martes, 27 de julio de 2010

Capítulo 20

En California todo sigue igual, en su sitio y dominado por el status quo. Son las ocho de la mañana cuando abro la puerta del jardín, Zack ha insistido en que quiere darle una explicación a Adrienne a pesar de que ya le he intentado hacer entender que a Adrienne no le importa mucho lo que hago o dejo de hacer siempre que no incluya a sus hijos en mis planes. Entramos por la puerta trasera, la que da a la cocina. Los hermanos están recogiendo el desayuno, pero, al verme, Jacob se abalanza sobre mí, mientras que Joseph abandona la estancia con una mirada de asco de Zack persiguiéndole.


-¡Tengo que contarte una cosa!

Dice Jacob misterioso, saliendo ya de la cocina, le pregunto por su madre y responde que sigue durmiendo. Al señor Merrick le tocará esperar. Vuelvo a estar hambrienta y es que, desde la ensalada del día anterior, mi cuerpo no ha vuelto a abastecerse. Secuestro una manzana del frutero que tengo a mi alcance y me siento en la encimera. Zack se acerca a mí, se apoya con los dos brazos en la encimera, rodeándome e impidiéndome una huída desesperada presa del pánico que me provocan esos ojos. Ralentizo la velocidad de masticado, como si su mirada me hipnotizara, su rostro se aproxima; interpongo la manzana lentamente entre nosotros.

-¿Quieres?

Él mira confuso la manzana, como si no se esperara esa reacción. La verdad es que yo tampoco tengo muy claro por qué estoy actuando así, como ya dije una vez, nadie en su sano juicio rechazaría a Zack, creo que me siento incómoda por encontrarnos donde nos encontramos ¿y si de repente aparece Adrienne o alguien del servicio?

-No.

Muerdo de nuevo a mi víctima (entiéndase, la manzana) y el chico me observa dulcemente masticar, como si se tratase de una escena en la que dos osos recién nacidos se caen al intentar seguir a su madre. Ha conseguido hipnotizarme de nuevo, sus pupilas están muy dilatadas ya que la cocina todavía se encuentra a medio alumbrar debido a lo poco madrugador que es el sol, probablemente, si tuviera una nacionalización, sería español… Trago al fin, él no se ha movido en ningún momento, no sé si está esperando que termine mi almuerzo o le ha molestado mi reacción. Aparto mi vista de sus ojos, por mi bien, pero, sin poder evitarlo la fijo en sus labios: no son voluminosos, ni pequeños, ni húmedos son simplemente perfectos, no sé qué me tienta más…

¡A la mierda! Suelto la manzana y rodeo con ambas manos su cabeza acercándolo a mí hasta encajar nuestros labios, él sonríe antes de dejarse llevar de nuevo, ¿sabía que caería tarde o temprano? La energía fluye con facilidad, como si estos dos labios estuvieran predestinados a encontrarse, provocando sensaciones realmente agradables.

Tal y como había temido, Adrienne entra en la cocina, despeinada y envuelta en una toalla. Nos separamos rápidamente, yo carraspeo y Zack se alisa la camiseta mirando al suelo. Adrienne nos da los buenos días, abre la nevera somnolienta sacando un par de huevos y desaparece de nuevo, sin prestarnos apenas atención. El chico sonríe avergonzado.

-Esto es culpa tuya- le digo señalándole con el dedo índice- y esto…- recojo la manzana y la deposito en la basura con furia muy mal simulada- también.

Él se ríe y me abraza, qué fácil se hace perdonar…

-Aishhh, Melanie… Ven, te invito a desayunar en casa.

Y allí acabamos, tras depositar las bolsas en su cuarto, Zack acude a la cocina, seguido por mí cual perrito faldero. Me propone ayudarle a preparar el desayuno, un buen desayuno, no como los míos.

-¿Te apetecen crepes?


-¡Claro!

Saca todos los utensilios e ingredientes necesarios y los coloca sobre la mesa. He de confesar que nunca antes he hecho crepes, es más, nunca antes he cocinado nada que no fuera pasta y es que en casa jamás se fiaron de mí lo suficiente para dejarme tocar los fuegos y aquí cocina el servicio, por lo que dudo mucho que algún día llegue a ser un individuo útil para la sociedad, pero lo seré para las empresas de comida preparada.

Comienza mezclando la masa.

-Te seré sincero, nunca antes he hecho esto.

Suelto una carcajada.

-¿Y entonces?


-Bueno, mi madre era muy buena en esto. Me vienen a la mente algunos recuerdos.


-Vale…

Me levanto del asiento y me dirijo a la primera habitación que conocí junto a All Time Low: la sala de ensayo, si se le puede llamar así; recuerdo que tenía, en su día, varios ordenadores. Rapto a uno, que no opone mucha resistencia y lo llevo a la cocina donde Zack está pesando la harina con cucharas.

-¿Eso también lo hacía tu madre?

-Nah, pero son matemáticas puras: si una cucharilla son 10 gramos de harina, ¿cuántas cucharillas necesito para hacer 250?

Me limito a mirarle con cara de idiota mientras espero a que Windows ceda a mis deseos y se encienda. Este muchacho tuvo que ser camello en alguna vida anterior o algo, conclusión: se llevará bien con papá. ¡Bingo! El ordenador se enciende, clico la aplicación de internet y coloco en el buscador las palabras mágicas: “Receta crepes”

-Zack, amor. Mira.- Le giro la pantalla hacia él, pero está como a diez pasos de mí en esa “diminuta” cocina, dudo que lo vea bien.

-¿Amor?- Pregunta levantando las cejas. Me limito a sacarle la lengua y vuelvo a girar el ordenador hacia mí.

-Para dos personas solo se necesitan 150 gramos, no 25 cucharitas.


-15 entonces.


-Y cuatro huevos.


-De acuerdo.


-Y luego la leche.

-¿Luego?- levanta el batidor del recipiente y me mira con cara de preocupación.- Yo lo he puesto lo primero ¿crees que importara?

-No…- No me queda otra opción que responderle negativamente, con esos ojos que ha puesto, tenía miedo de que se echara a llorar.

Terminamos la masa, aunque no al pie de la letra de la receta, no está lisa en el sentido estricto de la palabra… pero creo que pasa. Zack moja su dedo en la masa y prueba, indica que le falta azúcar. Normal, si no le ha echado… Tras cumplir la indicación, repite la operación y me extiende el batidor.

-Prueba.

Me acerco y le quito el batidor de las manos, pero me percato de que su dedo aún retiene parte de la masa. Pruebo de ahí, se extraña, aunque disimula bien. Está bueno, quizás demasiado dulce, no sería bueno un subidón de azúcar en este momento, o al menos, no para mí.

-Buenísimo, como el cocinero.

Baja la vista ¿es vergüenza lo que leo en sus ojos?

-En tu casa no estabas tan animada…


-En mi casa no estábamos solos.

Quizás parece que esa frase va con segundas, pero es la explicación más convincente que he encontrado, la única que hay, a decir verdad. Zack parece haber entendido el doble sentido, me mira sorprendido.

-¿Qué quieres?


-Crepes…

Por un momento, el ambiente se había vuelto incómodo y no me gusta, al menos, no con Zack. Se soluciona cuando suelta una carcajada. La masa está lista, la sartén también, el cocinero extiende un poco de la masa en ella.

-¿Cuánto tiempo tiene que estar?


-Aquí pone de dos a tres minutos…

Sin embargo, en menos de un minuto el crepe comienza a ponerse marrón.

-Debería sacarlo.


-Pero aquí pone dos minutos mínimo.


-Sí, ¡y el dibujo es color crema!

Touché, él gana. Lo saca pero apenas queda nada comestible de esa prueba. De hecho, nos hacen falta tres intentos hasta que conseguimos un crepe como es debido. Luego nos encontramos con el problema de que Zack no tiene chocolate en casa ya que está a dieta rigurosa. ¿Con qué se supone que quiere que acompañemos a los crepes, entonces? Resultado: le toca a Melanie ir a robar nocilla al pobre Jacob, menos mal que él es todo dulzura y no le importa (creo, espero y deseo).

1 comentario:

  1. (creo, espero, deseo) sii, me encanta... xD
    por cierto, date cuenta que yo tambien empiezo por el final, notese en anteriores comentarios, por cierto, no se si me lo has pgado tu o yo a ti pero "entiendase" es algo muy normal entre nosotras que a cualquier individuo le resultaria, extraño, incomprensible, pero como aqui la lectora soy yo...
    ME ENCANTAAA (x2)

    por cierto:
    "-¡Tengo que contarte una cosa!" que cosa? ahi falta algo?

    bueno... comentario hecho, de 10 en selectividad eh! xD mas que nada porque es el mas largo de toda mi historia de tu historia XD

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