a reírse.

-Es broma, Mel. Siempre estás a la defensiva… Respecto a tu pregunta, sí lo he pensado, pero no creo que lo haga.- Traga saliva- no quiero seguir estudiando.


-¿Y eso?


-No se lo digas a papá ni a ma… Adrienne.


-Tranquilo.- Me estoy acostumbrando a guardar secretos entre la familia.- Pero si no sigues estudiando ¿qué harás?

-Me ganaré la vida con la herencia de papá- hago una mueca de desaprobación que vuelve a provocar su risa.- En serio Mel, le quitas la gracia a todas mis bromas. Qué desperdicio de persona…


-Es que no te entiendo, Josh- contesto ofendida- estás hablando de algo como tu futuro y te lo tomas a chiste.


-¿Y tú, Mel?- su sonrisa se suaviza a una expresión muy seria- ¿qué será de tu futuro?- No entiendo a dónde quiere ir a parar, pero por su expresión, deduzco que lo que viene a continuación no me va a gustar, fruto de su sinceridad.- Cuando acabes tu carrera y tengas que volver a España ¿qué pasará entonces? ¿Qué le dirás a Zack, que ha sido tu ligue de vacaciones? Unas vacaciones muy largas ¿no?

No, desde luego, no me ha gustado nada. Jamás había pensado en el final de mi estancia en América, no me gusta mirar hacia el futuro, vivo el hoy, por eso, según Zack, tiendo a llegar tarde a los sitios. Zack… ¿qué le diré entonces? Josh me saca de mis preocupaciones.

-¿Ves? Por eso es mejor tomárselo a chiste.


-No quiero pensar en mi futuro, no ahora.


-Pues no pienses, Mel. Disfruta de esto.

Aparca el coche.

1 comentario:

  1. Poooor fiiin!!
    despues de un mees!!
    y me ha encantadoooo!!

    Por cierto, Josh me recuerda a Damon a ratos... a veces bueno, a veces malo... Deberias plantearselo, ganaria mas pasta qe si fuera psicologo y haria menos xD Ademas, asi no seria mi competencia...

    Qué le diras a Zack? qué le diras?? Pues principalmente tiene que volver asi que... xp
    o por lo menos deberia llamarte, si no me equivoco aun no sabe lo de Tom... no¿? y eso de "Mel" "Josh" que confianzas... y pensar que empezó tirandote de casa.. xd que tiempos aquellos =)

    Bueno baby, a ver si tienes el blog menos abandonado xD me encantaaaa

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