viernes, 30 de julio de 2010

Capítulo 24

Al tumbarme en la cama todas las sensaciones se desatan, como si la caja contenedora ya no diese más de sí. Furia y pena se abrazan, sensaciones muy contradictorias que jamás deberían encontrarse. Noto un huracán dentro de mí, en algún momento debería aprender a canalizar todo esto. Eran las 6 de la madrugada y no conseguía dormir, recuerdo que oí como se levantaba cada miembro de la casa y bajaban a desayunar.


Me levanto y entro en el baño. Tengo un aspecto penoso, con ojos rojos e hinchados, para rematar un dolor de cabeza me tortura cual resaca. Suspiro.

-Pareces una jodida yonqui, Melanie.- Le digo al espejo.

Me siento en la tapa del váter y cruzo las piernas. No quiero salir hasta que todos los individuos de la familia hayan salido o estén localizados en sus respectivos lugares y eso evite que me vean. Escucho la puerta principal del garaje, alguno de los hermanos: seguramente Jacob, recuerdo que hoy ha quedado con el chico alemán y es que ambos están ya oficialmente de vacaciones. También se oye a Adrienne cerrar la puerta de su despacho mientras habla con alguien por teléfono. Solo queda Joseph por ser localizado pero la casa está en silencio así que decido aventurarme.

Mal hecho, me lo cruzo en el pasillo de las habitaciones, va descalzo lo que explica que no le haya oído subir. Sin embargo, no pregunta, solo me interroga con la mirada, pero nada más, sigue su camino; agradezco que no quiera entrometerse. He de reconocer que cada hermano tiene sus cosas buenas…

Recojo los apuntes de mi cuarto y salgo de la casa por la puerta principal. Sé que debería estudiar en mi cuarto y sin distracciones ya que mañana he de presentarme al examen de admisión, no estoy segura de aprobarlo, he estudiado suficiente pero hace dos semanas, desde que volví de Nueva York me he dedicado a observar las hojas y cambiarlas de orden para así engañarme a mí misma fingiendo estudiar.

Acabo en un pequeño hueco en “la playa de Hurtintong” que me han dejado muy amablemente el resto de bañistas. No muy lejos se encuentra el grupo de amigos de Zack, los cuales me presentó el día que casi acabo mutilada. Eso me hace pensar… cuando Zack no esté ¿quién me queda aquí? Quiero decir, está claro que tengo a mi hermano pero ya está, ¿acaso puede Jacob hacer el papel de todos los amigos a los que necesito en mi vida? Lo dudo, lo quiero demasiado pero no puede sustituir al resto de personas que necesito. No quiero seguir taladrándome la cabeza con esos pensamientos porque solo llegaría a una conclusión que, por el momento, no quiero admitir: no echo de menos España ¿vale?

El sol calienta mi espalda mientras que yo sigo con mi simulación del estudio. No tardo en arrepentirme por no haber traído el traje de baño, el calor es sofocante y a la gente no le importa, muy amablemente, darte a entender desde sus posiciones acuáticas lo bien que está el agua un día caluroso como el de hoy.

No he cambiado de postura ni una sola vez desde que he llegado y es hora de irse, mis tripas me lo están suplicando. En casa ya han comido, por lo menos, Adrienne y Joseph ya que Jacob sigue en su día de playa. Mi plato está en la cocina, frío y solitario, amargamente pienso que es una metáfora de mi estado en estos momentos, voy a hacerle compañía.

Durante el resto de la tarde no hice nada, literalmente, me tumbé en la cama intentando dormir, pero tampoco pude, por eso, simplemente respiraba. Pronto alguien toca a la puerta, solo hay dos posibles candidatos y no estoy con ánimos de hablar con ninguno.

Emito algún extraño sonido desde debajo de la almohada para hacerle pensar que no es bienvenido, pero me equivoco en el género de la palabra: es Adrienne. Me siento en la cama y la miro expectante, creo que desde aquella vez que me presentó la casa no ha vuelto a entrar en mi habitación.

-Solo quería asegurarme de que seguías viva, no te veo desde ayer…

Sonrío con su comentario, y le agradezco que se haya preocupado.

-Otra cosa, Melanie. Billie ha llamado antes y… no pienso volver a mentirle

-¿Cómo?- me preocupa lo que ha dicho, pero sería peor si no sonriera.

-Me ha preguntado cómo estabas y le he dicho que bien.

-¡Y lo estoy! –Me sorprende mucho su respuesta, sobretodo de Adrienne, ella nunca se ha visto afectada por mis cambios de humor, es más, nunca ha estado cerca como para percibirlos, ¿cómo sabe que no estoy bien?

-Melanie, esto no es una excusa para que me cuentes qué te pasa, pero si saliste de un problema para caer en otro, no arreglamos nada. No has viajado desde tan lejos para volver a deprimirte ¿o sí? Si la respuesta es sí, tienes un problema, la solución era ir al psicólogo, no cruzar el charco.

Me han dolido tanto sus palabras que casi hubiera preferido que tirara mis maletas por la ventana en plan energúmena típica de película. Bajo la mirada, no tengo muy claro lo que decir a continuación…

-¿Quieres que me vaya, Adrienne?- susurro.

-¿Qué?- se acerca a mi cama hasta acabar de cuclillas de manera que posa sus ojos poderosos en mí, porque esa mirada tiene un poder y una fuerza increíbles, imposible de definir, parece que hubieran derramado tantas lágrimas que ya están acostumbrados, y una delicada cúpula los ha recubierto para no dejar escapar ni una más.- Solo quiero que estés bien.- No lo está consiguiendo con esa sinceridad tan brutal- además, no quiero que Billie piense que ha cometido un error.

Eso me deja helada y rebobino para re-escuchar en mi cabeza las palabras que Adrienne me había dicho antes: tiene razón en todo, no puedo ser un espectro viviente. En cualquier caso, no estoy deprimida, solo estoy enfadada conmigo misma por la despedida de Zack de anoche, fue absolutamente pésima.

-Hoy se va Zack y ayer discutí con él.- Ha sido demasiado fácil, sé que en el fondo quería contárselo a alguien.

-La solución a tu problema es tan fácil que casi me da vergüenza tener que decirla.


-No, no es tan fácil porque me dijo que no quería verme…

-¿Y?- Otra vez esos ojos, tienen tanta fuerza sobre mí que me obligo a dejar de mirarlos, obviamente tiene razón, pero no me atrevo a incumplir algo que Zack me ha pedido.- Cielo, si no luchas tú por lo que quieres nadie lo va a hacer, tenlo en cuenta.

Me aparta el flequillo y me dedica una sonrisa, Adrienne es una persona muy sabia, probablemente habrá tenido que madurar de una manera muy dura o quizás renunciar a cosas que la hacían feliz por estar con mi padre, pero no estoy segura de todo esto.

Tras la salida de Adrienne de mi cuarto aún me quedo en mi posición sin moverme, pensando en lo que acaba de pasar y en lo que me ha dicho. Realmente debería ir a hablar con él pero tengo miedo y no sabría decir muy bien de qué.

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