A las doce de la noche llegó Jacob, Joseph a la una. Son las tres de la madrugada y no puedo dormir, no he comido desde este medio día y estoy hambrienta pero algo me impide levantarme, una fuerza que me grita lo mala persona que soy empuja mi pecho hacia la cama, me giro. El reloj de la mesilla me devuelve la mirada, es increíble como mueren los segundos, avanzan ajenos a su poder y es que, de todos los elementos de este mundo, el tiempo es el más poderoso: solo él tiene el poder de hacerte olvidar y ser olvidado. Trago saliva. Han muerto ya tres minutos desde que lo estoy mirando. Se acabó, he tardado toda una tarde en decidirme, pero quiero despedirme de Zack como es debido.
Me planto unos shorts rojos y una sudadera cinco tallas más grandes cuyo estampado da a entender lo mucho que me gusta NY, probablemente no sea lo más apropiado para pedir perdón pero es lo que más a mano tenía.
Me adentro en la urbanización de lujo abandonando el calor de mi cama. Es una noche fría, hundo mis manos en los bolsillos de la sudadera, es fácil distinguir el camino porque la casa de Zack es la única que tiene las luces encendidas, además en la puerta hay un coche con el maletero al descubierto, una sombra deposita una maleta con poco cuidado, no se trata de Zack, no solo por el poco cariño depositado en su acción sino porque la silueta no me encaja. Me acerco y no tardo en percatarme de que se trata de su compañero Jack.
-Hola- susurro, hay tal nivel de silencio en la calle que no quiero ser yo la que rompa la magia. Jack se sobresalta y me mira asustado.
-Joder…- pone su mano en el pecho y comienza a respirar al ritmo adecuado- ¿Qué tal?
-Venía a ver a Zack.- El chico asiente.
-Está arriba.
Le doy las gracias y me adentro en la casa de Zack. Lo encuentro en una de las habitaciones, de espaldas a la puerta, entro en silencio y repito la operación que antes ha asustado a Jack. Pero no, Zack no se asusta, baja la cabeza y se gira lentamente hacia mí, cerrando la puerta del armario. Me dedica una sonrisa triste.
-Al final has venido.
-¿Sabías que lo haría?
-No…-hace una larga pausa durante la cual aprovecha para tragar saliva- pero lo deseaba.
-Te hablé mal ayer, Zack.
-Yo te pedí algo muy tonto, en el fondo, ambos nos equivocamos ayer.
-¿Estamos en paz, entonces?
-Claro.
Muy bien Melanie, podría haberme ahorrado toda una tarde de tormentos si hubiera hecho esto mismo horas antes y no a escasos treinta minutos de los cuales Zack deberá decir adiós a su casa. Alguno de los dos debería decir algo, nos estamos quedando muy callados…
-Oye Zack… he estado pensando.- No quiero decirlo porque en el fondo no quiero recibir una respuesta, pero es lo mejor para quedarme tranquila todo este tiempo- si durante los meses que estés fuera te arrepientes de lo que ha pasado…- Creo que no hace falta decir más.
-Eres…- sonríe como siempre y me mira a los ojos, confío en que algún día termine la frase- Mel, pueden pasar muchas cosas en estos días- sigue riéndose ¿de mí?- puede que paralicen todos los vuelos del país y no me dejen volver, o que la mafia rusa rapte a Jack y tenga que ir a rescatarlo, pero que me arrepienta de esto…- Sacude la cabeza y con el movimiento consigue quitarse de encima el pensamiento que yo misma le había lanzado. Me cruzo de brazos.
-No sería necesario que rescataras a Jack… quizá así no volviera a interrumpir y…- me calla sellándome los labios con un beso, realmente lo estaba necesitando porque no sabía cómo continuar mi frase.
Es un beso bestial regido por la urgencia del momento, podría decir que hasta un tanto brutal, algo nunca visto en Zack. Con la furia, caemos sobre la cama. Sé lo que viene ahora, o lo sabría, pero de repente mis besos no son correspondidos y el cuerpo de Zack se tensa. Me mira con el semblante muy serio.
-Maldita sea, Melanie- resulto petrificada por aquel extraño momento preguntándome qué he hecho o dicho mal, Zack se derrumba y cae sobre mi pecho- ¿por qué no se te ha ocurrido venir antes?
Suspiro aliviada, así que era eso… miro el reloj, quedan apenas quince minutos. Sonrío, Zack tira de mí para levantarme.
-Bueno… así tengo un motivo para hacerte volver ¿no crees?
Empieza a reírse.
-Tienes más de uno.
El huracán que me había perseguido durante todo el día desde la cena ha desaparecido, después de desatar la tormenta con Zack. Me siento tranquila, ni siquiera triste, ha sido una completa liberación esa última conversación con él. El coche se aleja de espaldas a mí, sigo oyendo el contacto de los neumáticos con el asfalto mientras encajo la llave en la cerradura de la puerta principal, en el otro bolsillo, me he guardado la llave que guarda la vida de Zack, ha insistido en que me quede sus llaves por si necesito la casa, aun así no creo que nunca me aventure a entrar yo sola.
Comienzo un paseo hasta mi habitación sigilosamente, pero oigo ruidos en la cocina y el intruso no tarda en darse a conocer al oír mis pasos también, supongo. Joseph lleva un vaso de agua en la mano y parece aliviado al comprobar que se trata de mi persona.
-Siento haberte asustado.- Me dice susurrando, como si el resto de habitantes de la casa pudieran oírnos están a escasos metros sobre nosotros, pero probablemente ambos se encuentren en el séptimo cielo. Esa frase debería haberla pronunciado yo, pero no importa sería una discusión innecesaria, me siento demasiado bien como para discutir o contradecir.
-Tranquilo.
-Melanie.- Me llama cuando estaba dispuesta a continuar mi ascenso hasta mi cama.- ¿Estabas con él, no?
¿Desde cuándo le importa a Joseph dónde ando yo? Por un momento siento la tentación de contestarle que no le importa, pero no tendría sentido esconderle que estaba con “él”. Respondo afirmativamente y él continúa con el interrogatorio.
-¿Lo de esta mañana también tenía que ver con él?
-Sí.
Las preguntas están empezando a molestarme, el cotilla de la familia es Jacob, yo su sustituta pero ¿qué hace Joseph metiéndose en la vida de los demás?
-Y… ¿estás mejor?
-Sí, Joseph, estoy perfectamente ¿a qué viene todo esto?
-Solo me preocupaba, tranquila…- responde de mala gana. Suspiro, no pienso pedirle perdón por haberlo tratado mal, no, no pienso…
-Perdón, estoy muy nerviosa… Mañana tengo el examen de admisión y… se me junta todo.
-¿Qué tal lo llevas?
Tardo en responder, de mi boca iba a salir un inmediato: “bien” pero he intentado recordar todo lo que había estudiado y por mi mente solo han pasado hojas en blanco y cuatro datos muy mal explicados.
-No… no estoy segura…- He terminado por bajar el tono de voz hasta lo inaudible, me avergüenzo de esa respuesta.
-Iré a hacer café.- Dice internándose de nuevo en la cocina.
Joseph me ofrece su ayuda, el primogénito no suele sacar malas notas, aunque tan poco brillantes, tengo entendido que tan solo las matemáticas le superan. Acepto su ayuda agradecida, me vendrá bien repasar.
Cargados de termos con café bajamos al sótano, mi guía en ese laberinto me lleva hasta una sala insonorizada, me pregunto para qué necesitamos la insonorización… ¿piensa matarme y hacerme morir entre terribles sufrimientos?
La sala me sorprende: es un cine, literalmente, aunque con tan solo ocho asientos, pero por lo demás: un cine, con pantalla panorámica incluida, mini bar y potentes altavoces.
Tomamos asientos en dos de las butacas y comienzan las clases.
-Probablemente de lo que más te pregunten sea de historia, historia nacional para ser exactos.- Asiento con la cabeza y abro el primer termo para servirme, dejo el vaso en el suelo y Joseph continúa con su explicación:- La clave está en que hables siempre destacando el papel del país, exagerándolo ¿entiendes? Por ejemplo en la Guerra fría: no seas NADA objetiva, siempre del bando americano y en las Guerras mundiales otro tanto. También estaría bien que te supieras las presidencias más importantes y sus partidos…
Pronto empiezo a notar la voz de Joseph como algo lejano, son las 4 y poco de la madrugada y llevo dos días sin dormir, no consigo concentrarme y Joseph, al terminar su discurso sobre los distintos presidentes me pregunta algo que no consigo entender muy bien, su voz y mis pensamientos comienzan a fundirse, pero el chico insiste volviéndome a preguntar. Es hora de contestar con mis amplios conocimientos.
-Obama es el primer presidente negro de la historia de los Estados Unidos…- Joseph no responde- ¿verdad?
-Melanie, céntrate.
Me levanto de la cómoda butaca, su abrazo es demasiado tentador como para permanecer despierta toda la noche. Me tomo el vaso entero de café de un trago y tomo aire, me abofeteo suavemente y vuelvo a mirar a Joseph.
-Vamos allá.
vale, he pecado, los he leido todos en menos de una semana que llevas fuera y aun queda el resto del mes Y.Y
ResponderEliminarpor cierto, muuuy subjetivamente pienso que eso de "nada de ser objetiva" es una paranoia mental que tienes tu, Marina Forner, formada en la cabeza por tu odio a los yankis...
bueno, bueno, volviendo al tema... acabo de terminar un libro un tanto erotico y leer, despues de eso, lo que ibais a hacer merrick y tu (entiendase Melanine) no es bueno para un dia xD
nah, sobrevivire... bueno final de temporada por cierto xD