Al examen me han acompañado los dos hermanos. Me introdujeron en un aula junto a diez personas más, todas mayores que yo. Cuando me repartieron el examen pensé que se trataba de una broma, pero ya me estoy centrando un poco. Parece un examen para conceder la nacionalidad estadounidense y no para entrar a la universidad, y si no, atención a algunas de las preguntas: todas relacionadas con la historia nacional como me advirtió Joseph, escribir una redacción sobre un tema a gusto del consumidor (esta se me va a dar bien) la peor pregunta es la última: coloque los siguientes nombres en su lugar correspondiente en el mapa anexo. ¿Cómo se nos pudo pasar anoche localizar los distintos Estados en un maldito mapa? Si por lo menos fueran los diez que sabe localizar todo el mundo (CA, Nueva York, Florida, Washington…) pero no: Iowa, Nevada, Montana, Ohio… Por el amor de Dios, ni si quiera sus propios habitantes podrían localizarlos. Esa pregunta la dejé para el final y decido, finalmente y en un intento a la desesperada, localizarlas mediante el último método CASI- eficaz del estudiante: el pito-pito.
Se acabó, por fin, tras tres largas y duras horas, vuelvo a ver la luz cegadora del sol, voy en busca de Joseph y Jacob. Es curioso, los encuentro sentados cada uno en un banco de la entrada del edificio. Jacob se encuentra con las piernas cruzadas encima del banco leyendo un libro de Terry Pratchet que le recomendé, bañado por completo de sol, no parece molestarle, al contrario de lo que me ocurriría a mí, de hecho, parece disfrutar con la luz solar; Joseph, por su parte, está sentado en un banco enfrente de su hermano, pero a la sombra, tiene los brazos cruzados y la cabeza echada ligeramente hacia atrás, con las gafas de sol puestas para disimular que está dormido, una pizca de agradecimiento se levanta en mí al mirar a este último, ninguno de nosotros dos durmió anoche y decidió venir a pesar del cansancio.
Jacob levanta la vista del libro, mi mirada ha sido como una llamada para él, en dos pasos está conmigo preguntándome cómo me ha ido, pero no pienso contarlo dos veces, así que llamo también a Joseph, creo que mi profesor merece saber cómo me ha ido antes que nadie.
Les comento que, desde un punto de vista general y objetivo, mi examen debería estar aprobado, pero también he tenido muchos fallos, para empezar, mi inglés, es demasiado coloquial como para escribir una redacción formal, pero ese no es el peor de los errores, lo auténticamente desastroso ha sido la geografía del país.
Llamamos de nuevo a Samy para que venga a recogernos, apenas tarda veinte minutos, volvemos a casa. Siento un nudo en la garganta cuando, al pasar por la casa de Zack, lo veo todo tan… ¿tan qué? Cerrado no, Zack dejó algunas ventanas abiertas para que entrara la luz; soso tampoco, sigue tal y como cuando estaba él; vacío, sí, esa es la palabra.
Al llegar a casa me encierro en mi habitación y me quedo dormida, sin comer, sin hablar con nadie y, lo más importante, sin prestarle atención a las dos llamadas de Zack que recibí durante mi larga estancia en estado REM. Algo que no ocurrió la tercera vez, me sobresalté y me dirigí con urgencia al Iphone, todo está oscuro y supongo que el resto del mundo estará durmiendo, a excepción de los que estén al otro lado del charco, claro. Desconecto la melodía aceptando la llamada.
-¡Hola!-susurro. Maldita sea, mi voz suena con una urgencia infinita, como si necesitara esa llamada más que cualquier otra cosa en el mundo, he de aprender a calmar esta parte de mí que me hace ser tan irracional.
-¡Melanie!- a él le pasa lo mismo y no lo disimula mucho mejor- Te he llamado antes.
-Sí, lo sé, pero estaba dormida, no dormí la noche que te fuiste me quedé estudiando con… -freno- …migo misma.
Pero Zack no es ningún idiota, sabe en seguida con quién estuve estudiando.
-No entiendo por qué me lo escondes, Mel, no voy a ir a pegarle cada vez que lo nombres, tranquila.
-Ya, pero tu cara cambia de expresión cuando lo nombro.
-Ahora no me estás viendo.
Me deja totalmente cortada, sin saber qué decirle, con pocas personas me pasa eso. El problema es que su frase me ha hecho pensar… cuando vuelva a verle ¿seguiré sabiendo leer sus expresiones tan bien como ahora?
-Tengo hambre.- Digo, no porque esté intentando evitar la conversación, sino, porque simplemente, a veces pienso en voz alta.
-Pues… ves a la cocina y prepárate algo ¿qué hora es allí?
-No sé…- me acerco al reloj de la mesilla- ¡Vaya! Las tres de la madrugada.
-Aquí son las doce.
-Pues a mí me apetece pasta.
Zack se ríe.
-Desde que llegaste tu metabolismo ha experimentado demasiados cambios, deberías imponerte una rutina, Melanie, o adelgazarás y engordarás demasiado bruscamente como para controlarlo.
-Con toda esa palabrería ¿me querías decir: “Melanie, hazte una ensalada y duérmete a tu hora”?
-No quería decir…- se queda callado un rato, pensando, supongo.- Te echo de menos.
Yo había llegado a la cocina instantes antes, y estaba buscando un recipiente para poner la pasta a hervir, pero esa muestra de cariño contenido me ha hecho perder la concentración y he provocado un bonito estruendo en la cocina a base de cacharros.
-¿Qué ha sido eso?
-Estoy torpe y encima me distraes.
-No mientas, te encanta esto.- Demasiado. Suspiro.- Te dejo que comas tranquila.
-No, no cuelgues- otra vez esa maldita nota de desesperación en la voz, Zack parece satisfecho, casi puedo notar como una sonrisa se apodera de su rostro en la distancia.
Disfruto de su compañía durante toda mi sesión de alimentación, me cuenta cómo le ha ido el primer día, lo que ha hecho, a dónde ha ido y hasta como es su habitación del hotel (me comentó que le daba escalofríos y no pude evitar preguntarle el porqué), también yo le comento la experiencia con mi primer examen en América. Dan las cinco de la mañana y todavía seguimos al teléfono, no tardo en hacérselo saber. Él no parece muy sorprendido.
-Cierto, parecemos dos adolescentes.
-Emmm, habla en singular, yo lo soy, no lo parezco.
-¿En serio? ¿Qué edad tienes?
-17.
-Eres menor de edad…- susurra, eso sí parece haberle sorprendido.
-Me quedan pocos meses…
-En fin, Mel, creo que ya es muy tarde, me voy a la cama. No desayunes o explotarás.
-Puedes dormir tranquilo, no pensaba hacerlo. Pásalo bien.
-Lo haré.
Fin. Así acaba nuestra conversación. Le he notado algo extraño cuando he mencionado mi edad, es irónico que, a pesar de todo el tiempo que hemos pasado, algo tan banal como mi edad no lo supiera. No voy a preocuparme por eso de momento: son las cinco de la mañana y acabo de desayunar una ensalada de pasta, si tuviera que preocuparme por algo, este motivo sería el por qué mi vida va al revés. Me encojo de hombros, “el jetlag” susurro, mi problema principal ahora mismo es qué hacer hasta tener compañía. Esto en España no era un problema, me gustaba estar sola, pasar tiempo con mis pensamientos, ellos y yo, a solas; ahora que me encuentro con estos en la sombría cocina tengo miedo, hemos pasado demasiado tiempo sin hablarnos… Y es que he llegado a un punto en el que necesito estar rodeada constantemente, sé que suena egoísta pero necesito a alguien a mi alrededor para sentirme segura.
OOh baby, yo te hago compania!!
ResponderEliminarpor cierto, ahora me doy cuenta de lo de la edad, es verdad... es como que lo daba por supuesto... lo raro es que te llame melanie y no... "tienes hora" XD
por cierto... a ver si me consigues las preguntas del examen bien asi me presento =p sabes que mi profesion esta alli mejor pagada xD
ainsh... dos adolescentes... que monos... que monos ^^
P.D.: eso me recuerda...
ResponderEliminar"leaving you to be forever seventeen..."